Más de 30 años después de la restauración borbónica en España, empieza a surgir un creciente movimiento republicano que cuestiona el sistema político vigente. Cada vez es más habitual ver banderas tricolores en la calle, empiezan a surgir diversas plataformas ciudadanas por la república, se empiezan a ver protestas simbólicas contra la monarquía, empieza a […]
Más de 30 años después de la restauración borbónica en España, empieza a surgir un creciente movimiento republicano que cuestiona el sistema político vigente. Cada vez es más habitual ver banderas tricolores en la calle, empiezan a surgir diversas plataformas ciudadanas por la república, se empiezan a ver protestas simbólicas contra la monarquía, empieza a haber incluso cierta iniciativa dentro de la propia clase política como la red de municipios por la tercera república, etc. Pero cabe preguntarse si este movimiento (aparentemente aún minoritario) responde a una necesidad real de nuestro país o si más bien se trata de una cuestión puramente idealista de unos pocos republicanos nostálgicos.
República vs. Monarquía
Según el diccionario de la Real Academia Española república es la organización del Estado cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos o por el parlamento para un período determinado. Es decir, a diferencia de una monarquía, en una república el jefe de Estado es elegido democráticamente por el pueblo. Esta «insignificante» diferencia significa que nadie hereda legalmente ningún privilegio por el simple hecho de nacer en una familia concreta. En una república TODOS los ciudadanos son iguales, al menos en teoría, ante el Estado. Es evidente que la institución monárquica es intrínsecamente injusta y antidemocrática. Es muy difícil defender la monarquía como institución con la razón. Según dice Luís María Ansón (conocido monárquico y ex director del ABC) «las razones de la república las comprende cualquiera, las razones a favor de la monarquía hereditaria requieren un estudio riguroso así como una considerable disciplina mental».
La república (del latín res publica, es decir cosa publica) es un sistema político en el que el jefe de Estado, a diferencia de la monarquía, no accede al cargo por leyes hereditarias, sino por voluntad popular, expresada en el voto directo de los ciudadanos o en el de los representantes por ellos elegidos. El periodo de su mandato, siempre limitado, está determinado por la Constitución.
Si el jefe de Estado es al mismo tiempo el jefe de gobierno, se dice que la república tiene un sistema de gobierno presidencial (por ejemplo Estados Unidos). En los sistemas de gobierno semipresidenciales (por ejemplo Francia), el jefe de Estado no es la misma persona que el jefe de gobierno, el primero tiene también ciertas competencias del poder ejecutivo (en política exterior normalmente), mientras el primer ministro asume las competencias de política interior. En una república parlamentaria, el jefe de Estado es elegido por el parlamento (por ejemplo: Alemania).
Aunque, teóricamente, la república hace referencia a que la soberanía reside en el pueblo de forma democrática, en la práctica, el concepto república se lo pueden atribuir Estados que simplemente no adopten una forma de monarquía, incluyendo en ocasiones Estados con sistemas totalitarios, oligarquías o dictaduras.
La monarquía es una forma de gobierno en la que el poder supremo corresponde con carácter vitalicio a un príncipe, designado generalmente según el orden hereditario y a veces por elección (como sucedió con el rey Juan Carlos I). Hoy en día, podemos decir que hay dos tipos de monarquías: la monarquía absoluta, aquella en la que el rey es titular del poder soberano y personifica todos los poderes del Estado (legislativo, ejecutivo y judicial), sin que exista limite constitucional alguno, es decir, una dictadura (por ejemplo: Arabia Saudí); y la monarquía constitucional (o parlamentaria), aquella que limita el poder del rey a ser la encarnación del Estado del que es jefe, y estipula su sometimiento a la Constitución; el poder recae en el pueblo que ejerce la soberanía a través de sus representantes en el parlamento y del gobierno (por ejemplo: España).
