El pago de impuestos es de los asuntos más fastidiosos para la ciudadanía. Hasta el punto de que la elusión fiscal es un fenómeno relativamente aceptado: las rentas muy altas no tienen escrúpulos en contratar asesores para que indaguen todas las formas legales de no pagar impuestos incluyendo la creación de figuras financieras como las SYCAV, o declarando residencias extranjeras. Tambien donándose entre sí, entre las grandes fortunas, a sus respectivas fundaciones importantes cantidades que desgravan, o creando entidades legales para que medien en sus ingresos y tributar al tipo empresarial y no al personal, además de aprovecharse de las subvenciones y desgravaciones asociados a este tipo de tributación, entre muchas otras medidas. El resultado final es que los empresarios pagan porcentualmente menos impuesto de la renta que sus propios empleados, como han llegado a admitir algunos multimillonarios un tanto escandalizados, léase Warren Buffet. Entre tanto, los otros multimillonarios callan.
El pagar pocos impuestos es un acto de militancia del liberalismo. Así lo reconocen los liberales que dicen querer reducir el Estado, pero del que se sirven a manos llenas cuando lo necesitan y al que exprimen hasta extenuarlo en cuanto pueden (privatizaciones, externalizaciones, contrataciones nepotistas, …). Es el caso de la cantidad de profesionales públicos, profesores, abogados, jueces, entre otros, que cobrando nómina de la administración pública tienen la desfachatez de hacer discursos en favor de la iniciativa privada que o bien no tienen o bien no les quiere.
Lo realmente llamativo es que la hostilidad de la derecha hacia el Estado no tiene mucha base material pues gracias al Estado la sociedad capitalista calma en parte la lucha de clases que podría ponerla en peligro.
Aún así, la derecha que se ve confiada, desarrolla un discurso con cierto éxito, que busca se extienda entre la población, y que se caracteriza por tres ideas:
– El Estado es un enemigo que oprime a la ciudadanía, en general las normas o leyes constriñen la acción de las empresas y las personas.
– El pago de impuestos es una extorsión de la que hay que liberarse.
– la rebaja fiscal como señuelo electoral que busca la complicidad de la ciudadanía y atraer su voto.
Desde el punto de vista de la Crítica de la economía política estas tres cuestiones adquieren un contenido distinto:
– El Estado es un mecanismo de solidaridad al servicio del capitalismo gestionado por la clase capitalista o por los segmentos más elevados de los asalariados.
– El pago de impuestos es una de las formas, actualmente la principal, de financiar la actividad estatal (educación, sanidad, dependencia, pensiones, y también monarquía, ejercito, policía, judicatura, prisiones).
– La rebaja fiscal suele debilitar por un lado el mecanismo estatal de solidaridad y acrecentar, por otro, la desigual contribución de las clases al presupuesto estatal; cuando es propuesta por la derecha el objetivo es que, proporcionalmente, los ricos paguen menos y los menos ricos paguen más (los pobres tienen poco que pagar, aunque también se les hace pagar a través de la imposición indirecta).
En consecuencia, la izquierda debería:
– Defender el Estado, aprender a gestionarlo, democratizarlo en la mayor medida posible
– Desarrollar la conciencia del pago de impuestos, procurar que las empresas y las rentas muy elevadas contribuyan en mayor medida, buscar fuentes de financiación alternativas (empresa publica)
– Señalar la falacia de la rebaja fiscal, enseñar a la ciudadanía que mientras el Estado no tenga medios propios de financiación tendrá que obtenerlos de los impuestos, que mejor los impuestos que la deuda publica que beneficia al poder financiero.
La lucha de clases se establece a todos los niveles de la sociedad ocupando todos sus poros; la derecha quiere convencernos de que la lucha es entre ciudadanos y Estado, pero no es más que otra forma de engañar y dividir. La lucha fiscal entre las clases es una vieja modalidad a través de la cual la clase capitalista pretende perpetuarse con la complicidad de sus numerosos medios, los de producción y los de comunicación. La clase obrera puede escapar de esta opresión, pero primero ha de tomar conciencia y ello presupone el conocimiento objetivo del funcionamiento de la sociedad. En ello estamos.
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