Si tu madre quiere un rey, la baraja tiene cuatro: rey de oros, rey de copas, rey de espadas, rey de bastos Federico García Lorca Estábamos (relativamente) tan tranquilos, cuando en esas llegó la boda. Al igual que para muchos de nuestros lectores y colaboradores, en Rebelión nos importa muy poco si se casa o […]
Si tu madre quiere un rey,
la baraja tiene cuatro:
rey de oros, rey de copas,
rey de espadas, rey de bastos
Federico García Lorca
Estábamos (relativamente) tan tranquilos, cuando en esas llegó la boda.
Al igual que para muchos de nuestros lectores y colaboradores, en Rebelión nos importa muy poco si se casa o con quien lo hace Felipe de Borbón.
Es éste un tema que, sin ningún género de dudas, le ha venido de perlas al, cada vez más acosado, gobierno español. De un plumazo, este anuncio usurpa el tiempo y el espacio que los grandes medios de propaganda venían destinando al Plan Ibarretxe, la guerra en Iraq, la crisis del Yakovlev, la -cada día- peor imagen de Aznar en Latinoamérica, la crisis dentro del PP, la escandalosa manipulación de TVE…
Es una noticia que esconde muchas vergüenzas y ayuda a cerrar filas sobre una institución -la monarquía- necesitada como nunca de prestigio y credibilidad. La vorágine mediática se abalanza sobre los pretendientes y las familias (con honrosas excepciones como es el caso de Gara). Las fotos y las declaraciones lo inundan todo. El servilismo exhibido nos retrotrae al antiguo régimen. A tiempos de castillos y cruzadas, de príncipes y cenicientas, de nobles y bufones, de populacho y oscurantismo.
En un primer momento decidimos no tomarnos muy en serio este cuento. No convertir (en palabras de Javier Ortiz) lo principesco en principal. Mas la manipulación se ha vuelto tan asfixiante que no se puede, como nos decía un lector, «apagar la televisión hasta el fatídico momento de la boda y resistir con paciencia». Muchas personas se desahogan escribiendo, pero muchas otras (la mayoría) cuentan con el desahogo de poder leer a las primeras.
Por eso nos parece importante dar un espacio a estas expresiones, porque de esta manera nos liberamos unas y otras.
Sin embargo, es esta una liberalidad muy peligrosa, pues la libertad de expresión está amenazada y amordazada. Para algunos esta afirmación será únicamente un recordatorio, para otros -quizá- una exageración.
Para quien no lo sepa, y para quien no haya tenido tiempo de meditarlo, queremos informar que el Ministerio de Ciencia y Tecnología ha tomado la decisión de bloquear determinados dominios nacionales de internet para impedir que se aprovechen, quienes «actúen de mala fe», «del próximo enlace matrimonial del Príncipe y la periodista» .
Más aún, en el caso del Rey -al contrario de lo que ocurre con otros cargos públicos- el código penal considera delito el sólo hecho de imputarle actos que, aunque sean verdaderos, menoscaben su crédito o fama. Eso da mucho juego a los defensores de la monarquía. La línea es tan difusa y tan restrictiva que no hacen falta mayores aclaraciones.
Algo que de modo similar le ocurrió al periódico vasco Egunkaria, no hicieron falta muchas pruebas (más bien ninguna) para que la justicia española cerrase un medio de comunicación incómodo.
Es desde esa perspectiva fundamentalmente, desde la que pedimos cierta comprensión a nuestros lectores y a quienes deseen enviarnos sus colaboraciones.
Y un aspecto más a tener en cuenta. Como ya expusimos al inicio, la «boda real» es en sí intrascendente. Pero no ocurre lo mismo con el debate sobre el modelo de Estado.
Creemos que esta sí es una discusión crucial dentro de la izquierda de todo el estado y que no se agota únicamente con las formas expuestas en el título de nuestro especial: «Monarquía frente a República».
Animamos a profundizar en este debate donde podernos resguardar de la tormenta que nos espera.