La monarquía en España
Mucha gente, aún admitiendo que es más lógico y justo el sistema republicano, asume que la monarquía que tenemos actualmente en nuestro país es beneficiosa y que no es necesario ni siquiera su replanteamiento. Es difícil encontrar personas que se declaren abiertamente «monárquicas» pero, sin embargo, abundan los «JuanCarlistas». En esencia se defiende la institución por la persona que ocupa el cargo en la actualidad, en base a su supuesta buena imagen (imagen transmitida por supuesto por los medios de comunicación «oficiales»). Esto desde luego no podría ocurrir en una república porque en ésta la institución no se justifica por el uso que haga de ella una persona concreta. ¿Pero y si la imagen que tenemos de nuestro rey dista de la realidad? ¿Y si no es tan «bueno» como nos lo pintan? El argumento principal de los que defienden al actual monarca es que «salvó la democracia» en su intervención en contra de los golpistas del 23-F. Nuestro rey «se ganó el puesto» ese día. Pero aún hoy en día, existen muchos puntos oscuros en ese trascendental suceso que no se han aclarado suficientemente. Si uno indaga por Internet puede descubrir informaciones muy preocupantes (y desconocidas para la mayor parte de la población) acerca de nuestro actual rey. Se dice que su familia ha acumulado una fortuna difícil de justificar en base al «sueldo oficial» del monarca, se habla de un presunto escándalo de robo de una colección de pinturas a la familia del duque de Hernani (que ha interpuesto querella criminal contra la familia Real por robo y estafa), existen versiones distintas de la oficial que afirman que el rey estuvo detrás del golpe de Estado del 23-F para salvar su puesto y su persona, hay una biografía no autorizada («Un Rey golpe a golpe») que nos proporciona una imagen muy distinta de la «oficial», etc. Se dice que si los medios de comunicación estuvieran hablando sobre las actividades de nuestro rey durante un fin de semana, España se haría republicana al lunes siguiente. Todo esto desde luego suena muy preocupante pero también hay que tomarse con precaución toda información que no es posible verificar (tanto la «oficial» como la «extra-oficial»). Sin embargo, el incidente del rey en la cumbre iberoamericana puso en evidencia la férrea censura que tienen nuestros medios de comunicación hasta el punto de que ante un error más que evidente no hubo casi ninguna crítica en dichos medios y el tratamiento «informativo» del mismo no permitió prácticamente contrastar distintas versiones. Después de ver cómo las noticias relacionadas con el tema república/monarquía son sistemáticamente obviadas por la mayor parte de los medios de comunicación masivos, de ver cómo se cierran programas de televisión que se atreven a insinuar ciertas cuestiones sobre la Casa Real… lo mínimo que uno puede hacer es tomarse con mucha prudencia la imagen que nos han transmitido hasta ahora de Juan Carlos I.
Pero al margen de la opinión que tengamos de nuestro actual monarca (opinión que puede pasar de un extremo al otro en función de la información de que dispongamos y de la «fe» que depositemos en ella), hay ciertos hechos objetivos que cualquiera puede comprobar fácilmente:
1. El rey fue coronado por Franco, no juró nunca la Constitución de 1978 sino que se limitó a firmar su promulgación y sin embargo sí juró los principios del movimiento franquista.
2. El régimen franquista sigue siendo legal en la actualidad en España (en otros países europeos se declararon ilegales anteriores regímenes dictatoriales, por ejemplo el régimen nazi en Alemania).
3. La monarquía fue impuesta por el régimen dictatorial anterior y semi-impuesta en un referéndum en el que no se planteó ninguna otra opción (en particular la opción republicana no existió y no aprobar la Constitución suponía no avanzar en democracia en ese momento). Se obligó a aceptar conjuntamente democracia y monarquía.
4. En el artículo 56 apartado 3 de la Constitución se dice «La persona del rey de España es inviolable y no está sujeta a responsabilidad.» Es decir, el rey no tiene ninguna responsabilidad legal de sus actos, el r ey está por encima de la ley, a diferencia de cualquier otro ciudadano de nuestro país y a diferencia por ejemplo del presidente de la república francesa (en la Constitución francesa el presidente de la república no tiene este privilegio). La ley básica de nuestro Estado atenta contra el principio BÁSICO de igualdad ante la ley de TODOS los ciudadanos.
5. El rey no se somete a ningún control (ni por el poder político ni por la prensa) y por tanto no se puede saber con certeza sus actividades. No se puede saber con seguridad si está haciendo buen uso de su cargo. No se puede saber si ha abusado de su privilegio de impunidad legal.
6. La Casa Real es poco transparente y desde luego mucho más opaca que las monarquías de nuestro entorno (por ejemplo no fue posible saber ni siquiera el coste de la boda Real en España, a diferencia de otros países europeos).
7. No es posible ver en los medios de comunicación masivos críticas serias y razonadas a la monarquía ni debates sobre el modelo de Estado (república/monarquía). La monarquía sigue siendo un tema tabú en la prensa española.
Argumentos «monárquicos»
Cuando se debate con «monárquicos», es decir con «JuanCarlistas», éstos suelen usar los siguientes argumentos (las siguientes falacias) para defender la institución actual:
1. El pueblo español ya se pronunció y eligió monarquía.
Sin embargo, el rey fue coronado por el franquismo, fue impuesto por el anterior régimen dictatorial. Las condiciones en que se hizo el referéndum de la Constitución de 1978 fueron muy especiales (estábamos en plena Transición en un momento muy delicado e inestable, veníamos de una dictadura y desde luego aún no estábamos en una democracia y prácticamente no había otra solución más que aceptar la Constitución tal como venía). Además no se plantearon todas las opciones posibles, no se dio opción a la república. Se trató más de un «chantaje» que de una libre elección: o democracia con monarquía o franquismo sin Franco.
La Transición se hizo desde la imposición de un bando al otro (quizás porque no hubo más remedio en ese momento) y eso hay que terminar de «corregirlo» para que el pueblo pueda elegir libremente y en igualdad de condiciones el tipo de régimen que desea para nuestro país. Hay que terminar de hacer la Transición y tarde o pronto habrá que hacer un referéndum para que el pueblo se pronuncie explícitamente sobre si desea monarquía o república. La historia juzgará el papel que ha hecho la monarquía en la Transición, pero ya han pasado más de 30 años y ya va siendo hora de «pasar página». ¿Y qué mejor manera de zanjar la Transición que plantear un referéndum para que el pueblo español elija por fin democráticamente entre república y monarquía, para olvidarnos ya del pasado, mirar hacia adelante y que ya no necesitemos hablar de «memoria histórica»? ¿Y si ganara la monarquía, qué mejor manera de legitimarla por completo y evitar su cuestionamiento?
