Kottayam, en el sureño estado de Kerala. Los cuerpos de agua y las fuentes de agua dulce de India están riesgo por la contaminación, la industrialización, los desperdicios humanos y la negligencia gubernamental. Crédito: Neeta Lal/IPS. NUEVA DELHI, 19 mar 2018 (IPS) – India no está tan lejos de la realidad que sufre la sudafricana […]
Kottayam, en el sureño estado de Kerala. Los cuerpos de agua y las fuentes de agua dulce de India están riesgo por la contaminación, la industrialización, los desperdicios humanos y la negligencia gubernamental. Crédito: Neeta Lal/IPS.
NUEVA DELHI, 19 mar 2018 (IPS) – India no está tan lejos de la realidad que sufre la sudafricana Ciudad del Cabo, que llegará a su «hora cero» el 15 de julio, cuando sus 3,78 millones de habitantes, ricos, pobres, jóvenes, mayores, hombres y mujeres, tengan que hacer fila con sus bidones en ciertos grifos públicos para recibir su cuota de 25 litros al día.
Un preocupante cóctel de falta de lluvias, sequías devastadoras y mala planificación, según conservacionistas, la convirtió en la mayor ciudad en quedarse sin agua dulce.
El problema de la escasez hídrica se planteó por primera vez en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, en Río de Janeiro, en 1992.
Desde entonces, todos los 22 de marzo se conmemora el Día Mundial del Agua para resaltar distintas problemáticas.
Este año se concentrará en Naturaleza al Servicio del Agua, para resaltar la exploración de soluciones que ella puede aportar para hacer frente a los desafíos del siglo XXI.
En 2040, ya no habrá agua potable en casi ninguna parte de India.
Un estudio de la Organización de las Naciones Unidas sobre conservación del agua, publicado en marzo de 2017, concluyó que debido a su posición geográfica única en Asia meridional, India sufrirá la peor parte de la crisis hídrica y será el epicentro de este conflicto.
Para 2025, el informe pronostica que casi 3.400 millones de personas en el mundo vivirán en países con «escasez de agua», una situación que se tornará más difícil en los próximos 25 años.
Con la mayor población del planeta después de China, que tiene 1.400 millones de habitantes, India, con 1.300 millones, pero que podría llegar a 1.700 millones en 2050, ya tiene problemas para garantizar un servicio de agua segura y limpia a su población.
Según datos del Ministerio de Recursos Hídricos, solo cuatro por ciento del agua de este país se puede usar, a pesar de que concentra a 18 por ciento de la población mundial.
Datos oficiales muestran que en la última década, la disponibilidad de agua por habitante en el país cayó significativamente.
Por si fuera poco, 163 millones de indios no tienen acceso a agua potable, 210 millones, tampoco tienen saneamiento adecuado.
Además, 21 por ciento de las enfermedades transmisibles derivan del agua contaminada y 500 menores de cinco años mueren de diarrea cada día en India, según datos del Banco Mundial.
La clase media, con un crecimiento exponencial, genera una demanda sin precedentes de agua potable. Y los largos períodos sin precipitaciones, con los temperamentales monzones que azotan esta región entre junio y agosto, no hacen más que agravar las carencias, alertan especialistas.
En 2016, la friolera de 300 distritos, casi la mitad de los 640 que tiene India, sufrieron una grave escasez hídrica. El gobierno tuvo que despachar unos muy costosos trenes especiales para llevar el líquido vital a los lugares afectados.
El agua superficial no es la única fuente que se acerca a un punto crítico en este país. El agua dulce está bajo un enorme estrés, en gran parte debido a las políticas estatales que no han controlado el estado del líquido subterráneo.
La desatención, la indiferencia y la mala gestión burocrática no han hecho más que agravar el problema.
Algunos esfuerzos como el de Rajendra Singh, quien ganó en 2015 el prestigioso Premio de Agua de Estocolmo, presentado todos los años por el Instituto Internacional del Agua (SIWI, en inglés), han tenido un impacto positivo.
