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La nueva constitución y el desafío crucial de Díaz-Canel: reconectar la ciencia con el gobierno (y II)

Fuentes: La Cosa

Primera parte de este texto El precio de la desobedencia y la jaula invisible Dirigir un país en el mundo de hoy se hace cada día una tarea más dura. Si los premios Guinnes convocaran en ese campo, Cuba podría competir con amplias posibilidades de éxito. No con el Son más largo del mundo, sino […]

Primera parte de este texto

El precio de la desobedencia y la jaula invisible

Dirigir un país en el mundo de hoy se hace cada día una tarea más dura. Si los premios Guinnes convocaran en ese campo, Cuba podría competir con amplias posibilidades de éxito. No con el Son más largo del mundo, sino con el stress gubernamental y social más prolongado de la época. A decir verdad nosotros mismos nos lo buscamos, podemos decir los cubanos con cierto orgullo.

En 1959 esta pequeña isla envió un poderoso mensaje global de desobediencia a los poderes planetarios instaurados hacía más de un siglo en su zona norte. Hicimos que a ellos les fuera más difícil «gobernar» y mantener su prosperidad en gran medida a costa de los países ubicados en la zona sur. Con todo y nuestros errores no solo comenzamos sino que hemos obtenido cierto éxito generando un esfuerzo sostenido – quizás más que cualquier otro país- por globalizar esa desobediencia. Y eso tiene un precio y lo estaremos pagando mientras exista el imperio. Según los futurólogos chinos este puede durar unos 100 años más, si es que el grupo de rufianes sicópatas que se ha apoderado del gobierno estadounidense no revienta el planeta antes.

Así que nuestro castigo va a ser largo. Los 150 años de lucha por la independencia nacional equivalen a unas 10 generaciones de cubanos enfrentados a la adversidad. Hay que preparar otras 10 generaciones más por si acaso.

Creo que ese era nuestro destino y la mayoría de los cubanos hemos sido fiel a él durante mucho tiempo. La historia del país muestra una rara estirpe de hombres de pensamiento y acción -desde Céspedes a Fidel Castro- (esa combinación también es muy extraña y explosiva) que despreciaron el bienestar material y los placeres de la vida para entregarse con una pasión arrebatadora -casi irracional según algunos- a la idea de la independencia y la dignidad de la nación. Con esa aspiración nos han contagiado a un grupo grande de los nacidos en esta isla. Y aquí estamos enfrentando un mundo caótico que los poderes fácticos han hecho ingobernable hasta para ellos mismos.

Hago este preámbulo para darle cierto basamento a la tesis de fondo de esta breve meditación que comencé con el texto anterior . No podemos confiar razonablemente en que surja de nuevo una generación de energía excepcional para sostener el reto cubano. No hay otra alternativa que volverse a la ciencia para seguir resistiendo y tratar de alcanzar cierta prosperidad.

Esta prosperidad está comprometida según mi criterio por tres factores sobre los cuales Cuba tiene diferentes niveles de influencia: 1)- el acoso esquizofrénico del gobierno del país vecino, 2) -ciclones y eventos meteorológicos cada vez más devastadores cuyos impactos sobre diferentes ramas de la economía no pueden subestimarse (cuando pasó el IRMA en septiembre de 2017 en menos de una semana la CEPAL disminuyó el pronóstico de nuestro PIB en más de 0.5 y 3)- nuestra propia capacidad para resolver los problemas del país en especial la de anticiparnos y no dejarnos sorprender por ellos. «Gobernar es prever» sentenció José Martí.

Es obvio que es en este tercer factor sobre el que más podemos incidir. Me disculpan por la simplicidad del razonamiento pero no quiero complicar un tema que, no obstante, es muy fácil convertir en difícil, una habilidad esta con notable desarrollo entre nosotros los cubanos.

El tercer factor: no basta que el gobierno tenga buenas ideas hace falta organizarlas y saber cómo implementarlas con eficacia

Uno de los efectos colaterales del asedio que la clase dominante global impone a los países desobedientes es crear un estado de desasosiego y confusión en el sector dirigente a fin de debilitar su poder de concentración y análisis provocando así decisiones erróneas tanto en el plano político como en el económico. El objetivo buscado es provocar la pérdida de confianza de la población en la capacidad de la dirección para resolver los problemas.

Me pregunto si la abrupta carta de un ministro restringiendo el espacio territorial de cooperativas de la construcción -al margen de la ley-, la decisión poco fundamentada de restringir las licencias para los emprendedores y la implementación desenfrenada en la creación de cooperativas no agropecuarias, no podrían incluirse dentro de esta clasificación de iniciativas gubernamentales de bases subjetivas.

Lejos de resolver problemas, los han creado. Podrían tener graves consecuencias en la cotidianidad económica de los cubanos y dañar el tejido sociopolítico del país en la medida que sintonizen y hagan sinergia con el nuevo paquete de medidas del imperio, salidas de la mente trastornada del señor Bolton, que bien pudiera con razón adoptar como sobrenombre el del líder Cheyenne «Caballo Loco» .

