La corporación minera canadiense Barrick Gold, no es un santuario de capitales sudados, ni goza de una imagen ejemplar en los mercados del mundo. La Barrick Gold Corporation nace por la gestión inescrupulosa del narcotraficante Peter Munk, antes asociado al magnate Adnan Khashoggi, traficante de armas de origen árabe Saudita. Esta fórmula societaria, funda en […]
La corporación minera canadiense Barrick Gold, no es un santuario de capitales sudados, ni goza de una imagen ejemplar en los mercados del mundo. La Barrick Gold Corporation nace por la gestión inescrupulosa del narcotraficante Peter Munk, antes asociado al magnate Adnan Khashoggi, traficante de armas de origen árabe Saudita.
Esta fórmula societaria, funda en Toronto, Canadá, la empresa extractiva aurífera Barrick Gold Corporation con aportes de relaciones políticas por un lado y de moneda por el otro, que la potenciaron al primer plano. Con el judío Munk ingresa, al círculo prístino de la empresa, la Corona Británica, a través de su amistad con el príncipe Felipe, pero es el árabe Khashoggi quien arrima el capital mayor. Para construir semejante poder fueron fieles devotos de la religión del oro; de ser necesario hasta se hacían agnósticos.
George W. Bush, otrora director de la Central de Inteligencia Americana (CIA), es el tercer capítulo de esta historia. Como vicepresidente de los Estados Unidos aporta una mina de oro ubicada en un predio propiedad del gobierno de USA, que Barrick termina comprando por 63 millones de dólares. Se trata de la mina Goldstrike que en realidad contiene 10.000 millones de dólares en oro.
Poco después, George Bush comienza a figurar en el directorio de Barrick Gold Corporation con el rutilante título de «asesor honorario de la junta internacional de la empresa». Para su control no duda en colocar al ex primer ministro de Canadá, Brian Mulroney, como su asistente; pero fue Edward N. Ney, ex embajador en Canadá, su vocero en el directorio de la Barrick Gold.
A partir de 1995, el ex presidente norteamericano goza de más tiempo y dirige el cuerpo de «asesores honorarios de la Barrick Gold Corporation». Un año más tarde la macabra empresa recibe la concesión de exploración y explotación aurífera de Zaire. El hecho es tapa de los diarios del mundo porque hasta entonces la influencia del ex director de la CIA, le había permitido a Barrick atrapar importantes yacimientos metalíferos, pero lo de Zaire se convierte en robo mayúsculo por la gestión sangrienta que lo coronó.
Zaire – 40 millones de habitantes- contrajo deudas internacionales que no podía pagar. Increíble para un país principal productor y exportador de cobalto en el mundo; segundo en diamantes, gran productor de cobre y no menos de estaño, zinc, baritina, magnesio, boro y una gran vedette naciente que guardaba en sus entrañas, el oro.
Semejante riqueza que tanto había preocupado a los británicos, agrupa a los saqueadores del primer mundo, que avanzan decididos sobre una de las regiones más ricas pero también con una población de las más empobrecidas del planeta. Cruel y reiterado paradigma.
Costó poco entonces que Ruanda y Uganda invadieran Zaire. Y mientras la muerte se adueñaba de cientos de miles de zaireños, en macabro genocidio, la Barrick Gold Corporation, la Anglo American Corporation y Río Tinto Zinc, trazaban las líneas para repartir el despojo minero, esclavizando a los sobrevivientes que necesitaban como mano de obra, después de haberlos empujado al cadalso.
La Barrick Gold que construyó su imperio minero gracias al tráfico de armas, al narcotráfico que también supo impulsar la guerra del opio, tuvo a su favor un ejército de agentes de la CIA de Bush que barrieron estratégicamente el camino de los metales y de las piedras preciosas. En el artículo de Jeffrey Steinberg, El «Corazón de Tinieblas» de George Bush, publicado por EIR Internacional, se lee que «la invasión del este de Zaire por parte de ejércitos combinados de Ruanda y Uganda, que comenzó en septiembre de 1996, coincidió con la entrada de Barrick y Anglo American para adueñarse exactamente de esa zona… Miles de refugiados murieron en los enfrentamientos y otro cuarto de millón se vio obligado a huir a la selva, a morir de hambre y enfermedades, y otros quinientos mil cruzaron la frontera hacia Ruanda para morir, probablemente, en manos de los tutsis».