Incluso el decir que así se decidió en su día y que ahora hay que aguantarse con esa decisión «eternamente», es poco democrático (aún sin tener en cuenta los argumentos anteriores), por supuesto que no se trata de volver a decidir sobre lo mismo constantemente, sino no podríamos funcionar, pero tampoco se puede evitar replantear ciertas cuestiones cada cierto tiempo (prudencial), sino nunca cambiaríamos.
Además el que haya sido elegida de forma democrática la monarquía, no significa que ésta lo sea. Elegir de forma democrática algo no lo convierte automáticamente en democrático. Hay que distinguir entre el método democrático de tomar una decisión y la propia decisión (que puede ser democrática o no). Por ejemplo elegir de forma democrática una dictadura no convertiría a ésta última en una democracia.
2. La monarquía española es más barata que muchas repúblicas de nuestro alrededor
Respecto de los costes de la Casa Real en España, según la Wikipedia:
Los presupuestos generales del Estado contemplan una partida específica para hacer frente a los gastos de la Casa Real. Para el año 2007 se han presupuestado 8,28 millones de euros, a los que se deben adicionar otros 5,82 millones por «apoyo a la gestión administrativa de la Jefatura del Estado».
Dicho presupuesto no necesita ser justificado y, por disposición constitucional, es de libre disposición del monarca, quien también nombrará al personal militar y civil a su cargo. Gran parte de los gastos no corren a cuenta de esa partida presupuestaria pues son asumidos por diversos ministerios del Estado, por ejemplo, «Patrimonio Nacional» asume el gasto de mantenimiento de los palacios (incluidos luz y agua) y también del parque móvil de la Casa Real, compuesto por 60 vehículos; la gasolina depende del Ministerio de Hacienda y los viajes al extranjero son sufragados por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Esto eleva los gastos de la Monarquía, en la práctica, a casi 25 millones , incluyendo los gastos de desplazamientos, el mantenimiento de bienes muebles e inmuebles y el salario de los 130 funcionarios al servicio de la Jefatura de Estado.» Sin embargo, cuando se compara el coste de nuestra monarquía con los gastos de las repúblicas de países vecinos, no hay que caer en el error de hacer comparaciones directas e inmediatas de las instituciones. Por ejemplo, el presidente de la república francesa tiene algunas atribuciones parecidas al rey de España y además atribuciones del presidente de gobierno y de algunos ministerios de nuestro país. Por esto los gastos de la jefatura de Estado de la república francesa y los gastos de la jefatura de Estado de la monarquía española no se pueden comparar directa y fácilmente, porque no están asignados o distribuidos de la misma forma, porque ambos jefes de Estado tienen distintas competencias. Lo que sí se puede comparar directamente son los sueldos de los jefes de Estado así como los sueldos del primer ministro francés y del presidente de gobierno español.
El sueldo del presidente de la república francesa es de 240.000 euros (de hecho le hicieron una sustancial y polémica subida porque cobraba bastante menos que el primer ministro) frente a los más de 8 millones de euros de nuestro rey. Es decir, el rey español gana mucho más que el presidente de la república francesa a pesar de tener muchas menos responsabilidades. Además hay que tener en cuenta que el nivel de vida en Francia es más caro que en España con lo que además de ser en términos absolutos más cara nuestra monarquía, en términos relativos aún más. Por ejemplo en España el presidente de gobierno cobra 89.303,28 euros y en Francia el primer ministro (cargo equivalente) 240.000 euros. A esto hay que añadir los regalos que le hacen grandes empresarios a nuestro rey (no se sabe muy bien porqué y desde luego da que pensar, y no precisamente bien), gastos en las bodas Reales (no se sabe quién pagó todo el despliegue policial que hubo en Madrid, por ejemplo), etc; que suponen costes indirectos para la población española, cosa que no ocurre en Francia.
3. Es mejor que haya un rey (que no tenga que ver con los partidos políticos) porque así el jefe de Estado es imparcial
Sin embargo, nunca puede asegurarse que un rey sea imparcial por el simple hecho de no pertenecer a un partido político. De hecho, según la biografía no autorizada Un Rey golpe a golpe, nuestro rey no se ha caracterizado precisamente por su imparcialidad (hay pruebas documentadas que demuestran que el Rey pidió 10 millones de dólares para financiar a la UCD, Adolfo Suárez dimitió, entre otras razones, por desavenencias con su majestad, etc.). De hecho, las polémicas declaraciones que hizo el rey sobre Zapatero rompen la imagen de imparcialidad que «oficialmente» nos habían transmitido hasta ese momento.
Ade más dicha imparcialidad no es necesaria cuando prácticamente el jefe de Estado es simbólico y no tiene casi ninguna responsabilidad política (como al menos ocurre «oficialmente» en nuestro país).
