María Teresa Domínguez [MTD] es presidenta del Foro de la Industria Nuclear Española. Muy poco después del segundo accidente de mayor gravedad de la industria nuclear, y uno de los más importantes de la industrialización humana, sostenía, cuando llegaban las primeras noticias de lo sucedido y no se conocían las dimensiones reales de la hecatombe […]
María Teresa Domínguez [MTD] es presidenta del Foro de la Industria Nuclear Española. Muy poco después del segundo accidente de mayor gravedad de la industria nuclear, y uno de los más importantes de la industrialización humana, sostenía, cuando llegaban las primeras noticias de lo sucedido y no se conocían las dimensiones reales de la hecatombe de Fukushima, que lo sucedido corroboraba fuera de toda duda y comparación la seguridad del diseño de los reactores nucleares. Duros como una roca, firmes contra huracanes de acero: ¡con lo nuclear nadie podía! Ni siquiera un terremoto de enorme potencia se atrevía a toserles en la cara. Cuando se supo lo que estaba ocurriendo realmente, enmudeció. Hasta ahora.
Con fecha 31 de mayo de 2011, tras conocerse la decisión del gobierno alemán, una decisión que está sentando como una patada en la cara de un Mosso d’Esquadra de Felip Puig en muchos centros lobbistas nucleares, se ha despachado con un artículo en Público [1], una rabieta de publicista pronuclear resentida. Sostiene en él, tras dar cuenta a su modo y manera de la decisión del gobierno Merkel [2] y recordar que «la energía nuclear en Alemania supone casi un 25% de la electricidad que se consume en el país» (en realidad es el 23%, y MTD, que es física o ingeniera nuclear conoce o debería conocer la cifra con precisión), que desde «el punto de vista ambiental, de acuerdo con la Confederación de la Industria Alemana BDI, un rápido abandono de la energía nuclear supone el aumento anual de las emisiones de gases contaminantes en más de 70 millones de toneladas de CO2». Habría que comprobar las fuentes, pero es obvio que a MTD no se le ocurre pensar ni hablar de mayor eficacia energética, de austeridad, de consumo responsable nada fáustico, además de olvidarse, diga lo que diga la publicidad nuclear, que mirada en su totalidad la energía nuclear no es limpia respecto al CO2. Como siempre, en el horizonte el cuento de hadas atómico: limpia, barata, segura y pacífica [3].
Sostiene MTD además que «a pesar de que Alemania tiene alrededor de un 30% de capacidad de interconexión eléctrica con sus países vecinos», renunciar a la energía nuclear supondrá el uso de centrales térmicas de carbón para producir la energía eléctrica que deje de producirse por las nucleares. Las organizaciones ecologistas alemanas, Die Linke también, sostienen que no tiene por qué ser así a medio y largo plazo. El gobierno Mekel ha anunciado una fuerte inversión de medios e investigación en el ámbito de las energías alternativas.
La decisión del gobierno alemán, asegura MTD, «pone en peligro la continuidad de la industria pesada y supone una amenaza para el mantenimiento del empleo». El gobierno alemán, visto está, mantiene pulsiones antinucleares pueriles, es un abanderado del decrecimiento y pretende ubicar Alemania en los próximos años entre los países del BRIC. Será eso.
Y no sólo es eso: puestos a alarmar se alarma. Esto, el parón nuclear alemán, motivará a su vez, según MTD, «un desequilibrio en el suministro de la mayor parte de los países del continente europeo». ¿Mayor parte de países?, ¿desequilibrio?. Sin mayor concreción ni precisión. Afirmar sin argumentación; esta es la cuestión, recogiendo las posiciones de los opositores europeos, franceses y suecos sobre todo, a la decisión alemana.
No basta con eso. MTD confía -¿por qué?- que la decisión que acaba de tomar Alemania se reconsidere muy pronto [4] -¿por quién, por quienes, por qué fuerzas políticas?-, asegurando además que «la operación a largo plazo iba a permitir a su industria disponer de una tecnología de generación de electricidad fiable, estable, competitiva y respetuosa con el medio ambiente». El cuento nuclear, una vez más, una y mil veces repetido, olvidando desde luego el inmenso marrón que deja el abandono de la industria: los residuos radiactivos. La decisión, en opinión de MTD, no puede ser trasladada a otros países. ¿Por qué? Porque, en contra de toda evidencia disponible, tiene «un carácter coyuntural» y Alemania tiene una enorme capacidad de interconexiones en la red. ¿Carácter coyuntural de la decisión?, ¿algún gobierno en perspectiva que anuncie la vuelta a lo nuclear?
MTD se olvida, eso sí, de algunos datos esenciales. Estos por ejemplo: el Consejo Mundial para las Energías Renovables estima que la industria nuclear ha recibido alrededor de 1 billón de dólares, al valor actual, de dinero público en todo el mundo, mientras que el conjunto de las energías renovables no ha recibido hasta la fecha más que unos 50.000 millones [5]. Little David, big Goliath. La potencia total instalada en nuestro país es de más de 97.000 MW: la nuclear sólo representa unos 7.800 MW y la demanda máxima histórica energética española, que se produjo en 2007, no llegó a los 45.000 MW [6]. España, por otra parte, está exportando este año el 3% de la electricidad producida.
La posible sustitución tendría otra ventaja adicional a tener muy en cuenta ha señalado un lector de Público: reduciría la dependencia energética del exterior ya que las renovables son autóctonas (recursos, tecnologías) mientras que la energía nuclear se considera en las estadísticas oficiales como nacional pese a que nuestro país no posee actualmente minería ni mineralurgia de uranio. Ni tampoco, desde luego, enriquecimiento isotópico.
