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La incómoda libertad de pensamiento de Castelao

Fuentes: El Salto

Este año se cumple el 75º aniversario del fallecimiento del artista e intelectual Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, una de las figuras más reivindicadas en jornadas como la que esta semana se celebra del Día das Letras Galegas. El profesor Xoan Carlos Garrido ha investigado sobre la obra de esta figura clave de la historia de Galicia.

En 1936 el Partido Galeguista se encontraba en el mejor momento de su historia. Sus candidatos habían obtenido 287.000 votos en las elecciones de febrero y marzo de ese año, dentro de las listas del Frente Popular del que formaban parte. El Estatuto de Autonomía de Galiza había sido aprobado el 28 de junio de 1936 por 991.476 votos a favor, 6.085 en contra y 1.378 en blanco.

Uno de los artífices de ese Estatuto había sido Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, a quien el golpe de estado fascista, que fracasa el 18 de julio y da comienzo a la Guerra Civil Española, lo encuentra en Madrid, trabajando en su condición de diputado de las Cortes de la Segunda República. Desde ese día nunca regresará vivo a Galicia.

Rodríguez Castelao falleció en 1950 en Buenos Aires, y en aquel momento el dictador Francisco Franco dio orden expresa de cómo tendría que ser anunciada la noticia de su muerte. Los diarios de la época sólo la podrían reflejar en páginas interiores, con una columna de extensión como máximo. En el caso de llevar insertada alguna fotografía, ésta no podría ser de ningún acto político, y únicamente se mencionarían sus facetas de caricaturista, humorista o literato. Sólo se podría hacer referencia a su personalidad política siempre que se destacara ésta como errada, y que, por lo tanto, se esperaba de la misericordia de Dios el perdón de sus pecados.

Los restos de Castelao llegaron a Santiago de Compostela en 1984, bajo una fuerte polémica y la oposición de un importante sector del nacionalismo gallego, en un momento en el que el también multifacético Gerardo Fernández Albor —además de reconocido médico y político, también había combatido como alférez provisional en el bando franquista, se había formado como aviador en la Luftwaffe de Adolf Hitler y había dado muestra de sus habilidades como negociador reuniéndose con los más destacados capos del narcotráfico gallego en Portugal— ocupaba la presidencia de la Xunta de Galicia.

La iniciativa había sido presentada por el diputado de Esquerda Galega Camilo Nogueira, y aprobada por unanimidad por el Parlamento de Galicia, teniendo en cuenta que, de esta cámara, habían sido expulsados en diciembre de 1982, como consecuencia de una modificación de dudosa constitucionalidad y aplicación retroactiva de su reglamento, los diputados de la coalición Bloque Nacional Popular Galego – Partido Socialista Galego, Bautista Álvarez, Claudio López Garrido y Lois Diéguez, por no haber jurado o prometido la Constitución Española.


El “hombre de las cruces”, como había sido apodado por Ramón Otero Pedrayo, por su fijación con el estudio de los cruceiros, es un personaje tan excesivamente citado como ignorado, y hay quien incluso aún le sigue negando a Castelao su condición de pensador, a pesar de que incluso su obra artística tiene una fuerte carga teórica y está llena de una ironía movilizadora.

Para acercarnos a su figura, en el 75 aniversario de su muerte, el Salto ha conversado con Xoan Carlos Garrido, una de las personas que más ha profundizado en el pensamiento político de Castelao. Garrido es profesor de filosofía y director del IES Chano Piñeiro de Forcarei (Pontevedra) y, entre otros ensayos, en el año 2000, en el 50 aniversario de la muerte de Castelao publicó O pensamento de Castelao (A Nosa Terra), donde abrió nuevas líneas de reflexión sobre el ideario del político de Rianxo, sentando las bases para evitar el fraude en la difusión de su personalidad.

Ahora, en el 2025, ha escrito para la Fundación Galiza Sempre, 75 anos de legado de Castelao, publicada dentro de la colección de Grandes Efemérides de Galiza de esta institución.

El hecho de tratar de unidimensionalizar a Castelao imponiéndole un único calificativo, ¿crees que supone una infravaloración de su figura? ¿Hay alguna de sus facetas que se tienda a descalificar de una manera más acusada?

Castelao se va a tratar de diseccionar desde el poder para que no se tenga una visión de conjunto de él. Siempre se dijo que se ponía el acento en la parte artística porque era menos conflictiva para la clase dirigente, pero realmente la parte artística de la que él está más orgulloso son creaciones muy eficientes de cara a la movilización emocional del pensamiento crítico. Desde un relato como A Marquesiña hasta cualquiera de los dibujos del álbum Nós representan denuncias de las injusticias, en un intento de que los que tienen menos recursos se sientan más visibles y con fuerza para cuestionar a los que los dominan.

Si aún así hubiera que elegir una entre todas, ¿cuál podría ser la más legítima?