Además l a función de un jefe de Estado no es ser imparcial, no es ejercer de «árbitro» en la política interna de su país, sino que es la de representar a su país ante el resto del mundo y en algunos casos (en las repúblicas presidenciales o semipresidenciales) aplicar cierta política (correspondiente al programa electoral refrendado por las urnas).
Por otro lado, l a libertad conlleva una responsabilidad y tenemos que aprender a usarla sin «tutelajes» sino nunca seremos libres de verdad. La figura de un «padre» del Estado que ejerza de «árbitro» imparcial es un signo de debilidad democrática porque la democracia no necesita de «tutores» o «guardianes» sino de mecanismos legales que la garanticen, mecanismos que no deben depender de ninguna persona en particular.
4. Un rey está siempre más preparado y al no depender de una reelección actúa de forma más honrada
Sin embargo, es obvio que una persona que no tiene el cargo garantizado y que debe «luchar» por llegar a él y mantenerlo, en general, siempre está más preparada que otra persona que sabe que el cargo es suyo para siempre por el simple hecho de tener cierto apellido. El error que cometió nuestro rey en la cumbre iberoamericana es inaudito, y desde luego no habla muy bien de sus aptitudes ni de su preparación. Y el hecho de que no tenga que rendir cuentas (ni legales ni políticas) fomenta comportamientos indeseables. Algunos de los pilares de la democracia, como la separación de los poderes para su mutuo control y la elección democrática de los cargos públicos, existen precisamente para evitar los abusos de poder porque se parte del supuesto de que si no se establecen dichos mecanismos es muy probable que se produzcan comportamientos deshonrosos.
5. El rey tiene un poder político nulo.
Sin embargo, en la Constitución se establecen una serie de poderes que en teoría el rey puede ejercer en cualquier momento (jefe de las fuerzas armadas, garante de la unidad de la nación, sanción de las leyes, etc). ¿Si el rey tiene tan poco poder cómo puede explicarse que según los que lo defienden «salvara la democracia», desmontando el golpe de Estado del 23-F? ¿Y en todo caso, si no hace nada entonces para qué tenerle? El incidente en la cumbre iberoamericana pone en duda la imagen que nos han transmitido hasta ahora del monarca y hace dudar sobre su verdadero papel en la política española. Según sus biografías («oficiales» y no autorizadas) fue el protagonista de la Transición.
6. El rey es impune pero no ha abusado de dicho privilegio…
Sin embargo, como no hay transparencia informativa respecto de las actividades del rey no podemos asegurar con certeza que su inviolabilidad e impunidad no sean YA un problema. De hecho según la biografía no autorizada Un Rey golpe a golpe don Juan Carlos está aprovechando dicha impunidad para enriquecerse personalmente y está relacionado (aunque no se ha demostrado hasta ahora) con algunos de los principales casos de corrupción que se han producido a lo largo de su reinado. De hecho, el alcalde de Puerto Real José Antonio Barroso ha denunciado públicamente la naturaleza corrupta del rey y ha afirmado que tiene documentos escritos que demuestran sus acusaciones y que está dispuesto a responder ante los tribunales por sus declaraciones hasta las últimas consecuencias. Incluso es «vox populi» que nuestro rey se ha rodeado de una «corte» de empresarios que le han hecho numerosos regalos (coches, barcos, etc). Esto da mucho que pensar porque normalmente nadie regala nada gratuitamente. Y el incidente con Chávez plantea serias dudas sobre los verdaderos intereses del rey en defender por un lado a Aznar (que apoyó una guerra en la que el petróleo fue una de las claves) y por otro lado a las empresas españolas que invierten en Latinoamérica.
7. Da igual que el rey sea impune en la teoría, en la práctica también lo son los políticos y los poderosos.
En teoría somos todos iguales ante la ley salvo el rey (que está por encima de ella). En la república francesa TODOS son iguales ante la ley (incluido el presidente de la república). En la práctica ya es otra cosa, desgraciadamente, pero si en teoría ya se reconoce que hay alguien por encima de la ley pues eso ya es el colmo. Para que haya justicia debe haber una ley justa y debe aplicarse de forma justa, pero si la ley ya es injusta entonces es imposible que haya justicia. Sino podríamos decirle a los sudafricanos que vuelvan a implantar el apartheid porque total nunca serán iguales (en la práctica) ante la ley por razones de raza. El primer paso para mejorar las cosas es que la ley sea por lo menos en teoría justa, luego habrá que trabajar para que se aplique bien, pero sin el primer paso no hay nada que hacer.
A diferencia del rey, cualquier cargo público está sometido (bien o mal, poco o mucho) a un control político (como le pasa al gobierno) y a un control por parte de la prensa . Por tanto cualquier persona que, ejerciendo un cargo político, comete un delito (por ejemplo malversación de fondos) puede ser denunciada por los políticos o por la prensa para ser juzgada (con la presunción de inocencia correspondiente por supuesto) pero el rey LEGALMENTE nunca puede ser juzgado, aunque cometa delito.
Es cierto que una cosa es la teoría y otra la práctica. En el caso de Aznar por ejemplo existe una plataforma popular que reivindica juzgarlo por crímenes de guerra, veremos si consiguen llevarle a juicio o no, pero en el caso del rey no habría NINGUNA posibilidad en las condiciones actuales.
