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La fracturación hidráulica en el global-imperial-antichavista

Fuentes: Rebelión

Se las dan -o daban- de utilizar un cuidado castellano pero no les importa usar el término «fracking» en lugar de presión hidráulica. El americanismo paleto y servil es uno de los nudos de la actual cosmovisión del global-imperial. En efecto: manda quien manda. Viene esto a cuento del obituario que Sandro Pozzi [SP] dedicó […]

Se las dan -o daban- de utilizar un cuidado castellano pero no les importa usar el término «fracking» en lugar de presión hidráulica. El americanismo paleto y servil es uno de los nudos de la actual cosmovisión del global-imperial. En efecto: manda quien manda.

Viene esto a cuento del obituario que Sandro Pozzi [SP] dedicó a «George Mitchell, padre de la técnica del ‘fracking'». Su método para liberar gas y petróleo, es el subtítulo de la nota, «ha revolucionado el sector energético» [1]. Veamos la melodía:

El renacer energético que vive Estados Unidos, señala SP, le debe al texano George Mitchell, «pionero en el desarrollo de la controvertida técnica de extracción conocida como fracking, por la que, a base de inyectar agua, reactivos químicos y arena a presión, se libera el gas natural y el petróleo atrapados en la roca porosa». El método, asegura don Sandro, se reproduce ahora en todo el mundo -¿en todo el mundo?- y «en pocas décadas ha sido responsable de un vuelco sin precedentes en el sector energético, cuyas repercusiones geopolíticas están aún por evaluar en todo su alcance.» Publicidad fáustica irresponsable. De la peor.

Sigue escribiendo don Sandro: «el ingeniero murió por causas naturales el 26 de julio en Galveston, Texas. Tenía 94 años de edad». Empezó a utilizar la fracturación hidráulica con fines comerciales tres décadas atrás en el Barnett Shale, «cuando las petroleras preferían extraer la materia prima en vertical». Mister Mitchell vio el potencial en horizontal, «pensando en lo que podía recuperarse de pozos ya explotados fracturando el lecho rocoso para que los hidrocarburos pudieran fluir libremente a través de las grietas creadas en la roca». Olía el crudo, señala SP admirado y rendido a sus pies, «donde otros negaban que lo hubiera». ¡Qué listo, qué gran cabeza!

La técnica, prosigue, se pensó inicialmente para la obtención de gas natural, después se aplicó al petróleo. «Dakota del Norte y Montana viven ahora un verdadero boom», mientras EEUU, asegura SP publicitariamente, acelera el paso a la independencia energética. ¡Menos globos!

Mitchell, desde luego, de eso se trata, se hizo así multimillonario, «hasta el punto de integrar la lista de grandes fortunas que publica Forbes». ¡Qué exitazo, qué hombre de bien! A los 17 años, GM empezó a trabajar en los campos petrolíferos de Texas junto a su hermano. «Se graduó en Ingeniería y Geología por la Texas A&M University. Durante la II Guerra Mundial sirvió para el Cuerpo de Ingenieros de la Armada». Tras la guerra, trabajó para Oil Drilling, germen de Mitchell Energy & Development, «de la que fue presidente y que desde hace una década es matriz de la energética Devon». La vendió don GM por 3.500 millones de dólares. Mientras trabajaba en la tecnología del «fracking», a comienzos de los setenta, «probó también fortuna en el sector inmobiliario. Su gran pasión fue el proyecto The Woodlands en Houston». ¡Un angelito emprendedor vamos! Eso sí, señala SP, «siempre mantuvo los dos negocios separados». ¡Qué prudencia, qué sabiduría práctica!

La reflexión con la que don Sandro va finalizando su nota es pura emoción: «Como otros magnates forjados a sí mismos desde la nada, el ingeniero donó parte de su fortuna a obras filantrópicas. Fue de los primeros firmantes de la iniciativa Giving Pledge de Bill Gates y Warren Buffet». ¡Qué haríamos sin ellos!

La nota final es criticismo kantiano en estado puro. «Pero la práctica de la fragmentación también está rodeada de controversia, por su impacto medioambiental en los acuíferos.» ¡Qué crítico, qué lucidez! ¡Y ya está, a otra cosa!

¿Notamos las «profundidades críticas» de esta apología indocumentada del capitalismo y de la nueva tecnología fáustica cuyos riesgos y nefastas consecuencias han sido denunciados ya una y mil veces más, tanto en Estados Unidos como en muchos otros países del mundo?

¿Así debe presentar un diario mínimamente responsable la biografía de este ingeniero usamericano muy-americano? Pero es que el GISA (Global-imperial-sionista-antichavista) no es eso, dirán ustedes. Estamos de acuerdo.

Nota:

[1] http://economia.elpais.com/economia/2013/08/04/actualidad/1375653454_080358.html

Salvador López Arnal es miembro del Front Cívic Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra, director Jordi Mir Garcia)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.