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La naturaleza política de la Educación Ambiental

Fuentes: Ecoportal.net

Todo modelo educativo es subsidiario del conjunto de normas y patrones de existencia, implícitos y explícitos, del modelo histórico-cultural en el que está enmarcado. Desde hace 500 años el modelo occidental europeo con sus determinadas características -Monoteísmo, Racionalismo, Orden Patriarcal, Capitalismo, Antropocentrismo – se ha impuesto al resto de culturas en el mundo. Este modelo […]

Todo modelo educativo es subsidiario del conjunto de normas y patrones de existencia, implícitos y explícitos, del modelo histórico-cultural en el que está enmarcado. Desde hace 500 años el modelo occidental europeo con sus determinadas características -Monoteísmo, Racionalismo, Orden Patriarcal, Capitalismo, Antropocentrismo – se ha impuesto al resto de culturas en el mundo. Este modelo con su naturaleza expansiva y dominante ha logrado conquistas científicas y tecnológicas realmente asombrosas, pero su misma dinámica y naturaleza han contribuido a depredar, destruir y alterar la mayor parte de los ecosistemas terrestres, a tal punto que hoy en día fenómenos y procesos como el efecto invernadero, la destrucción de la capa de ozono, la destrucción de las selvas tropicales, el agotamiento de las reservas de peces en los océanos y la polución y agotamiento del agua dulce entre otras, hacen que la existencia misma de la vida en nuestro planeta esté en entredicho.

La respuesta racional, positiva y científica de la cultura occidental para enfrentar a la crisis que ella misma ha generado no podía ser otra sino la de crear disciplinas científicas (ecología) para encontrar «respuestas» aceptables que explicaran las causas de la situación y pedagógicas para «preparar» a las personas para enfrentar a este nuevo reto.

En efecto, desde hace cerca de 30 años se han venido incluyendo asignaturas y objetivos de Educación Ambiental en los programas de estudio de la mayoría de los países del mundo a los fines de intentar detener o paliar las consecuencias del estilo de vida y desarrollo de este modelo cultural; sin embargo, habría que preguntarse hasta que punto son válidos dichos contenidos o asignaturas, inmersas como están, dentro de un modelo de vida que promueve, hoy más que nunca, valores y actitudes diametralmente opuestos y contradictorios a los principios y filosofía de la Educación Ambiental.

La Educación Ambiental tal y como se ha venido «impartiendo» ha estado dirigida a la mera transmisión de conocimientos científicos sobre el ambiente, esto es, ciclos de la materia, principios y reacciones físicos, químicos y biológicos (es por ello que las cátedras de Educación Ambiental solo se le asignan a Biólogos o Químicos) y las relaciones de causa-efecto entre ellos, y a la aplicación de técnicas diseñadas y validadas empíricamente para lograr, individualmente, cambios de actitud y hábitos de las personas con respecto a su entorno. Lo anterior ha hecho que, hasta ahora, los objetivos de la Educación Ambiental no hayan estado dirigidos a la verdadera raíz del problema, es decir, a cuestionar el modelo civilizatorio actual, con sus patrones consumistas y derrochadores impuestos por la ideología neoliberal del mercado global.

La Verdadera Educación Ambiental ha de estar dirigida fundamentalmente a problematizar la lógica de un sistema de organización social excluyente, antidemocrático, inviable y depredador; no hacerlo así implica incurrir en severas contradicciones entre los valores y hábitos pro ambientales que se pretenden insertar en la población y aquellos que se generan de las prácticas más comunes y cotidianas de la sociedad consumista.

Se debe entender con suficiente claridad que la Educación Ambiental no tiene como razón principal de existencia el estudio y la transmisión de conocimientos acerca de los fenómenos físicos, químicos y biológicos que se producen en la naturaleza sino las construcciones sociales, económicas y políticas de los seres humanos en tanto que estas afectan al resto de los ecosistemas terrestres.

La Educación Ambiental tiene una naturaleza política en tanto propugna la transformación de las estructuras sociales imperantes en el modelo civilizatorio en que vivimos. La Educación Ambiental debe estar orientada hacia una praxis crítica que promueva la transformación social; en la medida que la crisis ambiental no es ideológicamente neutra ni ajena a las relaciones hegemónicas de control económico y político en nuestra sociedad, la Educación Ambiental tampoco lo puede ser.

Joel Sangronis Padrón
Profesor