Josep Puig i Boix, ingeniero industrial, miembro activo del movimiento ecologista de Cataluña desde los ’70, profesor de Energía y Sociedad de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), miembro fundador del Grup de Científics i Tècnics per un Futur no Nuclear y presidente de Eurosolar en España, es autor entre otros trabajos de L’ecologisme (1991) […]
Josep Puig i Boix, ingeniero industrial, miembro activo del movimiento ecologista de Cataluña desde los ’70, profesor de Energía y Sociedad de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), miembro fundador del Grup de Científics i Tècnics per un Futur no Nuclear y presidente de Eurosolar en España, es autor entre otros trabajos de L’ecologisme (1991) y Les energies netes [Las energías limpias] (1993).
Recientemente ha escrito un interesante y curioso anexo -«Las estadísticas de la energía y sus trampas»-, que no merece pasar desapercibido, a un volumen de Icaria editado por Joaquim Sempere y Enric Tello: El final de la era del petróleo barato, en el que colaboran, aparte de los propios coordinadores, Óscar Carpintero, Ernest García, Eduardo Giordano, Mariano Marzo, José Manuel Naredo, Jorge Riechmann, Jordi Roca y el mismo Josep Puig.
De su trabajo, del anexo que ha escrito para este ensayo altamente recomendable, extraigo, siguiéndole casi al pie de la letra, algunos datos y señalo algunos puntos para la reflexión ciudadana. Intento no abrumar con números y cálculos pero sería bueno que el lector no se echase atrás por ello porque la conclusión, y la argumentación político-ciudadana y el toque de atención, es de interés y calado.
La tesis crítica apuntada por Josep Puig1:
En muchas estadísticas energéticas ocurre un hecho sintomático. Cuando se contabiliza la aportación de la electricidad en el consumo de energía primaria, se tata la electricidad nuclear y la generada con las fuentes de energía renovable con criterios diferentes. Eso hace que salga favorable la nuclear y desfavorecidas las renovables [El énfasis es mío]
Entre esas estadísticas, digamos, tramposas, Puig i Boix cita las de Eurostat, y las españolas y catalanas, sin mayor precisión en estos dos casos últimos. ¿En qué consiste la trampa? En hacer ver al ciudadano medio, no experto en el tema, que la electricidad nuclear ya tiene actualmente «un papel más importante del que realmente tiene, o haciendo que la electricidad renovable tenga menos importancia de la que realmente tiene». Dos caras de la misma lucha político-cultural.
Veamos cómo se genera esta construcción con tintes de objetividad científico-matemática.
Primer escenario: el mundo.
1. El consumo de energía primaria en el mundo (CEP) fue en 2003 -los datos presentados por Puig i Boix están datados en esa fecha, hace, pues, unos cinco años- de 10.224 Mtep2.
2. Las estadísticas oficiales hablan de que la aportación de la energía nuclear al CEP, al consumo mundial de energía primaria, fue de 6,1%, es decir, de 624,3 Mtep.
3. Si se observa la energía eléctrica que en 2003 aportó la fisión nuclear, se verá que los reactores nucleares en funcionamiento en el mundo generaron 2.758,4 de TWh3, es decir, 2.758.400.000.000 kWh, de electricidad.
4. Esta, como es sabido, es la única forma de energía útil que aporta la fisión del átomo de uranio-235.
5. Al hacer la transformación de energía eléctrica en energía térmica -a razón de 860 kcal por 1 kWh, la energía térmica que se consigue a partir de un 1 kWh de electricidad- se obtiene que la anterior cantidad de TWh equivale a 237,2 Mtep.
6. Esta cifra, comparada con la dada por las estadísticas oficiales, es 2,6 más pequeña. Así, pues, la verdadera aportación energética útil de la energía nuclear sería del 2,3% y no en cambio del 6,1% como suele afirmarse en las estadísticas energéticas de algunos organismos oficiales.
7. ¿De dónde el error, si podemos llamarlo así? Cuando se transforma la electricidad de origen nuclear en energía térmica no se usa el anterior factor de conversión -860 kcal/kWh- sino otro muy superior: 2.500 kcal/kWh, 2,6 mayor, «como si la electricidad- señala Puig i Boix- se hubiera generado en una central térmica de combustibles fósiles, donde en la caldera hay que quemar una cantidad de combustible que dé unas 2.500 kcal, que son las necesarias para producir 1 kWh de electricidad con la transformación vapor-turbina-generador».
8. Ese factor de conversión tiene sentido cuando se quema un combustible fósil, pero no en el caso de la obtención de calor a partir de la fisión de los núcleos de los átomos de un isótopo del uranio, el 235.
Segundo escenario: Catalunya4.
1. El Plan de Energía de Cataluña 2006-2015, elaborado si no ando errado por el primer gobierno tripartito «de izquierdas y nacionalista», afirma que el consumo de energía primaria en Catalunya fue en 2003 de 25,9 Mtep. La aportación de la energía nuclear, de los tres reactores nucleares en funcionamiento aquel año, fue de 6,4 Mtep. Se afirma oficialmente, y se genera con ello una determinada opinión pública entre la ciudadanía, que el 24,7% de la energía primaria de Cataluña proviene de la energía nuclear.