Su trabajo pionero en la conservación del agua y el desarrollo rural, que comenzó en la década de los años 80, permitió instalar 8.600 tanques para almacenar agua de lluvia, conocidos como Johads, en 1.058 pueblos dispersos en 6.500 kilómetros cuadrados en nueve distritos de Rajasthan.
Cinco ríos estacionales que casi se habían secado, se volvieron perennes.
Pero la escasez de agua no solo afecta a las personas, sino a toda la economía del país.
«Al ser una economía agraria, India depende enormemente de la agricultura», precisó el economista Probir Choudhury, de Reliance Capital.
«Hay una irrigación agresiva en áreas rurales, donde la agricultura es el medio de subsistencia de más de 600 millones de indios. Pero los avances tecnológicos en la agricultura no han seguido el ritmo a la explosión demográfica», explicó.
La mayor parte del mundo adoptó cultivos con un uso menos intensivo de agua y técnicas agrícolas avanzadas. En cambio, India sigue usando sistemas convencionales y cultivos con un gran consumo de agua.
De hecho, la excesiva dependencia en los monzones hace que se pierdan cultivos e, incluso, se suiciden agricultores.
La industrialización trajo muchos problemas a este país.
La contaminación de agua dulce por los efluvios industriales afectó a todos los grandes ríos. Más de 90 por ciento de las aguas residuales vertidas en ríos, lagos y estanques no están tratadas, lo hace que se contaminen las fuentes de agua dulce.
El desperdicio de las poblaciones urbanas es un gran desafío para India.
Por lejos, el mayor gasto está en la centrales de generación eléctrica, que engullen gigantescas cantidades de agua para enfriar. Más de 80 por ciento de la electricidad en este país se genera en centrales térmicas, que queman carbón, petróleo, gas y combustible nuclear.
Investigadores del Instituto Mundial de Recursos, con sede en Estados Unidos, analizaron las 400 centrales térmicas, y concluyeron que el suministro eléctrico está en peligro por la escasez de agua.
Alrededor de 90 por ciento de las centrales se enfrían con agua dulce, y casi 40 por ciento de ellas están bajo un elevado estrés hídrico, lo que las vuelve cada vez más vulnerables. Mientras, India mantiene su compromiso de llevar la electricidad a todos los hogares para 2019.
«Una severa falta de regulación, el exceso de privatización y la corrupción arraigada son las principales razones de que este país esté al borde de una crisis hídrica», indicó Chintamani Reddy, especialista y exprofesor de geografía en Nueva Delhi.
Para peor, agregó Reddy, hay conflictos regionales por el acceso a los ríos interiores.
Los enfrentamientos con Pakistán, por el río Indo y el Sutlej, en el oeste y el norte respectivamente, y con China, por el río Brahmaputra, al este, son cada vez más comunes.
Pero por suerte, se están tomando algunas medidas para mejorar la situación.
Los agricultores indios forman parte de campañas de sensibilización sobre las últimas técnicas de irrigación, como el riego por goteo, y cosechan más agua de lluvia para detener la pérdida de fuentes de agua dulce.
También se trabaja sobre políticas de saneamiento modernas para conservar y utilizar con prudencia las fuentes de agua.
Hay grandes inversiones en energía eólica y solar, y se busca abandonar los combustibles fósiles en zonas con estrés hídrico.
India se propone lograr que 40 por ciento de su energía provenga de fuentes renovables para 2030 en el marco del Acuerdo de París sobre cambio climático.
Los conservacionistas esperan que si se mantienen esas medidas de forma estricta, India pueda minimizar la escasez hídrica. De lo contrario, el escenario apocalíptico que agobia a Sudáfrica bien podría ser el destino de India.
Traducción: Verónica Firme
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2018/03/la-falta-agua-india-presagia-futuro-apocaliptico/