Estamos hablando de la misma empresa que hoy se halla en la Cordillera de los Andes, merced a una inmensa franja que la corre de norte a sur, expoliada a chilenos y a argentinos por el Tratado Minero de Aplicación Conjunta y por acuerdos binacionales leoninos que ceden la soberanía de ambas naciones.
Veladero y Pascua Lama son exponentes del propósito de la Barrick Gold y del poder transnacional de las invasiones mineras en Sudamérica. Nuevos límites geográficos fueron habilitados con estos tratados y convenios impuestos por las relaciones carnales de los presidentes sureños con el patriarca del Norte. Menem – Bush en Argentina o Fuji Mori – Bush en Perú, es lo mismo.
Por ahora estos países no requieren militarización si bien el Imperio prepara bases e instalaciones en proximidades de estratégicos recursos naturales. Las multinacionales cuentan con legislaciones que autorizaron la cesión de los sitios pretendidos; les entregaron la soberanía. De igual modo, paquetes de leyes nacionales y provinciales redactadas por los consultores de los trust mineros, les entregan gratis, insumos y energía para la devastación pactada. Una nueva frontera, un nuevo país se abre en las altas cumbres de la Cordillera de los Andes, para que estas empresas puedan horadar extensos túneles rumbo al Pacífico buscando los mercados del Norte, sin importarles la destrucción de ecosistemas a su paso. Mientras tanto, argentinos y chilenos deberán aceptar las cifras y los valores que les presentan las multinacionales del saqueo: ¿qué minerales, cuánto y qué sale por estas aduanas paralelas?
Con este Tratado pueden pisotear a gusto parques nacionales o reservas de biosfera como la de San Guillermo en San Juan, donde se hallan los yacimientos de Veladero y Pascua Lama. Pero a través de las leyes que hemos mencionado, con incentivos fiscales a la exploración y explotación minera, es cómo construyen el saqueo. Se les concede todo y todo se les permite. Pueden deducir del impuesto a las ganancias el 100% del monto invertido en determinar la factibilidad de un proyecto. Con la ley 24.196 aplican doble deducción de gastos de exploración y además se les otorga estabilidad fiscal y cambiara por treinta años, amortización acelerada de bienes e insumos y la posibilidad de trasladar indefinidamente el quebranto de una amortización acelerada al próximo ejercicio fiscal. Otra ley les devuelve el IVA de los gastos de exploración. Y la ley de Inversiones Mineras los exime de pagar derechos de importación, o tasa estadística por la importación de bienes de capital, equipos e insumos. A las mineras les permitimos deducir de los gastos la ulterior remediación del daño que ellas mismas provocan, y se las exime del impuesto a las ganancias en las utilidades obtenidas por capitalización de sociedades. Otro plato fuerte son las regalías, al fijar un tope máximo del 3%, aunque en algunas provincias el canon que deberán pagar no pasa del 2% en boca de mina (en Chubut, por ejemplo), cuando en otros países se cobra entre el 14 y 40 % del bruto obtenido. Gozan, también, de la exención del 100% del impuesto a la ganancia mínima presunta, devolución anticipada y financiamiento del IVA y capitalización de hasta un 50% de los avalúos de reservas mineras. Están además exentas de contribución alguna sobre la propiedad minera, y los gravámenes provinciales y municipales que los paguen otros; las privilegiadas mineras tampoco pagan el impuesto al cheque ni las transferencias que hagan al exterior de capital y ganancias. En este sentido, están autoriz
adas a no ingresar al país el 100% de lo producido por sus exportaciones. Estas empresas privilegiadas, pueden «exportar» los metales «regalados» por la Nación Argentina, a través de puertos patagónicos que, cuanto más austral lo hagan, mayor será el reintegro que reciban. Si utilizan el puerto de Comodoro Rivadavia gozan de un reembolso del 5%, pero no debemos olvidar que les cobramos el 3% de regalías, en el mejor de los casos.