8. También existen privilegios en ciertos cargos políticos.
Sin embargo, no se puede comparar tener ciertas ventajas (con las que se puede o no estar de acuerdo) con ser IMPUNE y bajo NINGÚN control. Por ejemplo, según la Wikipedia, la inmunidad diplomática se refiere a los beneficios de inmunidad o inviolabilidad que goza un diplomático sobre su persona y el país en donde reside y se desempeña oficialmente, la exención de impuestos y de la jurisdicción civil y criminal respecto con los tribunales locales. A un diplomático español que resida en Francia, por ejemplo, no se le puede juzgar en Francia pero sí se le puede juzgar en España. Por el contrario, nuestro rey tiene impunidad en su país también (probablemente no será la única persona que tenga ese privilegio en el mundo, pero desde luego no lo tiene el presidente de la república francesa). Además muchos de los privilegios de los cargos políticos son limitados en el tiempo (se acaban en cuanto ya no se ostentan dichos cargos), a diferencia de la impunidad Real que es ILIMITADA en el tiempo.
9. La gente apoya la monarquía, lo dicen las encuestas.
Sin embargo, las encuestas sobre la cuestión monarquía/república son escasas o inexistentes y toda encuesta siempre debe tomarse con mucha precaución. Las encuestas pueden dar resultados muy distintos dependiendo de qué se pregunte, de cómo se plantee la pregunta, de cómo se realicen las muestras, etc. Por ejemplo, no es lo mismo preguntar si se valora la monarquía que preguntar si se prefiere monarquía o república. Se puede valorar positivamente la monarquía (el rey actual) pero se puede preferir a pesar de lo anterior la república. De todas formas, si tanto apoyo tiene la monarquía, ¿por qué no se ven debates sobre la cuestión república/monarquía? ¿por qué se censura sistemáticamente toda noticia que tenga que ver con la república, salvo cuando modos incorrectos de defenderla puedan desvirtuar su causa? ¿por qué no se quiere ni oír hablar de un referéndum para elegir entre república y monarquía si tan seguros están los «monárquicos» del apoyo que tendrían? También podría decirse que la gente no apoya a la monarquía porque el día de la boda del príncipe había más policías que gente viendo desfilar el coche nupcial en Madrid. No se puede asegurar tan alegremente que la monarquía es apoyada. Hasta que no se produzca un referéndum en el que ambas opciones puedan ser elegidas en igualdad de condiciones no podrá saberse realmente lo que apoya el pueblo español.
Cuando se controla tanto los medios de comunicación (hasta el punto de que no se ve casi ninguna crítica a uno de los poderes más importantes del Estado, al contrario de lo que ocurre en otros países), es difícil que a la gente le lleguen ideas distintas de las que quieren quiénes controlan dichos medios. Pensamos y opinamos en base a lo que vemos en los medios de comunicación (que están muy manipulados por los poderes fácticos). Los medios de comunicación más que informar lo que hacen es CREAR OPINIÓN para que pensemos de cierta manera (la que les interesa a ellos).
10. La prensa no se mete con el rey porque cae bien a la gente.
Sin embargo, la simpatía o no que despierta el rey en la población depende de la imagen que nos transmitan de él los medios de comunicación a los ciudadanos. Si el rey cae bien a la gente, es en todo caso porque la prensa no se mete con él y no al contrario. El control de los medios de comunicación es la principal «herramienta» que ha tenido esta monarquía para conseguir imponerse, para conseguir apoyo popular. Dada la censura y manipulación que hay en los medios «oficiales», no podemos fiarnos sobre la imagen que nos han transmitido del monarca. Existen numerosas informaciones en medios alternativos (Internet) que desde luego dan una imagen muy distinta del rey a la «oficial» y cualquier atisbo de «apertura » informativa respecto de la monarquía es rápidamente censurado en los medios «oficiales». Sin ir más lejos el error cometido por el rey en la cumbre de Chile evidenció la falta de libertad de prensa en nuestro país. Los medios se han limitado a transmitir cierta imagen de nuestro monarca (próximo, campechano, sencillo) pero no informan sobre sus actividades, sobre sus cuentas, sobre su patrimonio. Prácticamente no informan nada acerca de él y desde luego lo tratan de forma muy distinta a cualquier otro cargo público.
Con respecto a los partidos políticos (mayoritarios) se puede elegir el periódico que uno quiera para CONTRASTAR versiones pero ¿cómo contrastar lo que se piensa de la monarquía? Todos los medios «oficiales» dicen (es decir no dicen) lo mismo. Para saber la verdad de las cosas es imprescindible contrastar versiones u opiniones distintas (imaginemos un juicio donde sólo se oye una de las partes, sería imposible saber la verdad). ¿Es que la monarquía es perfecta? NADA es perfecto y por tanto TODO se puede criticar. Y por tanto si no se critica NUNCA es porque se hace censura o autocensura.
