Recomiendo:
0

A propósito de Oblivion, de la uruguaya Edda Fabbri, Premio Casa de las Américas 2007 en Literatura Testimonial

«La memoria no es lo que pasó, son sus huellas»

Fuentes: La Jiribilla

A casi cuatro décadas de que el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros de Uruguay nos mantuvo expectantes ante los sucesos que se desarrollaron en aquel país, Edda Fabbri nos sorprende con Oblivion, testimonio que con extraordinarias dotes narrativas y un lenguaje poético reconstruye el mundo interior de la vida de un grupo de presas políticas […]

A casi cuatro décadas de que el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros de Uruguay nos mantuvo expectantes ante los sucesos que se desarrollaron en aquel país, Edda Fabbri nos sorprende con Oblivion, testimonio que con extraordinarias dotes narrativas y un lenguaje poético reconstruye el mundo interior de la vida de un grupo de presas políticas en una cárcel de mujeres de Punta de Rieles. Por su fuerza, humanidad y originalidad esa obra fue premiada, por el jurado correspondiente, en el Concurso Literario Casa de Las Américas 2007.

En Oblivion se vinculan recuerdos importantes de un pasado como causa determinante de su existencia en un presente. Narración que alude a las brechas entre las clases sociales, la marginalidad, la discriminación en complicidad o silencio de la Historia. Relato en el que está presente todo lo trágico y dramático que hay en la experiencia humana. Se distingue por la participación directa de la testimoniante en los hechos narrados y hasta, en sus aspectos menos generalizables, se revela como una síntesis de una historia social.

La esencia de Oblivion se organiza en temas para darle significado histórico y a la vez literario a la memoria, sin perder los códigos gestuales, rítmicos y melódicos que promueva una lectura comunicativa, para lograr que esa memoria reivindique su poder en el ámbito de los microdiscursos al hacer confluir historia y opciones subjetivas que faciliten a lectoras y lectores el conocimiento de esa alteridad.

En las propias percepciones de Edda Fabbri se perciben las dolorosas huellas que le dejó el tortuoso proceso vivido en el presidio; como plantea en una de las partes del libro: «La memoria no es lo que pasó, son sus huellas. Y me digo: ¿Quién puede interpelar a su memoria? ¿Quién va a preguntarles a su piel y a sus huesos lo que saben?» Pero no por ello el relato de la Fabbri es vago, lánguido o dulzón, por el contrario, es un discurso que, en ocasiones, constituye una denuncia a lo que consideraba injusto.

Oblivion gana una batalla al silencio. Hace pública una voz que no es una sola, son muchas voces que llevan varias décadas silenciada y que al atraparlas, a través de la suya, el sujeto hablante pone de manifiesto el poder que reside en lo cotidiano al interior de la prisión de mujeres durante la dictadura militar. Batalla no exenta de los conflictos y contradicciones propias de la subjetividad de la testimoniante ubicada a sí misma y a su propia experiencia en el centro del relato, cuya legitimación no radica, de hecho, solo en el contenido, sino en la forma del relato mismo.

En un momento de la narración Edda Fabrri plantea: «Sería fácil decir que escribo contra el olvido, pero yo no lo creo. Hay derecho al olvido, también. Hay un derecho a desconfiar de los recuerdos. No sé si uno escribe para olvidar o para recordar.» En tal sentido Oblivion se nutre de los recuerdos, de la forma en que su autora recuerda y también en la que olvida el período a que hace referencia, ubicando el tiempo en sus recuerdos y sus recuerdos en el tiempo, dotándolo además, de agudeza y vitalidad, de belleza y de poesía.

Para narrar esta historia hacía falta una persona que conociera la prisión por dentro y que fuera revolucionaria de convicción, entonces, todo lo que hubo de transformación y de resistencia al cambio se convirtió en un canto épico. Historia que la autora cuenta y en la que se ve envuelta en un momento histórico que la arrastra inexorablemente a situaciones que transformarán su vida. Cambio radical e irreversible en el entorno especial, específico y complejo de su encarcelamiento. La autora piensa, recuerda, lleva al papel anécdotas que tanto ella como las otras mujeres que menciona y que, por los mismos motivos, comparten el destino de haber sido, mujeres combatientes, mujeres revolucionarias.

En ese testimonio la mirada femenina, su olfato, sus sentimientos, se enfrentan y analizan el pasado, el presente, en un acto de recuperación de la memoria que no podía esperar más. La autora sintió el latido de su corazón y el de sus compañeras de encarcelamiento; hurgó en la sangre detenida por los abusos y las angustias, para hacerla fluir como un relato lleno de realidad, de ahí que en cada capitulillo haya dedicación y entrega, pero también, frustraciones, miedo, audacia, terquedad y esperanza.

En Oblivion no se oculta ni se justifica nada, a cada una de las mujeres a que se hace referencia se le concede el papel que le correspondió, el derecho a ser, estar, a vivir, sorprendiéndonos con rasgos muy poéticos que no nos impiden la reflexión profunda dada a la humanidad y conocimientos de la autora.

Divido en dos partes: la primera, es una reflexión, a partir del momento en que es encarcelada en 1971. En tal sentido los diferentes capitulillos que la conforman están relacionados con los actos cotidianos y extremos de su vida y la de sus compañeras de presidio, entre los que hay que destacar el titulado «El río».

En 1971, debido a la necesidad del MNL de rescatar de las cárceles la experiencia acumulada en los y las militantes que se encontraban en prisión, a través de un túnel realizado desde fuera, en la noche del 29 y 30 de julio de 1971 Edda, junto a 37 mujeres más se fugaron. De esa fuga, de la nueva etapa de encarcelación en 1972, la salida debido a la amnistía promulgada en 1985, la inserción de nuevo a la sociedad se conforman los capitulillos de la segunda parte que concluye con la misma frase con que la Fabbri comenzó su relato. La lectura de este libro nos da la impresión de encontrarnos ante una pintura mural de lo que puede ser la prisión para personas del temple y la convicción revolucionaria de mujeres como la autora de esta obra.

Para terminar, un dato curioso: Edda Fabbri es una de las tres mujeres ganadoras del Premio Casa de las Américas en Testimonio desde que ese género fue incluido en el Concurso en 1970 hasta el 2007.

Tomado de La Jiribilla