Realmente, como decía, la faceta artística de Castelao estaba muy politizada. Pero esto no quiere decir, que los que reivindicamos un Castelao completo lo tengamos que ver sólo a través de su faceta como militante de una organización política. Él entendía la militancia política como un instrumento para la defensa de unas ideas, esas mismas ideas que reflejó a través de las artes. Lo fundamental fueron sus ideas, y eso es lo que no se quiere entender, por eso se toman en ocasiones alguno de sus dibujos o párrafos aislado para tratar de traicionarlas, porque su manera de pensar era totalmente inasimilable por las clases dominantes.

En tu libro O Pensamento de Castelao recuerdas que nuestro protagonista recoge sólo los elementos que le son útiles de diversas corrientes teóricas llegando a la misma conclusión que otros pensadores nacionales y universales, ¿podemos ver esto como oportunismo teórico o más bien como una conciliación entre teoría y praxis a través de estos elementos antagónicos?

En términos ideológicos, Castelao fue fundamentalmente un antifascista, que analizó el fascismo de una manera muy profunda, como la existencia dentro de la humanidad de personas oportunistas utilizando los recursos que tienen a su alcance y las teorías producidas por otros para conseguir sus fines. Su pensamiento puso el foco en los excluidos, en los invisibles, pero a partir de las injusticias reales para tratar de superarlas y liberarse de esas opresiones, desde personas de carne y hueso, no de conceptos abstractos. Castelao mantuvo la coherencia durante su vida, cuando le fue mal al país, también le fue mal a él; a diferencia de otros a los que siempre le fue bien porque supieron situarse cuando les convenía como el faro de la República, y cuando no, eran los legitimadores o los avales del franquismo.

A pesar de que Castelao no cayó en la obsesión de renunciar al diálogo con las grandes corrientes ideológicas mundiales, ¿el hecho de que no se había adherido expresamente a ninguna de ellas, crees que lastró su reconocimiento como pensador?

Claro, porque aquí se descalificaba como pensador al que no había estado adscrito a una corriente. Castelao no le valía a las corrientes de pensamiento que había en su momento, por ejemplo a la corriente de tipo racionalista kantiana que respondía al proyecto progresista de la Ilustración que defendía la uniformidad de la humanidad con la desaparición de las distintas fronteras, culturas, lenguas o de la pluralidad que ponía por delante la razón a los sentimientos. Tampoco le resultaba útil a la corriente irracionalista que partía de los sentimientos o de las emociones, pero de una manera individualista e incapaz de salirse del yo de cada quien, que no permitía construir comunidad o sociedad, todo aquello que él pretendía a nivel de igualdad y justicia. Corrientes de pensamiento que, por cierto, acabaron legitimando precisamente al nazismo.

Castelao señaló que el internacionalismo fue usado para encubrir los intereses de los dominantes en ejercer su tutela. ¿Cómo afrontaba el conflicto entre clases sociales teniendo en cuenta la realidad gallega, donde se producía la excepcionalidad de que la mayoría de los explotados son también propietarios?

Castelao defiende que tenemos que tener un pensamiento propio, y partir de nuestra realidad para construir un discurso emancipador, no de conceptos o ideas abstractas. Ideas que, por cierto, no se puede decir que los que se habían adscrito a ellas las asumieron. Castelao trató en Sempre en Galiza poner en evidencia a un republicanismo que, cuando llegó al poder, abandonaba su defensa de un modelo de Estado federal. Pero esto no sólo sucedió con el republicanismo, sino también con el resto de fuerzas progresistas, desde la socialdemocracia, a los anarquistas y comunistas. Él detectó en su diálogo con todos ellos que no eran coherentes ni con su propia ideología.

Aun así, Castelao sabía que los más oprimidos eran los que menos lo conocían y menos estaban en contacto con su arte, de hecho Castelao trató de emplear el arte de la manera que fuera más eficaz para llegar a ellos, un arte que iba dirigida a cuestionar y señalar a la “inteligencia” del país, que vivía de espaldas a los problemas de la sociedad.

Xoan Carlos Garrido

Castelao entró en marzo de 1946 como Ministro de Galicia en el gobierno republicano en el exilio de José Giral, probablemente muy a pesar de compañeros del Partido Galeguista como Ramón Piñeiro o Xoan Xosé Plá. En otro de tus libros, Castelao contra Piñeiro. Piñeiro contra Castelao (A Nosa Terra), revelas que Piñeiro llegó a decir de él que carecía de sentido político y que tenía un genio violento y arbitrario; y Plá que no era a persona indicada para ocupar ese cargo. Aunque después el propio Piñeiro intentó maquiavélicamente anotarse el tanto de que había sido él quien había propuesto al propio Castelao. ¿Qué destacarías de esta relación entre estos “galeguistas del interior” o “los jóvenes intransigentes del 36” —como se autodenominaban— y Castelao?

Yo creo que dentro de los partidos políticos existe normalmente una vanguardia, unas personas que están más formadas ideológicamente, y otras personas que están menos formadas y que no tienen una ideología tan firme. Normalmente en las direcciones están las personas más formadas. El 36 significó una ruptura de eso. Los cuadros más significativos del nacionalismo gallego fueron apartados, bien porque fueron asesinados por el fascismo como Alexandre Bóveda, o bien porque se tuvieron que exiliar como Castelao. Entonces, algunos que quedaron en el Partido Galeguista no tenían esa firmeza ideológica, ni esa formación política.

