La energía solar es «una posibilidad de que los niños y niñas accedan a programas televisivos que contribuyen al proceso educativo, algo que antes no podíamos hacer», dice Elsa Fonseca, maestra rural de una escuela en la serranía del oriente cubano. Por su parte, María Mercedes Prado, residente de la zona de Arroyo Colorao, en […]
La energía solar es «una posibilidad de que los niños y niñas accedan a programas televisivos que contribuyen al proceso educativo, algo que antes no podíamos hacer», dice Elsa Fonseca, maestra rural de una escuela en la serranía del oriente cubano.
Por su parte, María Mercedes Prado, residente de la zona de Arroyo Colorao, en las inmediaciones de la Sierra Maestra, el macizo montañoso más grande del país, señala que, gracias a la energía solar, «los vecinos, en cuyas casas no hay electricidad, acuden a la sala de vídeo y pueden disfrutar de muchos filmes y documentales».
Este tipo de energía es una de las fuentes alternativas que se está empleando en Cuba con una doble misión: contribuye al ahorro energético y propicia que haya fluido eléctrico en lugares donde no llega el Sistema Electroenergético Nacional.
En las comunidades montañosas y alejadas de las grandes urbes, los paneles han propiciado la electrificación de escuelas rurales y de servicios básicos sociales en comunidades aisladas.
Sin embargo, pese a la gran cantidad de días de sol en el archipiélago, su uso es limitado y está vinculado principalmente a la instalación de calentadores solares de uso doméstico y paneles fotovoltaicos.
Aunque esas experiencias no son nuevas, se han incrementado en los últimos tres años con la llamada «revolución energética», que comprende además la sustitución de equipos domésticos de alto consumo eléctrico y el cambio de bombillos incandescentes por ahorradores, entre otras acciones.
Según los especialistas, el 94 por ciento de la generación de electricidad se obtiene del petróleo, lo que presupone una alta vulnerabilidad.
Otras fuentes
La producción de energía eléctrica a partir de la biomasa cañera comenzó en la isla desde inicios del siglo XX, con plantas generadoras acopladas a las fábricas, que permitían obtener electricidad mediante la cogeneración.
Pese a que en la última década la agroindustria azucarera perdió su antiguo protagonismo, durante la zafra, que se extiende de diciembre a mayo, las fábricas de azúcar generan electricidad a partir del bagazo de la gramínea para alimentar de electricidad la propia industria.
En al artículo «La economía cubana y las fuentes alternativas de energía renovable», el investigador Armando Nova afirma que «el éxito se centra en generar la mayor cantidad de electricidad por tonelada de caña molida y consumir lo menos posible mediante el ahorro».
A su juicio, la bioenergía constituye la vía con mayor potencialidad, por ser Cuba un país agrícola y contar con una agroindustria cañera que genera millones de toneladas anuales de subproductos, derivados y residuos con alta potencialidad de generación de energía.
En los últimos años han tomado fuerza las investigaciones y mediciones del viento para la creación de parques eólicos.
La utilización del viento para generar energía eléctrica, en sustitución de los hidrocarburos fósiles, es ya una realidad en los tres puntos del país donde han sido ubicados molinos de viento.
El proyecto Gibara I, inaugurado a inicios de año en el oriente cubano, permitió ahorrar 800 toneladas de petróleo en solo 100 días, según reportes televisivos.
Actualmente, en varias provincias del país hay instaladas 100 torres anemométricas con equipos de medición. Los resultados, hasta la fecha, ubican a la costa norte de la provincia de Holguín, en el oriente, con las mejores condiciones para el desarrollo de este tipo de energía.
Según el Mapa Eólico confeccionado por la Academia de Ciencias, en el país existen 32 puntos con una potencialidad estimada de unos 600 megavatios/hora. Algunas evaluaciones estiman que, para 2030, la generación de energía eólica y fotovoltaica podría satisfacer 4,5 por ciento de la demanda total.
Si alto es el potencial de los vientos, escasas son las posibilidades para construir centrales hidroeléctricas de mediana y gran capacidad, debido a las características de la isla y las pocas potencialidades hidráulicas.
De acuerdo con cálculos preliminares, mediante la utilización de fuentes renovables de energía, el país puede ahorrar 1.054.300 toneladas equivalentes de petróleo.