El documental Cocalero, dirigido por el brasileño Alejandro Landes, obtuvo la mejor acogida en la competencia Latinoamericana Premio Ernesto Che Guevara, en el contexto del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, con cuádruple tanda de aplausos al término de la función y, antes, dos más durante la proyección. El acto también constituyó el […]
La cinta cuenta la historia de la determinación de un hombre: Evo Morales. Una cámara sigue a este sencillo personaje, quien con una sonrisa amplia recorre todos lugares de los últimos meses de su campaña como candidato a presidente de Bolivia. Cocalero también retrata la cultura indígena, el problema de la hoja de coca y los movimientos populares. Es la radiografía geopolítica de un territorio en constante ebullición, una región la cual lucha contra los intereses que pretenden apropiarse de sus recursos naturales simulando una guerra contra el narcotráfico, los que también exhortan a los campesinos indígenas a erradicar las cosechas de esta hoja, su único sustento: «Sin ella no hay nada», expresa un cultivador en el trabajo de Landes.
El director sostiene un charla con La Jornada sobre su trabajo.
Una de las cosas importantes de Cocalero, opina, es que «independientemente de que si gusta, se está o no de acuerdo con Evo Morales, el documental provoca sentimientos, porque hablan los protagonistas del movimiento cocalero, no los antropólogos o los políticos y no hay narración en off. Si bien el gancho es Evo -en el sentido de que la gente acude a verlo a él en la pantalla-, después se encuentra con Leonilda Zurita, quien sirve de guía y nos introduciremos al mundo de los campesinos. Creo que la reacción será mixta, habrá quien piense que (Evo) no debería ser presidente y otros aplauden que lo sea».
Evo, tema controvertido
El también periodista confesó: «Una de las cosas que quería captar es que la propia figura de Evo es muy controvertida. Aún me pongo nervioso al presentar la película. La interpretación es importante, hay gente que me ha dicho que Evo se ve como no competente; otros, que el largometraje es antiyanqui, y otros más, que es en favor de Bolivia. Cada persona llega con un bagaje a ver una película de la cual ya conoce su final… esa fue una de las incógnitas que nos plateamos: ¿cómo presentar algo tan del dominio público?, ¿cómo encontrar un sentido poético a algo que ha sido tan banalizado y mediatizado? El resultado es este retrato de Evo, que como colofón usa un traje mestizo cuando gana la presidencia porque no se pone un poncho ni un traje con corbata, y ese es el futuro de nuestra región y también del mundo, el mestizaje. Evo no habla quechua ni aymara de forma fluida, viste con tenis y pantalón de mezclilla, con una playera del Real Madrid: esas no son críticas, son realidades, y la razón clara por la que Evo ganó es porque reivindica algo mestizo».
Cocalero -agrega el director- es un esfuerzo panamericano: desde los músicos, que son mexicanos; la productora es argentina; la diseñadora, cubana, y yo, que soy brasileño-boliviano.
Alejandro Landes, hilvanado las respuestas anteriores, agregó: «La hoja de coca no es cocaína, pues aunque sirve como materia prima para hacerla alcaloide le agregan todo tipo de químicos para convertirla en cocaína. Dentro de los usos y costumbres de los indígenas existen los tradicionales, los religiosos y los curativos, pero lo que es seguro es que la actual política antidrogas estadunidense, específicamente en relación con la cocaína, no ha funcionado. Hay que buscar posturas más pragmáticas para resolver cualquier problema relacionado con el narcotráfico. Militarizar algunas regiones, como lo ha hecho Estados Unidos, lo único que está provocando es financiar al crimen organizado, y qué mejor ejemplo de mostrar eso que México y Colombia».
Para concluir esta idea, Landes afirma: «La película sirve para mostrar cómo los cultivadores de la hoja de coca fueron un detonante de soberanía nacional que ha llevado a Evo al poder y también que la actual lucha contra ella fracasa».
El director compartió con La Jornada la experiencia de haber retratado al indio aymara que llegó a la presidencia de Bolivia: «Fue increíble. A veces pienso que rodar con él fue la verdadera película, y el documental, sólo el registro, en el sentido de lo que fue pasar las noches durmiendo en los campos de coca en un país tan bello como Bolivia».
Marcos en una laptop
Se detiene un poco y la añoranza por su país adoptivo hace que algo que está en el tiempo pasado se revele: «Bolivia tiene una experiencia que es indomable, que sirve casi como una dramatización de los problemas de América Latina. Fue una increíble experiencia filmar Cocalero en los escenarios de sus paisajes naturales». Después, algo que está en la memoria visual lo hace regresar a la reflexión sobre su filme: «También hay un panorama iconográfico que habla del pasado y futuro de América Latina, que Evo y todos sus seguidores utilizan para legitimar su mandato; iconografías que van desde las banderas huipalas desplegadas, hasta las imágenes del Che extendidas en los cerros, y actos de campaña y el cubrepantallas de la laptop de Evo con la imagen del subcomandante Marcos«.
-¿Qué cambios sufrió Evo durante el rodaje?
-Sí hubo una transformación: el primer corte de pelo que se hace no es igual al segundo; ya no va a la peluquería, sino la peluquera va a él y no charla mucho con ella. Tiene que pasar todo el tiempo hablando por celular… sí, se transmiten esas sensibilidades humanas… la transformación más palpable fue cuando ganó y el semblante le cambió totalmente, pues se da cuenta de que el poder trasmite cierta soledad.
Landes comparte su ánimo sobre la próxima presentación de Cocalero en México: «Estoy ansioso por ver qué pasa en Guadalajara, ahora que presente el trabajo allá, porque tiene muchas escenas con las que el público mexicano podría simpatizar con Evo… hay un testimonio dentro del documental donde hacen un simulacro de conteo de votos y las posibles irregularidades que existirían, porque dentro del sistema democrático el ingrediente más importante es el sufragio y el voto, pero éste tiene tantos aspectos técnicos, de educación y formación para llevarse a cabo de forma transparente, que a veces en nuestros países no están presentes. Al público mexicano, con una amplia comunidad indígena, le puede interesar esto. Eso espero».