Los medios de comunicación «venden» no «informan» . Y siempre «venden» lo mismo. Ahora bien «venden» lo que ellos quieren «vender» no lo que nosotros queremos «comprar», otra cosa es que lo «compremos». A ver si ahora va a resultar que nos ponen las noticias que nosotros queremos. No tenemos ni voz ni voto. Y nuestra opinión sobre las cosas son las que nos «venden». Por esto no hay libertad de expresión porque los medios no quieren informar sino «vender». En la historia existen numerosos ejemplos donde las versiones oficiales de las cosas no coincidían luego con la realidad (por ejemplo los NO-DOs del franquismo), hay que tomarse con mucha prudencia las «verdades que nos han vendido».
11. Si la gente quisiera república votaría a partidos republicanos por lo que no es necesario un referéndum
Sin embargo, vivimos en una «democracia» donde la gente tiene el voto condicionado por la «información» de la que dispone. ¿Y cómo la gente va a estar concienciada sobre este tema si no se habla de ello en los medios de comunicación debido a la censura Real?
Además cuando se vota a un partido no se considera sólo si es republicano o no sino su programa en conjunto, usando esa misma argumentación no habría hecho falta el referéndum de la OTAN porque el partido que ganó en su día defendía (en un principio) el NO. Cuando se vota a un partido se le vota por muchos motivos. Habrá gente republicana que no comparta la ideología de IU por ejemplo y mucha gente del PSOE que no esté de acuerdo con que este partido renuncie a su posición tradicional a favor de la república y también habrá gente de derechas que preferirá república. Siguiendo el razonamiento de que el que quiera república que vote a los partidos republicanos, nunca tendría sentido plantear un referéndum sobre ningún tema porque bastaría con votar al partido correspondiente (admitiendo que en el resto del programa uno esté de acuerdo con dicho partido).
Además es un tema con la suficiente importancia para tratarse aparte (se trata del modelo del Estado, de sus BASES).
12. Hay problemas mucho más prioritarios, lo importante es resolver los problemas cotidianos. Da igual que tengamos república o monarquía, en el fondo seguiríamos igual, la única diferencia es que tendríamos un presidente de república en vez de un rey.
La democracia es fundamental para la resolución de los problemas de una sociedad, cuanto más desarrollada esté mayor probabilidad de mejorar las condiciones de vida de la mayor parte de la población. El pueblo debe ser consciente de que hasta que no tenga el verdadero poder, no podrá aspirar a una vida mejor en justicia, paz y libertad. No podemos mirar para otro lado para no ver lo que no funciona y luego quejarnos cuando nos toca de lleno el mal funcionamiento de nuestro Estado. Ni podemos ni debemos evitar analizar las CAUSAS por las que las cosas no funcionan. Hay gente que piensa que la estructura del Estado no le afecta cotidianamente (que está muy lejana) y está equivocada, todo nos afecta a todos los niveles (sobretodo de arriba a abajo). No podemos aspirar a tener justicia, trabajo, vivienda dignos si la estructura BÁSICA del Estado en que vivimos lo impide. ¿Qué justicia puede esperarse cuando la ley de leyes atenta contra el principio básico de igualdad ante la ley de TODOS los ciudadanos? La ley debe ser antetodo justa y luego eficiente, pero si no es justa da igual que sea eficiente, probablemente en el franquismo la justicia era más eficiente pero también muy injusta.
Si tenemos en cuenta que en España la monarquía es menos transparente que otras monarquías de nuestro entorno, que coarta la libertad de prensa, que nuestro rey es impune ante la ley y no está sometido a ningún control, que fue impuesto por el franquismo… el planteamiento de la cuestión republicana en nuestro país no sólo es deseable y legítimo, sino que también es NECESARIO para conseguir que nuestra «democracia» se ponga por lo menos al mismo nivel que en el resto de países de nuestro entorno. Esta monarquía tiene los defectos inherentes a cualquier otra más los derivados del hecho de que sucedió a una dictadura y mantiene prácticas que recuerdan a ésta última. En resumen, si admitimos que cuanta más democracia mayor probabilidad de resolver los problemas (incluidos los cotidianos) y estamos de acuerdo en que república es más democracia que monarquía (en general y más aún en nuestro país, por las peculiaridades de nuestra reciente historia), entonces es evidente que la cuestión republicana es NECESARIA y ESENCIAL para mejorar nuestra sociedad.
13. Es mejor no volver a la república para evitar los problemas que hubo con la 2ª república.
Sin embargo, los problemas que hubo en la 2ª república no son sólo achacables a la propia institución republicana. En general, y simplificando un poco, el contexto nacional e internacional era ya de por sí muy complejo e inestable. España (y el resto de Europa) vivía una época de cambios intensos y profundos, la inestabilidad estaba arraigada en la sociedad española, inestabilidad que provocó en pocos años (menos de 60) el cambio de una monarquía (Amadeo I) a una república (la primera) a una monarquía de nuevo (Alfonso XIII y la dictadura de Primo de Rivera) y otra vez a una república (la segunda). En esos tiempos tuvieron muchos problemas tanto los regímenes republicanos como los monárquicos. Por tanto si no se puede volver a instaurar la república por los problemas que tuvo en esos tiempos, tampoco podría hacerse lo mismo con la monarquía. ¿Es que el modelo de Estado republicano usado en la mayoría de países del mundo ACTUALMENTE no tiene sentido en nuestro país? Por otro lado, cuando dicen que el reinado de Juan Carlos I es el periodo más largo de estabilidad en la historia reciente de España, tampoco es cierto, realmente el mayor periodo de estabilidad (hasta ahora) fue el franquismo. Es decir, la «estabilidad» tampoco es una virtud en sí misma..