2. Pero en 2003 los reactores nucleares en Cataluña generaron 25.375,8 GWh5, es decir, 25.375.800.000 kWh. Si se efectúa su conversión adecuada a partir del factor 860 kcal/kWh se obtiene que la energía nuclear aportó en 2003 en Cataluña sólo 2,2 Mtep y no los 6,4 postulados.
3. Con ello, su contribución real porcentual fue de 8,4% y no del 24,7%. Es decir, 2,94 veces menos que lo señalado, casi un tercio de lo apuntado6.
Tercer escenario: energías renovables.
¿Qué pasa con las energías renovables? ¿Reciben igual trato? Concretamente, ¿qué pasa con la energía eólica en España?
1. Hablando esta vez del ámbito español, no del catalán, el consumo de energía primaria fue en 2003 de 136 Mtep. A ese valor, las energías renovables contribuyeron según organismos oficiales con un 6,8%7.
2. Ahora bien, a finales de año 2003 había en España instalados 6.328 MW eólicos que generaron en ese mismo año 15,133 TWh (Recuérdese: 1 teravatio-hora (TWh) equivale a 1.000 millones de kWh).
3. El equivalente térmico, a razón del factor 860 Kcal/kWh, es de 1,3 Mtep. Pero si hacemos la misma transformación con el otro factor, con el valor 2.530 kcal/kWh, el que se usa oficialmente para la transformación de la electricidad nuclear, resultarían entonces 3,8 Mtep.
4. Ello querría decir que la energía eólica -sólo la eólica, no el conjunto de las renovables- habría hecho una contribución al consumo de energía primaria en España del 2,8% y no del 0,8% como se afirma.
Conclusión de Josep Puig i Boix:
Esta forma de proceder que se practica habitualmente en el mundo de la energía refleja unos principios ideológicos muy claros: favorecer lo nuclear y desprestigiar las renovables.
Ese desajuste estadístico nada inocente sería una apuesta político-económico, no científica, ni siquiera en términos de eficacia, a favor de la industria nuclear.
Aceptando el principio de precaución gnoseológico (no hablar con seguridad de lo que no se conoce bien), yo no estoy en condiciones de asegurar la exactitud sin tacha del enfoque crítico de Josep Puig i Boix y la entera corrección de su argumentación, pero sí creo que es necesario investigar y estar alerta sobre estas medidas que, en el supuesto de que fueran falsas o convencionalmente muy sesgadas, tendrían una motivación político-energética obvia. La ciudadanía debería, una vez, estar en pie de combate crítico.
PS: Alguien podría inferir de todo ello que la ciencia estadística está ideológicamente sesgada o que la ciencia es, una vez más, una aliada servil del poder. Colegiría erróneamente. Y por partida doble: las estadísticas pueden ser instrumentos contrastados bien o mal usados, como es sabido, y la persona que ha sido capaz de explicar una discutible forma de medir estas cantidades energéticas es un destacado científico, amante de la ciencia, que sin dejar de serlo -o acaso por ello- es además un activista antinuclear de largo aliento y magnífica obra. ¿No hemos afirmado que, razonablemente, en el principio, y tiempo después, fueron, armónicamente juntos la Palabra y Acción?
1 En comunicación personal de junio de 2008, Enric Tello me ha señalado que el propio Josep Puig y Joaquim Coromines habían explicado este tema con detalle en su libro La ruta de la energía, añadiendo Tello: «[…] Todas les estadísticas energéticas tienen el problema de cómo convertir la energía hidráulica en térmica convencional, de la energía nuclear en térmica convencional, y de los aprovechamientos solares directos (eólica, fotovoltaica, termoeléctrica) en las otras. Al final el problema se resuelve por convenciones, totes ellas discutibles.» El problema, matiza Enric Tello, es previo:»[…] las estadísticas buscan evaluar la energía primaria usada por el sistema, la energía final consumida (en realidad, la facturada por las compañías suministradoras), y las pérdidas de transformación (o los usos no energéticos en los casos de productos petroleros), siguiendo un esquema que se parece más o menos a una tabla input-output (de hecho, demasiado en tarde en tarde, a veces se hacen tablas input-output sectorializadas que son muy útiles parar «escanejar» el sistema)».
2 1 Mtep equivale a 1 millón de toneladas de petróleo.
3 1 Teravatio-hora equivale a mil millones de kWh.
4 Josep Puig i Boix no facilita cifras del caso español pero sería de enorme interés analizarlas y extraer consecuencias comparativas.
5 Un gigavatio-hora equivale a 1 millón de kWh
6 La diferencia con el 2,6 anterior se explica porque, en el caso del Plan de Energía de Cataluña se usa como factor de conversión no 2.500 sino 2.530 kcal/kWh, factor superior al que usa la empresa British Petroleum en las estadísticas energéticas mundiales.
7 La energía eólica aportó por ella misma un 0,8%, es decir, 1,088 Mtep.