Una nueva batalla mediática colea por el ambiente madrileño. La política-espectáculo, la hegemonía del relato, la propaganda. Ocurre aquello que sucede en los medios, a ritmo televisivo y a golpe de tuit, con el afán de conmover y mover a la opinión pública. Política entretenimiento. El nuevo Ayuntamiento de Madrid, encabezado por el alcalde José […]
Una nueva batalla mediática colea por el ambiente madrileño. La política-espectáculo, la hegemonía del relato, la propaganda. Ocurre aquello que sucede en los medios, a ritmo televisivo y a golpe de tuit, con el afán de conmover y mover a la opinión pública. Política entretenimiento. El nuevo Ayuntamiento de Madrid, encabezado por el alcalde José Luis Martínez-Almeida, señaló desde antes de la campaña electoral del pasado mes de mayo dos objetivos prioritarios. Uno ha resultado un fracaso. El segundo se marca en el calendario: principios de septiembre.
El primero, Madrid Central. Tras el fiasco de no poder tumbar la medida estrella por exigencia de dos juzgados, las multas a los vehículos contaminantes continúan en el centro de Madrid. Victoria de los ecologistas. La resistencia política y social a la vuelta atrás de Madrid Central consiguió reunir a miles de personas de distintos colectivos sociales en una masiva manifestación contra esta promesa del gobierno de las derechas y ultraderechas municipales. Fue el primer hito de contestación ciudadana al tándem Almeida-Villacís y la primera derrota del equipo de gobierno.
El segundo, La Ingobernable. El centro social okupado del Paseo del Prado, esquina calle Gobernadores, se presenta como el próximo campo de batalla discursivo y mediático de la derecha madrileña que aspira a extenderse como un tema de política estatal, y no local. La semana pasada, el alcalde ponía fecha para el desalojo: el próximo 2 de septiembre. Hasta entonces, el consistorio ha de notificar a los activistas que marchen del edificio de propiedad municipal. Una vez estos no se vayan, el gobierno municipal habrá de acudir al juzgado para que se materialice el desalojo. De momento, nadie ha avisado al centro social okupado.
Algunos medios de derechas han usado, durante los últimos meses, un lenguaje duro contra este centro social. «Nos criminalizan, pero somos conscientes de que no solo criminalizan a La Ingobernable, sino a un modelo de entender la ciudad y a otros muchos centros sociales que siguen el mismo modelo», advierte Serlinda, una de las portavoces de la asamblea de La Ingobernable, a cuartopoder.es. La Ingobernable, durante los últimos dos años, se ha convertido en un símbolo del movimiento okupa de Madrid, tras la desaparición del Patio Maravillas, Casablanca u otros, y en centro neurálgico de buena parte de sus movimientos sociales.
El edificio, de titularidad pública, fue cedido por el gobierno de Ana Botella a la Fundación Ambaz para la construcción de un museo privado. Tras esto, ya con el gobierno de Manuela Carmena, fue okupado, año 2017, y en él participan rutinariamente decenas de colectivos sociales, organizando sus asambleas, reuniones y actividades. En palabras de Serlinda: «Un espacio para soñar, para crear multitud de sinergias o de ideas».
Pero, ¿qué aporta este tipo de centros sociales a la ciudad?, preguntamos. «Una alternativa, frente al modelo de ciudad que se nos impone». ¿Y quién se beneficia de esta «alternativa»? «Las vecinas de la ciudad, del barrio, pues forman parte de La Ingobernable, las compañeras del 8M se organizan desde aquí, no se entiende La Ingobernable sin el movimiento feminista, también los movimientos ecologistas que están haciendo tambalear algo el sistema en este sentido, movimientos como Fridays for Future o Juventud por el Clima«, valora esta activista.
«Los okupas no quieren a Almeida», con este lema, carteles de propaganda del PP aparecieron en las estaciones de metro de Madrid hace unos meses. Almeida comenzaba su campaña electoral. La Ingobernable era un elemento central de la misma. La okupación ha sido uno de los temas más recurridos por las derechas y ultraderechas desde que en la pasada legislatura los «ayuntamientos del cambio» llegaron al poder. En Barcelona, a Ada Colau se le ha acusado en múltiples ocasiones de ser permisiva, cuando no cómplice, con los okupas. En Madrid, hacían lo propio con Carmena.
Es más, desde que Pedro Sánchez llegó a la Moncloa tras la moción de censura a Mariano Rajoy, «El okupa de la Moncloa», se le calificaba al presidente del Gobierno desde los medios y salas de prensa de derechas. En la radio, los anuncios de alarmas de seguridad para viviendas se repiten una y otra vez como medida contra las okupaciones. El clima, creado. «¿Qué es eso de ir a tu casa y que te la encuentres okupada?», repitió Pablo Casado durante la campaña electoral. Distintas propuestas programáticas contra okupas tomaron protagonismo en las campañas de PP, Ciudadanos y Vox. Rivera repetía: «Okupas». Tal y como ahora hace con «la banda».