La actividad minera multinacional está exenta de pagar los impuestos incluidos en el costo de los combustibles líquidos: abonan, por ejemplo, cincuenta centavos el litro de gasoil cuando en el surtidor del pueblo ronda un peso con cuarenta centavos. Pero no conformes con semejantes beneficios, en la provincia cuyana de San Juan, la energía eléctrica que reciben estas plantas mineras, está subsidia por los vecinos mediante un rubro para financiar la extensión de 500 KV: la llamada «línea eléctrica minera». Y pensar que los viñateros y productores agropecuarios sanjuaninos se quejaban porque ellos están obligados a pagar el agua que desvían las mineras en las altas cumbres de la Cordillera de los Andes para lixiviar, con soluciones de compuestos químicos, cientos de montañas de minerales preciosos, recursos no renovables.
Este relato quedaría incompleto si no le incorporamos otra visión de los hechos.
Estados Unidos necesita manejar las reservas mundiales de minerales críticos y estratégicos porque se agotaron en su territorio o son escasos. Nunca perdió el horizonte del plan Monroe de una sola nación americana, desde Alaska hasta Tierra del Fuego.
La recolonización que sufren los países sudamericanos explica también el avance que ejecuta el poderoso país del Norte a través de hipótesis bélicas precipitadas, casi con urgencia. En principio, la idea de plantar bases antimisiles en la Patagonia, asunto que hemos tratado en nuestros artículos Misiles Nucleares en la Patagonia y Misiles en Lista de Espera, es otro capítulo complementario de las maniobras conjuntas de las fuerzas armadas del Pentágono en territorio argentino, como ya sucede en el noroeste, en el litoral y Delta del Paraná y en la región austral.
Una hipótesis de conflicto es el pretexto para desembarcar en el acuífero guaraní. Desde allí, Estados Unidos traza su plan para dominar el gigantesco recurso, porque en este caso las legislaciones de las naciones de la triple frontera no es la respuesta que necesita. En cambio, para los recursos metalíferos es suficiente con el paquete de veinte leyes que encabezan la ley de Inversiones Mineras y el Tratado de Implementación Minera Conjunta Argentino Chileno.
¿En qué circunstancias los halcones del Imperio necesitarían enviar tropas al extremo sur del continente, si ya tienen a favor leyes, gobernantes y funcionarios cipayos?
¡En caso de que los pueblos opten por la insurgencia y se opongan al despojo de sus recursos naturales!
Los movimientos sociales de la Patagonia y de los pueblos norteños al pie de la Cordillera de los Andes, que se multiplican por todo el continente con efecto dominó, son expresión concluyente para que USA instale bases «imaginando» eventuales ataques terroristas a su territorio. No habían previsto que un ignoto valle cordillerano, de escasos 30.000 habitantes plebiscitara, con el 81% de votos en las urnas, el más absoluto rechazo al invasor minero. Esquel fue noticia en el New York Times, en el Washington Post y Financial Times, e instaló preocupación en las bolsas de valores.
Pero otro fenómeno irrumpe con fuerza en este ajedrez. La presencia de los gigantes asiáticos con millones de bocas hambrientas.
Las inversiones chinas se cuantificarán en dólares, pero el pueblo de la Gran Muralla anticipa negocios de intercambio. Explotar la mina de oro y cobre de El Pachón, por ejemplo, a cambio del túnel bioceánico de Agua Negra, en la provincia de San Juan, que Argentina requiere para salir al Pacífico. Los chinos recibieron esta oferta del gobernador menemista José Luis Gioja. La Nación también trabaja con los chinos en otros mercados, unas cuantas toneladas de cereales por la construcción de obras energéticas, combinadas con alguna cuenca petrolífera.
La presencia asiática en el continente sudamericano no es del agrado norteamericano, es harto sabido, y la rivalidad, la competencia, acelera la imposición del ALCA y de otros organismos comerciales que sujeten y sellen el dominio del gran Imperio por estas latitudes.