El triunfo del movimiento antinuclear europeo es evidente. De todas aquellas movilizaciones, de todos aquellos encuentros, actos de protesta., investigaciones, materiales de estudio y divulgación, estos resultados. ¿No vale la pena tomar nota y ponernos de nuevo?
El Foro de la Industria nuclear española, también su enrabietada presidenta, cree o dice creer que la decisión alemana costará más del 33.000 euros al sector. ¿A qué sector?, ¿al privado? Desconozco los cálculos pero aun cuando fuera así, ¿cuánto va a costar a los ciudadanos japoneses, y a todos los ciudadanos del mundo, en general, al desastre de Fukushima y sus largas y diversas prolongaciones
PS. El próximo domingo, 5 de junio, está anunciada una manifestación antinuclear en Barcelona bajo el lema: «¡Cerremos ya las nucleares!» Más de 80 entidades de la sociedad civil de Catalunya invitan a la ciudadanía a participar en la manifestación para exigir: un calendario de cierre urgente de las centrales nucleares que aún funcionen en Catalunya y en el Estado; que no se conceda la renovación del permiso de explotación de la central de Ascó que caduca el 1 de octubre de este año que se abandone definitivamente el proceso de ubicación del ATC de residuos radioactivos; que después de decidir el calendario de cierre, se abra un proceso de participación pública para decidir cómo abordar la gestión de los residuos radioactivos que las centrales nucleares del Estado han dejado a lo largo de sus años de funcionamiento; y que se elabore una estrategia para una transición energética acelerada hacia un sistema eléctrico fundamentado en el ahorro, la eficiencia y tecnologías de generación basadas al 100% en fuentes renovables.
Notas:
[1] María Teresa Domínguez, «Giro alemán desacertado tras Fukushima». Público, 31 de mayo, p. 33.
[2] Ingo Niebel -«Alemania adelanta el apagón nuclear a 2022»- informaba el pasado martes en Gara – http://www.gara.net/
El Partido Socialdemócrata alemán se ha mostrado abierto a colaborar con el Gobierno para llegar a un acuerdo. Sus condiciones: que se retomen los principios del «compromiso nuclear» firmado hace una década entre el partido, los Verdes y la industria nuclear en torno al abandono de la energía atómica, y que arrojado a la basura en 2010 por el actual gobierno, entonces netamente pronuclear.
Lejos de esta euforia se sitúan las reacciones de los Verdes, de Die Linke y de las organizaciones ecologistas. El Partido Verde se muestra escéptico con el plan de Merkel. Claudia Roth ha declarado que había que fijarse «en la letra pequeña» del proyecto de ley que el bipartito va a presentar al Parlamento. El jefe del grupo parlamentario, el ex ministro Jürgen Trittin, subraya que ahora hay «más preguntas que respuestas» que antes. Según Niebel, la reacción del Partido Verde se explica por el hecho de que con su política antinuclear ha experimentado un espectacular auge que tras la catástrofe de Fukushima le ha colocado al mismo nivel que la CDU y el SPD. Merkel les secuestra el tema que es el principal pilar de su credibilidad ante el electorado.
Por otra parte, «lo que en un principio puede aparecer como una inteligente jugada política de la canciller podría costarle cara. Supone dar un giro de 180 grados en la política nuclear de la CDU que, junto con la CSU y el FDP más el SPD, siempre ha velado por los intereses del oligopolio energético». La multinacional RWE apoyó a Merkel para que junto con el FDP acabara con el «compromiso nuclear» firmado con el SPD y los Verdes en 2000. Logró su meta en 2010: el bipartito acordó prolongar la vida útil de las centrales del año 2023 hasta 2035. El proyecto salió de una reunión a puerta cerrada entre Merkel y los presidentes de las alemanas Eon, RWE, EnBw y la sueca Vattenfall, las cuatro empresas que controlan el mercado nuclear alemán. La misma canciller paró en seco en plan en marzo de 2011 al decretar el cierre provisional de las siete centrales más antiguas. Desde entonces RWE ha cambiado de estrategia llevando al Gobierno a los tribunales por ese cierre forzoso, ya que varios juristas lo consideran ilegal.
Por su parte, tanto Greenpeace como la Federación de Medio Ambiente y Naturaleza de Alemania (BUND) consideran el plan de Merkel «poco ambicioso»»: estiman que se podría acelerar el cierre definitivo de todas las centrales nucleares. Algo similar piensa Die Linke. Su copresidenta Gesine Lötzsch considera viable que para 2014 se apaguen las centrales nucleares germánicas. Además, ha instado a Merkel que diga cómo se financiará el final de la energía nuclear.
[3] Para una excelente aproximación crítica a la industria nuclear y a las apuestas tecnológicas irresponsables, véase «50 Nobel Alternativos demandan el final de la energía nuclear» http://www.rebelion.org/
[4] En la misma línea que la jefa de la multinacional gala Areva, Anne Lauvergeon, quien ha sostenido que en Alemania «aún puede pasar» muchas cosas hasta 2020. Recuérdese que tan sólo la sueca Vattenfall opera dos centrales nucleares en Alemania.
[5] Un lector de Público recordada este dato.
[6] Ladislao Martínez -«Un cierre nuclear es posible», Público, 31 de mayo de 2011, p. 33- recordaba este dato.
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