No abandonó su tierra, la tierra le abandonó a él. Un buen día, el suelo comenzó a desaparecer bajo sus pies. El cambio climático, el deshielo incesante, amenazaban con tragárselo. «Marchar o morir», pensó entonces. Y se hizo emigrante. Su tierra, Groenlandia, estaba fundida. Y no quedaba otra. Montó en un trozo de hielo y […]
No abandonó su tierra, la tierra le abandonó a él. Un buen día, el suelo comenzó a desaparecer bajo sus pies. El cambio climático, el deshielo incesante, amenazaban con tragárselo. «Marchar o morir», pensó entonces. Y se hizo emigrante.
Su tierra, Groenlandia, estaba fundida. Y no quedaba otra. Montó en un trozo de hielo y este lunes, después de recorrer cientos de kilómetros, arribó al fiordo de Skaga, una reserva natural del norte de Islandia. Tierra firme. Y tierra extraña. En toda la isla no encontró otro ejemplar de su misma especie.
Fue una sorpresa. Nadie le esperaba. Lo habitual hasta ahora en Islandia era acoger a un oso polar inmigrante por década. Sin embargo, con él iban ya dos en apenas quince días. El primero, su antecesor, terminó fatal. Con la excusa de prevenir posibles ataques a humanos, el Ministerio de Medio Ambiente otorgó un permiso especial a un grupo de cazadores para que se lo cargaran. Muerto el oso…
La eliminación del oso provocó las protestas de las organizaciones defensoras de los animales y de varios colectivos de vecinos. Su compañero recién llegado no podía correr la misma mala suerte. Ante la presión social, las autoridades decidieron entonces narcotizarlo con comida o un dardo tranquilizante, meterlo en una jaula y devolverlo a su lugar de origen. Un multimillonario islandés anunció que si el plantígrado ilegal no era asesinado estaba dispuesto a sufragar todos los gastos derivados de su repatriación. No sirvió de nada.
Dos días después de desembarcar y pese a que residía en una zona cercada y vigilada, el segundo oso también fue sacrificado. La policía islandesa tuvo que abatirlo a tiros después de que el animal intentara atacar al numeroso grupo de periodistas que no dejaba de acosarlo. Otra víctima de la prensa roja.
El hombre, oso para el hombre. El Parlamento Europeo ha aprobado la directiva de retorno de inmigrantes irregulares, «la directiva de la vergüenza», y pienso en los animales groenlandeses. Unos y otros, los osos polares y nuestros hermanos sin papeles, están atrapados. Si se quedan, naufragan. Y si viajan, no son bien recibidos en ningún lado. La legislación migratoria avanza que es una barbaridad. Muy pronto, por razones de seguridad, ante las continuas agresiones de los inmigrantes desesperados, los excedentes humanos también podrán ser liquidados. Por ley, todos los inmigrantes tendrán el derecho, y la gran mayoría la obligación, de retornar a sus pueblos. Vivos o muertos. Y con los portes pagados. Ventajas de la solidaridad de vuelta y miedo.