Mientras tanto, los pueblos continúan desocupados, pobres de humillación extrema, sumidos en la indigencia y con escasas esperanzas, pero cada día es mayor el volumen de violencia que desata semejante marginalidad. La historia lanza avisos y, tal parece que rechazar las invasiones mineras es uno de ellos.
Ahora bien ¿cómo continúan los Bush en esta historia?
Objetivamente, la nación norteamericana necesita minerales, como ya advertimos, y éstos no vienen solos. Hay que ir por ellos.
Tenemos no sólo el dinero, dice George Bush, sino también los marines adecuados que, según convenga, podrán ir juntos o separados.
Pero, reflexiona el viejo cowboy de la CIA, qué bueno sería que todos fueran tan razonables como el presidente argentino Carlos Menem. Hay que ver que en ese país, no debemos recurrir a ninguna de estas opciones. Para explotar la minería contamos con créditos que respalda el propio yacimiento y el resto se ejecuta aplicando la legislación vigente local.
El presidente argentino, a todo esto, inunda los medios de prensa con inocultable euforia: compatriotas -proclama como le gustó siempre- mi amigo Bush ya dio la orden de invertir en el país. Argentina ahora es confiable; explotaremos las montañas; es tiempo de nuestra minería. Y fíjense si no será confiable que vendrá la Barrick Gold, la propia empresa minera de mi amigo. Es más, con un par de leyes que faltan estará todo resuelto, mientras tanto le extendía la mano a su secretario Cohan, geólogo de profesión que, con otros consultores mineros, ya tenía preparado el texto, listo para que el Congreso Nacional lo aprobara.
Pero los chilenos no querían firmar nada con los argentinos si antes no les cedían parte de los territorios que venían reclamando y que gracias al Cardenal Samoré, enviado especial del Papa, la cosa no pasó a mayores.
Bush insistía: dígale a los senadores que firmen de una buena vez esa poligonal que piden los chilenos, que son migajas. No van ahora a pelear por una insignificancia. (hay que reconocer que los Bush siempre aplicaron un perfil pacifista).
Mientras calmaba al jefe del Imperio, el presidente argentino alcanzó a decirle a su amigo Bush que había un gobernante santacruceño, Néstor Kirchner, que estaba retrasando las cosas, soliviantando a la gente contra la firma del Tratado, y que hace unos días había colocado en Caleta Olivia un destacado cartel sobre la ruta principal con la leyenda, «los hielos continentales son tan argentinos como Anillaco».
Cuenta el embajador que cuando Bush escuchó lo de los hielos continentales, sus asesores se apuraron para explicarle que se trataba de incalculables reservas de agua dulce. Luego se lo vio a Bush moviendo la cabeza de manera afirmativa, insinuando conocimiento del tema y murmurando que no tiene mayor importancia si estos hielos son argentinos o chilenos… tarde o temprano también tendremos que ir por ellos.
Y finalmente se firmó todo.
Chile tuvo sus tierras reclamadas gracias a la generosa poligonal y estampó la firma en el Tratado Minero de Implementación Conjunta con Argentina, que cede territorio y jurisdicción a la multinacionales. Bush también cumplió, mandó a la Barrick al frente de un ejército de empresas mineras y Calos Saúl Menem anunciaba con orgulloso marketing que su amigo carnal, George W. Bush, le había invitado a Camp David a jugar al golf.
Javier Rodríguez Pardo
Movimiento Antinuclear del Chubut (MACH)
Sistemas Ecológicos Patagónicos (SEPA)
ONG MIEMBRO DE RENACE, RED NACIONAL DE ACCION ECOLOGISTA
Mail: [email protected] / [email protected] Telf.:02965 15417785
N.B: La bibliografía utilizada en el presente artículo fueron notas y datos publicados por EIR Internacional. Informes del boletín de sesiones del Congreso Nacional. El libro «Los hielos continentales» del Dr. Avelín. Artículos propios citados en el texto, Misiles Nucleares en la Patagonia y otros del autor, y la página web www.noalamina.i8.com