Esta táctica se complementa con el ataque simultáneo mediático a nivel cultural e ideológico (a veces contribuimos de manera inconsciente; analizar el «paquete semanal» y sus efectos en los sectores juveniles en Cuba ) tratando de introducir a sus víctimas en una jaula sicológica invisible para que pierdan contacto con la realidad facilitando así su proyecto de dominación. Es un coma político inducido que a veces no les permite a las personas objeto de su agresión visibilizar las verdades más elementales. (Caso Venezuela y ahora en forma de otra variante Brasil.)

He sugerido en textos anteriores examinar los documentos distribuidos hace algún tiempo por la entonces Oficina de Intereses de Estados Unidos «AHORA O NUNCA» y el «FUTURO DE CUBA.» En ellos el Imperio explicita el trabajo encargado a sus tanques pensantes para la recolonización de nuestro país. Por supuesto, ya los deben tener actualizados.

De todo lo anterior, se deriva que el país sometido a este asedio debe priorizar la elevación de la calidad de los procesos de toma de decisiones en todos los niveles comenzando por el nivel estratégico. Necesita optimizar cada una de ellas hasta en los detalles, desterrando en toda la medida posible la improvisación y la incoherencia.

En el caso de Cuba ello no podría lograrse sin un efectivo reordenamiento del potencial científico técnico -ya afortunadamente creado en el país- para insertarlo en cada una de las tareas del gobierno. Principalmente en su núcleo duro: la actividad del Estado y el sector empresarial que es la base de la sostenibilidad de nuestro proyecto de nación.

La reiterada exhortación del presidente Díaz-Canel a la creación del gobierno electrónico se encuentra en esa dirección.

Esto implica la orientación de todo el potencial científico-técnico disponible en esta esfera con una visión de integralidad y superar su actual estructura asimétrica no disminuyendo el peso de las biociencia – la muestra más evidente de ese unilateralismo- sino fortaleciendo el ordenamiento y articulación de las Ciencias del comportamiento con los procesos de toma de decisiones en todos los niveles

Hay que retomar los estudios iniciados por Tirso Saenz en la década de los 1980 en la rama de la Ciencioloíìa y la Política Científica. En esos años junto con él impartimos en el ISPJAE varios cursos sobre esta temática cuyas ideas relativas al contenido -la Politica Cientìfica en países pequeños subdesarrollados y socialistas – incluí en un capítulo de mi libro Como se forma un investigador , editado en 1985.

No me creo un experto en el tema de la caída del socialismo europeo pero he dedicado mucho tiempo a pensar sobre ello partiendo de mi experiencia personal con el asunto, a causa de mi estancia en uno de ellos durante años y por conocer también de manera directa lo que sucedía en otros.

Tengo la firme convicción de que una de las causas principales de la caída fue la incompetencia de aquellos gobiernos -comenzando por el de la URRS- para construir conexiones sistémicas entre las mentes, corazones y bolsillos de la población en función de un sistema de valores. El éxito económico por sí solo no garantiza la sostenibilidad del sistema socialista.Ese fue uno de sus errores. Hay que ganar una guerra dentro de la conciencia humana, que es la que decide.

Este asunto esencial de gobernabilidad depende de la mencionadas ciencias del comportamiento, la Economía, Sociología, Psicología -en especial en su rama de la sicología social y del trabajo-, las Ciencias Jurídicas y la Pedagogía entre ellas. Casi todas confluyen e interactúan con las diferentes ramas de la más preterida y olvidada: la ciencia de la Administración.

El socialismo histórico las subestimó y las humilló sin saberlas articular con la actividad de dirección estratégica de la sociedad. Por eso en gran medida fueron derrotados pero ya antes nos habían transferido a los cubanos ese «modelo» de pensamiento al que Fidel Castro le hizo resistencia hasta donde pudo.

Delante de mí le escuché decir -a raíz del fracaso de la zafra del 70- en el edificio de la rectoría universitaria: «en el mundo de hoy para ser completamente libres hay que ser fuertes o virtuosos y nosotros no somos ninguna de las dos cosas. Creo que estamos a tiempo de sacudirnos los restos de esas formas de pensamiento y la discusión de la nueva Constitución nos ofrece una gran oportunidad .

Hay que convertir ese documento en un sistema de principios y conceptos cuyo fin insoslayable sea enjaular el poder e impedir sus excesos contra la población. Será una jaula o no será.

Ese texto se ha convertido en un motor que está promoviendo que el gobierno y la población de manera conjunta organicemos mejor nuestras ideas sobre cómo consolidar el proyecto de nación.

La tecnología para lograrlo depende en gran medida de factores intangibles que solo son explicados por las ciencias que tienen que ver con el mundo interior del ser humano y su interacción con su vida material que es el escenario principal donde se desarrolla esa guerra arriba mencionada.

Ahí se decide la batalla entre socialismo y capitalismo, pues en última instancia de eso se trata.

Ricardo J. Machado. Sociólogo. Fue miembro del Consejo de Dirección de la Revista Pensamiento Crítico y profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana. Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Berlín. Asesor del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros (1980-1994). Ha impartido docencia en universidades de América Latina. Fue profesor invitado de la Universidad de Berlín. Ha publicado varios textos relacionados con su especialidad: el factor humano en las organizaciones. Trabajó como consultor de las Naciones Unidas. Editó su más reciente libro en 2013 «Abrir y mantener un negocio por cuenta propia», por la editorial Ciencias Sociales.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.