14. En una república tampoco habría mucho margen de maniobra porque se elige un presidente perteneciente a un partido.
Se elige un presidente de república de un partido es verdad, pero por lo menos se tiene algo de margen para elegir, en el caso de un rey el margen es CERO. Y de todas maneras, en una república es más fácil establecer unas «reglas de juego» que aumenten dicho margen de maniobra. En una república es más fácil desarrollar la democracia hacia cotas más altas, nada es fijo e intocable, no hay tantos obstáculos.
Argumentos republicanos
Los argumentos a favor de la república se pueden sintetizar en los siguientes puntos:
1. El sistema republicano es mucho más económico, democrático, lógico y justo. No fomenta como la monarquía la desigualdad y el trato de privilegio y pone a TODOS los ciudadanos en igualdad de condiciones frente a la ley.
2. Es muy PELIGROSO que haya una persona con tanto poder como el rey (que esté por encima de la ley y sin control posible), la historia mismo lo demuestra. El sistema no debería depender de una persona. El sistema republicano es mucho más seguro porque no da tanto poder al jefe de Estado y además permite elegirlo cada cierto tiempo. Además en una república no existen problemas de sucesión (que tantas guerras han provocado a lo largo de la historia).
3. Tenemos una «democracia» donde no existe realmente libertad de prensa (la monarquía no se puede criticar, es decir no se puede criticar el modelo de nuestro Estado), donde hay poca (o nula) independencia de poderes, donde hay poco (o nulo) control de los mismos, donde hay poca (o nula) transparencia, etc. NO TENEMOS UNA DEMOCRACIA VERDADERA porque muchos de sus pilares fundamentales, entre ellos la libertad de expresión, no se cumplen o se cumplen insuficientemente. Nuestra «democracia» está muy «limitada», es claramente insuficiente. El modelo de nuestro Estado (del que la monarquía es parte sustancial puesto que es su núcleo) es muy poco democrático. Es decir, es un problema de las BASES de nuestro sistema.
4. Se suele decir que lo importante son los problemas cotidianos, que desde ese punto de vista da igual república o monarquía. Pero los que dicen eso, se olvidan de que si la estructura básica del sistema está «enferma» (es decir si las reglas del juego están «viciadas») entonces eso afecta a todo: se producen más problemas de convivencia que derivan a veces en violencia, más problemas de corrupción (que luego repercuten directamente en nuestro bolsillo), más bloqueo en la solución de los problemas (por ejemplo el terrorismo), menor pluralidad de ideas y por tanto menor posibilidad de encontrar soluciones para resolver los problemas, etc. ¿Qué justicia puede esperarse de un sistema cuya ley de leyes es profundamente injusta porque atenta contra el principio BÁSICO de igualdad ante la ley de TODOS los ciudadanos? La libertad y la democracia son condiciones necesarias e IMPRESCINDIBLES (auque no suficientes) para convivir en paz, para mejorar y progresar, para resolver los problemas cotidianos de todos.
5. Esta monarquía tiene muy poca legitimidad porque fue coronada por una dictadura y aprobada indirectamente en un referéndum en el que no se dio opción a un Estado republicano. Esta monarquía es muy poco transparente porque no está sometida a prácticamente ningún control (ni por la prensa ni por el poder político). Un referéndum donde se pueda elegir libremente y en igualdad de condiciones entre monarquía y república proporcionaría mayor legitimidad al sistema (sea cual fuese el resultado) y contribuiría a cerrar la página de la Transición.
6. El establecimiento de una república puede acelerar y aglutinar las reformas necesarias para avanzar en nuestra democracia. Nuestro sistema necesita realizar un amplio conjunto de reformas para conseguir mayor grado de democracia (por lo menos para alcanzar el que tienen nuestros vecinos europeos) y para ello es necesario que se hagan desde el sistema actual (con el riesgo de que sean insuficientes, de que se hagan a un ritmo excesivamente lento, o de que simplemente no se hagan) o bien «rompiendo» con el sistema actual y «regenerándolo» (consiguiendo asegurar que las reformas se hagan, que sean más importantes y que se hagan más rápido) a través de una república. La república puede ser el «catalizador» de la «regeneración democrática» de nuestro país. Y no menos importante, puede establecer las BASES para poder desarrollar la democracia hacia cotas más altas en el futuro, para poder mejorar el sistema de forma continua y sin ningún obstáculo.
La República no nos resolvería inmediatamente nuestros problemas cotidianos pero sentaría las bases para que eso fuera mucho más posible . Y por lo pronto ahorraría de entrada unos costes importantes a todos los ciudadanos y «sanearía» nuestra democracia, que falta le hace. La república nos traería un presente mejor y de paso (que no menos importante) nos proporcionaría un futuro más seguro. Además de los argumentos teóricos o de principios a favor de la república (aplicables a cualquier país), hay que sumar las peculiaridades de nuestra historia reciente que hacen que un referéndum para elegir la opción de sistema sea en nuestro caso NECESARIO para avanzar en NUESTRA democracia.