Castelao se vio en una posición difícil, él tenía una manera de pensar que quiso transmitir a las siguientes generaciones con Sempre en Galiza, pero se encontró con que aquí, por razones logísticas —al no estar “quemado” dentro del franquismo y poder así hacer trabajo clandestino—, quedó como referente Ramón Piñeiro, quien tenía una manera de pensar bastante diferente a Castelao. Piñeiro no era nacionalista, era una persona fundamentalmente anticomunista y, sobre todo, incoherente; ya que en un momento dado defendía unas posiciones, y en otro rato otras, llegando a acabar en las filas del PSOE. La relación con estos “galeguistas del interior” fue bastante traumática para Castelao, que aún así trató de no romper con esta nueva dirección del partido, porque había cosas que tenían en común, como la defensa de la cultura o de la lengua. Después, a nivel más concreto, por ejemplo Castelao nunca aceptó la monarquía, a diferencia de muchas otras fuerzas políticas antifranquistas.

28 de junio de 1984, llegada a Santiago de Compostela del féretro con los restos de Castelao. Aunque en aquel momento eras muy joven, tu compromiso político tiene un largo recorrido. ¿Tienes algún recuerdo de aquel día?

Recuerdos sí que tengo, claro. De hecho, en aquel momento yo no estuve muy de acuerdo con las posiciones que mantuvo el nacionalismo porque pensaba que la sociedad del momento no iba a entender su posición de no jurar la Constitución [se refiere a los diputados de la coalición del Bloque Nacional Popular Gallego (BNPG) y Partido Socialista Gallego (PSG)], pero me parecía una postura totalmente coherente. ¿Cómo vas a jurar una Constitución monárquica y confesional? ¿Eso que clase de democracia es? Pero yo pensaba que esa posición iba a ser utilizada por el sistema para tratar de “liquidar” esas opciones más contestatarias con él. La barbaridad que se cometió con la expulsión, de madera retroactiva, porque ya estaban ejerciendo, de los diputados del BNPG-PSG del Parlamento no tuvo comparación con otras situaciones que se dieron en otros lugares del Estado español.

También el promotor de la iniciativa, Camilo Nogueira (Esquerda Galega) fue blanco de las protestas. ¿Se daban las condiciones que el mismo Castelao exigiría para volver o piensas que en ese contexto debería seguir en Argentina?


Lo que no se puede hacer es esto —refiriéndose a la expulsión de los diputados del BNPG-PSG— y al mismo tiempo traer a Castelao, porque el Parlamento expulsó a aquellos representantes que compartían su pensamiento y sus ideas. Si el traslado de los restos se hubiera hecho más adelante, no habría sido tan chocante. ¿Cómo se puede hacer una disociación tan brutal de expulsar la unos diputados que defienden un modelo de Estado federal y laico y al mismo tiempo traer de vuelta a un referente de esas ideas? Esta maniobra del poder, que estaba en una posición de fuerza incomparable, me pareció intolerable.

Por lo tanto, en ese contexto no se deberían haber traído los restos de Castelao, con posterioridad seguramente sí; aunque no lo tengo muy claro, porque se sigue criminalizando a los republicanos y vivimos en un Estado que no rompió con las razones por las que produjo el golpe militar.

Lo que sucede es que si hubiera que esperar a que esto fuera una república federal, Castelao no vendría en no sé cuánto tiempo. Yo no digo que el país tenga que estar liberado para que vengan los restos de Castelao, pero lo que no puede ser es utilizar el regreso de los restos de Castelao como sucedió en aquel contexto donde había quien estaba dando la batalla por sus ideas.

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Castelao defendió un modelo económico exento de dominación y en el cual los ciudadanos no tuvieran que degradarse hasta convertirse en herramientas de otros. Su lucha política estuvo también orientada, además de al reconocimiento de la personalidad nacional de Galiza, a la defensa de los intereses de las clases populares, sobre todo de los marineros y labradores.

Resulta obvio pensar que la gestión y responsabilidad en el uso de los recursos naturales de un territorio es un elemento esencial en este aspecto. Así, haciendo uso de su habitual ironía, desarrolló durante su obra una crítica de la mistificación del progreso —pudiendo incluso encontrar, ya de aquella, elementos coincidentes con una perspectiva ecologista—, un azote continuo a la figura de los caciques y una realista aproximación al fenómeno de la emigración, presentándola como una huida ante la falta de expectativas.

75 años después de la muerte de Castelao, con buena parte de las aldeas gallegas casi vacías, jóvenes emigrando de manera continua en búsqueda de un futuro mejor, y proyectos como la macrocelulosa de Altri o la mina de litio de Doade llamando a las puertas, la realidad nos hace ver que la obra y la acción política de Castelao están más viva que nunca. Sus ácidos análisis pueden ayudar a entender las maniobras de un gobierno gallego que no es quien de disimular su incomodidad a la hora de tratar la figura del pensador rianxeiro.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/galicia/pensamiento-politico-castelao