Sin embargo, en el mes de julio, tan solo el 0,4% de los encuestados por el CIS afirmaban haber encontrado su vivienda okupada en la última década. Una cifra escasa para el ruido mediático que genera esta situación social. En la misma encuesta, un 39% opinaba que se debería expulsar inmediatamente a quienes okupan una casa, frente a un 31,3% que se manifestaba por buscarles soluciones habitacionales alternativas y un 22,7% que apostaba por dialogar con los okupas hasta encontrar soluciones. El CIS también preguntaba a los encuestados si conocía a alguien a quien le hayan okupado una casa tras irse unos días fuera por vacaciones u otro motivo: un 18,9% respondió que sí, que conocían algún caso así.
Los casos de okupación como alternativa habitacional mayoritariamente se dan en casas y pisos vacíos cuyos propietarios son bancos o fondos de inversión. Una cuestión es la okupación de viviendas y otra distinta la okupación de espacios públicos o privados vacíos con el afán de abrir un centro social, destinado a actividades sociales, políticas o culturales. Este es el caso de La Ingobernable. Sin embargo, el significante «okupa» cotiza al alza en la prensa de derechas. Y, en las próximas semanas, amenaza con adquirir un mayor protagonismo. Desde La Ingobernable, avisan, «que se retrase hasta septiembre puede implicar que quiere tener una mayor relevancia mediática«, pues ya habría comenzado el curso político.
La eterna y actual batalla por el relato. PP y Ciudadanos desde el Ayuntamiento quieren marcarse un tanto ante la opinión pública con el desalojo. Pero, para Serlinda, es La Ingobernable quien está ganando esta batalla discursiva. «La Ingobernable ha ganado ya parte del relato, estamos teniendo impactos en medios de comunicación y en el tejido social que muestran que la okupación no es algo negativo, sino que pone el foco en que la problemática es el robo sistemático de espacios de Madrid para la ciudadanía», considera la activista.
Esta batalla discursiva por parte del centro social ya ha comenzado. Toma de posiciones. El periodista británico Paul Mason, el biólogo Manuel Guzmán, la activista Yayo Herrero, la periodista Ruth Toledano, el cantautor Ismael Serrano, la intelectual feminista Silvia Federici, el músico Nacho Vegas… Estos nombres forman parte de algunas de las personalidades que han defendido públicamente que La Ingobernable siga abierta.
«La Ingobernable es indesalojable», advierten desde la okupa. «Podrán desalojar el edificio, pero no las ideas» que lo habitan, prosiguen. Mientras, activistas se turnan en vigilancias para evitar un desalojo por sorpresa.
Divisiones en la izquierda política
Las izquierdas políticas madrileñas muestran diversidad de opiniones sobre este aspecto. Por un lado, saben que el actual gobierno de PP, Ciudadanos y Vox, apoyando desde fuera, quiere sacar tajada de este embrollo. Por otro, el PSOE no apoya la okupación, Más Madrid no llegó a un acuerdo con La Ingobernable e IU, que se presentó a las pasadas municipales bajo el nombre de Madrid En Pie sin obtener representación, defiende que el centro social se mantenga.
Desde Más Madrid, principal partido en el pleno municipal y líder de la oposición, reiteran a cuartopoder.es que la mejor solución era la que plantearon durante la legislatura pasada en las negociaciones infructíferas. Ahora Madrid planeaba construir una biblioteca para mujeres en una parte del edificio y ceder otra para colectivos sociales. Desde La Ingobernable no quisieron renunciar a la autogestión y solicitaban cuatro años de cesión para encontrar un fin para el edificio conjuntamente en este periodo.
Por parte del PSOE, la concejal Mercedes González, explica su posición: «No queremos ni okupaciones de edificios ni de viviendas, eso es lo primero, por lo que el desalojo se debe producir en condiciones legales». Por otro lado, afea que «el gobierno de PP y Ciudadanos no tenga claro para qué va a usar el edificio de Prado 30». «Es increíble que vaya a desalojar La Ingobernable sin tener una alternativa», pues destaca que La Ingobernable ha desarrollado «una labor social». La apuesta de los socialistas madrileños es «que sea un equipamiento social, cultural, que dé servicios a un distrito tan necesitado como el distrito centro».
Por último, Lou Gómez, coportavoz de IU Madrid Ciudad, destaca: «La Ingobernable es uno de esos espacios físicos arrancados al capital, de esas estructuras políticas antagónicas a las dominantes donde la vida privada entra en contacto con la vida pública, un lugar de construcción de bases materiales que inciden directamente en la vida cotidiana, en las relaciones de género y hasta en las distintas opciones de vivir la sexualidad, la afectividad y los cuidados«. Por ello, apuesta por defender La Ingobernable, porque «es defender la construcción de espacios comunitarios que nos permiten compartir un modelo deseable para la vida en común».