Como ha informado la prensa catalana con algún nudo crítico no totalmente demediado por las subvenciones de la Generalitat [1], el pasado jueves 25 de octubre de 2012 decenas de estudiantes de la Universidad (pública) Pompeu Fabra protestaron ante la presencia del catedrático de la propia UPF Andreu Mas-Colell, el actual conseller de Economía del […]
Como ha informado la prensa catalana con algún nudo crítico no totalmente demediado por las subvenciones de la Generalitat [1], el pasado jueves 25 de octubre de 2012 decenas de estudiantes de la Universidad (pública) Pompeu Fabra protestaron ante la presencia del catedrático de la propia UPF Andreu Mas-Colell, el actual conseller de Economía del Gobierno catalán de los mejores y más rápidos privatizadores, por los recortes educativos. «Exigimos democracia y participación», clamaron los estudiantes. Con este grito recibieron a don Mas-Colell, y al secretario de Universidades e Investigación, Antoni Castellà, con abucheos justificados, presionando el dotado cordón policial que custodiaba y cuidaba las autoridades y protestando contra los recortes educativos y las fuertes subidas de matrículas universitarias, las mayores en todo el Estado (el porcentaje es de escándalo). Si se analiza bien y sin olvidos, malos tiempos para la lírica de los líderes que hablan de un nuevo Estado europeo o de nuevas y sólidas estructuras estatales.
El grupo de estudiantes trató de impedir, digámoslo así, el acceso del consejero y el secretario al auditorio donde estaba previsto el cómodo desarrollo oficial de la jornada. El señor catedrático de Harvard y de la UPF tuvo que ser custodiado por agentes de los Mossos. Ya en el auditorio, los gritos y protestas de los estudiantes en «la pared colindante hicieron prácticamente inaudibles» las palabras entonadas por don Mas-Colell, el cum laude en tesorería y asuntos afines.
Finalmente, se «permitió» (¡bendita sea la generosidad de las autoridades!) a una representación de los estudiantes leer un manifiesto ante los invitados a la sala. Entre ellos, numerosos empresarios de la «sociedad civil catalana». ¡Qué interés, qué curioso! ¡Qué pulsión cognitiva y universitaria la de nuestros arriesgados y oficialistas emprendedores y emprendedoras!
Además de democracia y participación, los estudiantes añadieron que no estaban dispuestos a permitir que la Generalitat -¡esas son las intenciones anunciadas!- acabe con las elecciones democráticas a rector en las universidades. ¡Ese es su verdadero talante democrático participativo!
Los discursos institucionales pudieron proseguir posteriormente con normalidad (es decir, con la anormalidad de siempre). Los estudiantes, fuera del auditorio, fueron abandonando el vestíbulo. Más tarde, en declaraciones a los medios (afines casi en su totalidad), don Mas-Colell, muy en el estilo del otro Mas, sostuvo que era bueno «que haya voces que discuten, hablen y reflexionen sobre la universidad». Cualquier reflexión es y será bienvenida, añadió. Como han leído.
Pero ni caso, no hay que hacer ni caso. Parole, parole, parole y más paroles demediadas. Algunas voces son oídas (con altavoces anexos) y otras son ocultadas (permanentemente). Les importa un bledo lo que digan los estudiantes críticos y el sector no institucionalizado del profesorado universitario. Lo suyo es la música de estos últimos años que tan bien supo ver Francisco Fernández Buey en Por una universidad democrática[2]: ahogar todo lo que se pueda el espíritu crítico reivindicativo, privatizar la Universidad pública hasta donde sea posible por el momento e intentar ubicarla, sumisa, a los pies, servicio e intereses de los caballos salvajes del empresariado catalán y no catalán.
De joven, en los años sesenta del pasado siglo, el estudiante universitario antifranquista Mas-Colell, entonces un cuadro del PSUC, el partido de los comunistas catalanes, protestaba con contundencia, y con motivos no muy diferentes, ante las autoridades fascistoides, universitarias y no universitarias, de la época.
Pero el tiempo pasa, como cantaba Pablo Milanés, y nos hacemos cada vez mas viejos, más institucionales, más conservadores, más rancios, más impresentables y más, mucho más crematísticos. ¡Es la inversión… o la inmersión en la cosmovisión de siempre!
Notas:
[2] El Viejo Topo, Mataró (Barcelona), 2011.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.