El día en que los republicanos puedan defender sus ideas en igualdad de condiciones que los monárquicos (que actualmente tienen todos los poderes a su favor, especialmente la prensa más importante), el movimiento republicano superará inexorablemente al monárquico.. Por esto se encargan los medios «oficiales» de obviar dicho movimiento porque puede crecer rápidamente en cuanto se le dé la mínima oportunidad. Por ejemplo, según una encuesta realizada en Málaga, la iniciativa para lanzar una Red de Municipios a favor de la Tercera República, a la que se han incorporado ya cinco ayuntamientos malagueños y los más de 200 cargos públicos que IU tiene en la provincia de Málaga, es conocida por un 30,27 por ciento de los malagueños. Además, aumenta el número de malagueños que se declaran republicanos, alcanzando el 40,34 por ciento frente a los que se declaran monárquicos, el 32,95 por ciento. Las encuestas hay que tomárselas siempre con mucha prudencia (tanto unas como otras) pero el hecho significativo es que ya empiezan a verse encuestas donde el movimiento republicano supera al monárquico, y esto con una «promoción» casi nula de dicho movimiento y sin debates.. La monarquía juega con mucha ventaja: lleva más de 30 años «promocionándose» con los grandes medios de comunicación y los principales partidos a su favor (por ahora). Pero en cuanto se empiecen a conocer las ideas republicanas y se puedan ver debates donde ambas opciones tengan las mismas oportunidades de darse a conocer, el movimiento republicano crecerá «como la espuma». Por esto los grandes medios de comunicación silencian sistemáticamente todas las noticias que tengan que ver con el movimiento republicano (salvo aquellas que lo desprestigien), porque saben que en cuanto empiece a ser conocido no parará de crecer por sí solo. El movimiento monárquico necesita silenciar al republicano para subsistir porque éste crecerá espontáneamente a pesar de los intentos del primero por obviarlo. La monarquía necesita mucho trabajo de «marketing» para mantenerse, la república necesita poco «marketing» para superarla.
Conclusión
Teniendo en cuenta nuestra historia reciente, en particular la Transición, la cuestión del tipo de régimen (república/monarquía) sigue abierta en nuestro país. Es una deuda histórica con la «España perdedora» que debe zanjarse para cerrar la página más dramática de nuestro pasado reciente.. La monarquía actual no tiene suficiente legitimidad porque ha sido impuesta por una dictadura y porque no se ha dado ninguna oportunidad a otra opción, la república, como mínimo igual de legítima (para los republicanos más legítima porque representa la legalidad democrática quebrantada con el golpe de Estado de 1936 que dio lugar a la guerra civil). La Constitución actual pone al jefe de Estado por encima de la ley y esto, por un lado es inadmisible en una democracia, y por otro lado puede plantear un serio problema de mal uso de dicho privilegio (mal uso que no puede garantizarse que no se haya producido ya). La monarquía actual es poco transparente y limita la libertad de prensa practicando una censura incompatible con un régimen democrático.
Por todo ello, el planteamiento de un referéndum para que el pueblo elija democráticamente entre república y monarquía no sólo es legítimo sino que es NECESARIO para cerrar definitivamente las «heridas» de nuestro turbulento pasado reciente y sobretodo para conseguir un grado de democracia, por lo menos, igual que el de nuestros países vecinos. Pero dicho referéndum debe celebrarse con las garantías suficientes para que ambas opciones puedan competir en igualdad de condiciones y para ello es necesario que los medios de comunicación inicien una «apertura» con el objetivo de culminar la libertad de prensa en nuestro país. Dicho referéndum debe estar precedido por un debate serio, profundo, verdadero y sin miedo en la sociedad española. Independientemente del resultado del referéndum, su planteamiento puede y debe suponer un importante impulso democrático.
El movimiento republicano tiene el gran reto de luchar ACTIVAMENTE por la concienciación masiva de la NECESIDAD de la Tercera República española (lucha que debe pasar inexorablemente por la unificación de las distintas plataformas republicanas) y para ello debe iniciarse un debate «interno» (pero abierto a la sociedad) sobre el MODELO que debe adoptar dicha república. La república no debe ser sólo la negación de la monarquía sino que debe ser un modelo alternativo perfectamente definido. Es necesario dar a conocer el concepto de república antes de que se instaure para (al ser una alternativa de poder institucional conocida) garantizar su porvenir como forma democrática del Estado. Es necesario que deje de ser algo bueno por conocer frente a lo malo conocido. Hay que evitar que la república llegue de modo imprevisto y se instale en un Estado de precariedad. El objetivo fundamental es evitar los errores del pasado que provocaron los fracasos de la primera y segunda repúblicas en España. En definitiva es imprescindible sentar las bases teóricas antes de su puesta en práctica.
Este artículo es un extracto del libro de José López «Rumbo a la democracia», disponible para descargar libremente en diversos sitios de Internet.