Es muy común que se aborde el tema de la hoja de coca estableciendo alternativas de cómo o qué hacer para que ese cultivo tan complicado pueda tener una «posibilidad real» de desarrollo y aportar en algo a la vida contemporánea. Del mismo modo es frecuente que dichas perspectivas -progresistas o conservadoras- aborden esta materia […]
Es muy común que se aborde el tema de la hoja de coca estableciendo alternativas de cómo o qué hacer para que ese cultivo tan complicado pueda tener una «posibilidad real» de desarrollo y aportar en algo a la vida contemporánea. Del mismo modo es frecuente que dichas perspectivas -progresistas o conservadoras- aborden esta materia aludida con un criterio absolutamente occidental y occidentalizado. Al respecto la Autónoma MARCA expresa su modesto punto de vista.
Empecemos aclarando que no se trata de montarnos en el tema por casualidad o porque queremos repetir argumentos manidos y usuales; por el contrario, nuestra intención es ayudarnos de la reflexión acerca de la hoja de la coca, para acusar el invisible trastrocamiento del proyecto nacional, señalar la racionalidad en la que está concebido y pensado este país, revela la insensatez en la que incluso los que queremos pensar al país de una forma diferente hacemos más de lo mismo; y es que el problema no obedece a las circunstancias, no obedece a mirar al país con otros ojos, por más que estos «nuevos» ojos sean más humanitarios o más socialistas… si el socialismo no parte de una siembra heroica, de un desprejuiciamiento -que no nos costaría poco a muchos-, no podría llegar a ser creación heroica. Por eso se trata ineluctablemente de podernos servir de este, entre otros problemas, para que nos revele nuestras propias limitaciones conceptuales y reales.
El Proyecto del Futuro
Este país esta pensado en el futuro. Un futuro que no sabemos si existe o no. Particularmente los que suscribimos el artículo pensamos que el futuro no existe. Al respecto se ha cernido desde la aparición misma de la humanidad el «cuco» del futuro. Así, desde los aspectos más escatológicos hasta los que nos proyectan cual cenicienta de una vida dura a una pingüe futura, son las formas en que se presenta social u ontológicamente este suceso del futuro. Sin embargo, hay que decirlo, así como la Coca Cola posee ideología contenida, los pitufos, o disneylandia; del mismo modo -obviamente- el criterio del Futuro es un criterio ideologizado. Sartén por el mango o terminamos quemados, el futuro no existe, esta por hacerse, lo que existe es el presente y el pasado, tal como lo refiere nuestra cultura enraizada en su cosmovisión que se teje con su historia y con los actos que hacemos en lo inmediato.
Este país se nos presenta como un programa, como una enorme posibilidad para plantearse, para hacerse, para planificarse, nunca como un país que se ha hecho y que continúa hechurándose. Eso no. Simplemente no. Este país es una posibilidad en el mejor de los casos, ya que en el peor… es lo que vemos. Los socialistas que somos muy optimistas y bondadosos, vamos a hacer un futuro no solo contingente sino incluso un futuro perfecto apodícticamente. Eso es lo que nos proponemos, propendemos y en esa tarea embargamos gran parte de nuestras acciones y reflexiones.
La coca es un problema pero podemos darle un futuro
La coca es un problema. El indio es un problema. Los andes montañosos y quebradizos son un problema… Por eso, razonar con el futuro es imprescindible. Pensar en cómo resolver el problema de la coca, es la tarea que nos debe embargar gran parte del tiempo actual. Industrializarla, productos alternativos, manejarla con planificación, maximizarla, etcétera, etcétera. Plazos, metodología, instalaciones, procesos, procedimientos, y un gran número de enumerados, que solo demuestran cuan poco conocemos de la coca. Ese tiempo que pasamos mirando que hacer con la coca en el futuro, debemos ver, que dice la coca.
Hay una difundida creencia que reza que la hoja coca mira el futuro, predice, «leer la coca» le llaman, «la coca habla» dicen otros, «la coca es mágica» aseveran. Lo cierto es que la coca, la hoja de nuestra planta milenaria, es un ser vivo entre nosotros, hace miles de años, y tal como hace algunos siglos se comportaban con los indios muchos buenos blancos que decían que éramos como niños y que necesitábamos tutoría, ahora los modernos herederos de esta pensamiento dicen que nuestra hermana planta necesita asesoría, ella no piensa dicen, ella es un ser estúpido, no le conceden la más mínima oportunidad de que hable, de que exprese su opinión… y es seguro que en este preciso instante en que algunos están leyendo este artículo, sientan ridículas o desmesuradas estas afirmaciones; pero no nos importa que vuelvan a motejarnos de incivilizados o de primitivos; la verdad es que ellos no saben ver la vida, no saben observar como conversa el viento, la piedra o el árbol; por eso afirman ciegamente, apodícticamente que es necesario brindarle un «futuro» a la hoja de coca.
Hace unos días le comentamos a la mama coca al respecto, ella río, y aún con la sonrisa en los labios nos dijo que estos que intentan planificar su vida son unos incivilizados… unos primitivos… no han aprendido nada, están en la época dónde no sabíamos como guarecernos del peligro mayor que ha amenazado a toda la humanidad: andar solos, sin comunidad. Nuestra comunidad no solo esta constituida por hombres, sino también por todos los seres de este multiverso andino-amazónico.
La Coca Hoy
La papa agria, y el mismo chuño, no podrían producirse sin la hoja de coca. A más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar, sin coca es fácticamente imposible hacer esfuerzos como los que son necesarios para producir a estos hermanos que nutren nuestra comunidad.
Toda la agricultura… escúchenlo bien… o léanlo bien, incivilizados occidentales, TODA LA AGRICULTURA en nuestro país esta ligada estrechamente a la hoja de Coca. Sin ella no podría ser viable este país, y eso que este país tiene tantos inconvenientes impuestos desde la colonialidad; pero aún así la coca hace posible la vida. La ganadería y mucha parte de la producción autóctona -este tema de que existen productos con valor agregado autóctono está aquí más que evidenciado- es tal solo por la existencia de la hoja de coca. En una reciente investigación hecha en Bolivia, algunos investigadores europeos han llegado ala conclusión que en muchos lugares en la producción de coca se invierten más trabajo que lo que reditúa esta actividad compensando la inversión en horas hombre. Estos investigadores -occidentales al fin, aunque sinceros y bienintencionados- argumentan que la causa es el valor simbólico, se trata ulteriormente de un producto con valor de uso -nuevamente el problema de diluir la economía en la política-, dotándola estrictamente de una explicación eminentemente social. El asunto no es de este talante. Se trata de un recurso estratégico para la producción autóctona, ese el motivo de invertir más trabajo que lograr dividendos económicos «justos». Sin la coca es imposible la producción en este país. Seguramente no nos creen, pues investiguen, y con absoluta seguridad llegarán a la conclusión de que en estas tierras (Pachamama) no es necesario reflexionar al estilo griego, aquí es mejor conversar e interactuar con el multiverso elemental de la Pachamama, con todas y cada una de sus criaturas, ellas te llevarán de la mano… pues como decimos aquí en la cordillera: «siga ese camino, ese caminito lo llevará a su destino», pero siempre el destino contempla la posibilidad inexcusable de la contingencia, incluso en la Pachamama.
Octavio Chambi Ancori
José Justo Calderón Dongo
Multiversidad Autónoma MARCA