Desde que la recuperación de la Memoria Histórica Democrática rompió el cerco mediático, saltando a las páginas de los periódicos, y se fue consolidando a su alrededor un fuerte movimiento social, las fuerzas antidemocráticas de la derecha española han creado una estrategia con el objetivo de neutralizar la posibilidad de que este movimiento pueda ser […]
Desde que la recuperación de la Memoria Histórica Democrática rompió el cerco mediático, saltando a las páginas de los periódicos, y se fue consolidando a su alrededor un fuerte movimiento social, las fuerzas antidemocráticas de la derecha española han creado una estrategia con el objetivo de neutralizar la posibilidad de que este movimiento pueda ser motor de nuevas conquistas democráticas.
Estamos asistiendo a una gran ofensiva ultraconservadora en todos los frentes. Esta ofensiva viene marcada por un agrupamiento de las fuerzas antidemocráticas de la derecha española que no se resignan a tener solamente el poder, sino que además desean el gobierno para poder utilizar ese poder de forma más eficaz. Para conseguirlo ha creado una amplia red de órganos de divulgación a través de los que unificar y transmitir ideas a la sociedad y de esta forma poder generar la cohesión ideológica necesaria para construir y articular su «bloque histórico». Fenómenos como los de Pío Moa, Cesar Vidal o Jiménez de los Santos, en los que la defensa del «amigo americano», de la invasión de Irak y los ataques contra el proceso de paz en Euzkadi se dan la mano con el revisionismo histórico y la negación del exterminio de los defensores de la legalidad democrática de la II República, no son casuales. El trabajo realizado por el movimiento supone un asalto frontal a las trincheras ideológicas de las fuerzas antidemocráticas de la derecha española. Esto ha sido contestado con la divulgación de verdaderos manuales de revisionismo histórico y negacionismo sin ninguna clase de rigor científico. Las declaraciones de diversos dirigentes del PP en referencia a que «desenterrar restos de la Guerra Civil» crispa a los ciudadanos y ataca el espíritu de la transición, en algunos casos reivindicando ser herederos de los vencedores, son una clara muestra del daño ideológico que la recuperación de la memoria histórica democrática está ocasionando en sus planteamientos. Recientemente, Esperanza Aguirre hacía referencia a que la crispación de los ciudadanos estaba generada por el afán de desenterrar el pasado y el proceso de paz en Euzkadi. Declaraciones similares hemos oído o leído de otros destacados dirigentes del PP.
En centros de poder en los que no sólo no ha penetrado suficientemente la democratización, sino que está en franco retroceso, como es el Poder Judicial, además de estar intentando evitar que la cuestión de las víctimas del franquismo sea tratada, desde el punto de vista jurídico, bajo los planteamientos que deben regir una democracia -es decir, bajo el prisma de las leyes penales internacionales y españolas-, se empeñan en castigar duramente a quienes intentan esclarecer la verdad con sus investigaciones. El caso de Dionisio Pereira, dando nombres concretos de los represores franquistas en la comarca de Cerdedo es una buena prueba de ello. El compañero Dionisio ha trabajado por investigar y dar a conocer la verdad, cuestión a la que tienen derecho tanto las víctimas como las sociedades que han sufrido graves crímenes contra la humanidad. Es curioso ver como estando llenas las cunetas de fosas comunes con los restos de personas asesinadas por defender la legalidad democrática republicana, el poder judicial no tome cartas en el asunto y, sin embargo, admita a trámite denuncias contra investigadores cuyo riguroso trabajo está posibilitando que tanto nuestra sociedad, como los familiares de las víctimas, tengamos acceso a conocer la verdad; es decir, el derecho a saber.
Amparándose en el revisionismo histórico y en la negación del exterminio de los defensores de la legalidad democrática republicana por parte de las fuerzas antidemocráticas, que los pseudohistoriadores vinculados a la FAES están vertiendo en libros y medios de comunicación, se está divulgando auténticas falacias que nada tienen que ver con una derecha liberal, democrática y europea. Recientemente, Pedro Alberto Cruz Sánchez, profesor de la Facultad de Bellas Artes de Universidad de Murcia, según Vega Media Press, ha afirmado ante sus alumnos, que el movimiento social por la Recuperación de la Memoria Histórica «no es sino rescatar los huesos de criminales de guerra». Este tipo de comentarios no se corresponden con una mentalidad democrática, atentan contra la verdad y sirven para mantener la manipulación ideológica del franquismo más allá de la muerte del dictador y son resultado de tanta impunidad y revisionismo histórico.
Ante esta situación en la que los poderes del estado persiguen a quien defiende los Derechos Humanos y muestran inacción ante quienes practican el revisionismo histórico y el negacionismo (ambas cuestiones tipificadas como delito en el derecho penal internacional), las fuerzas democráticas deben tomar posiciones. Gran parte de lo que está ocurriendo es efecto de la impunidad de la que han gozado, y gozan, las fuerzas antidemocráticas de la derecha española sin que las fuerzas democráticas parlamentarias sean capaces de investirse de la valentía política necesaria para hacer frente a la situación.
La tibieza con la que las fuerzas parlamentarias democráticas están tratando estos temas, sin atender derechos irrenunciables (Verdad, Justicia, Reconocimiento y Reparación), está permitiendo que los planteamientos ideológicos de las fuerzas antidemocráticas de la derecha española se transformen, poco a poco, en opinión reconocida y asumida como verdad histórica por una buena parte de la sociedad. Con leyes de memoria que asientan la impunidad no se va a parar la ola de revisionismo y negacionismo que nos intenta arrasar, sino que además se fortalece la ofensiva ultraconservadora que no encuentra ningún muro ideológico, ni jurídico, ni político de contención.
Se hace cada vez más necesaria una acumulación de fuerzas para combatir la gran ofensiva de las fuerzas antidemocráticas de la derecha. Por eso, hacemos un llamamiento a todas las fuerzas democráticas (sindicatos, partidos, asociaciones, medios de comunicación, etc.)para configurar un amplio frente de lucha ideológica que contrarreste, y haga retroceder, los planteamientos revisionistas y negacionistas respecto a la Memoria Histórica, vinculando este frente a la defensa de los Derechos Humanos y la Lucha contra la Impunidad, sustanciándose el mismo sobre trabajos y acciones concretas, no con leyes que asienten la impunidad.
Estamos asistiendo a la mayor involución democrática de los últimos 30 años y va siendo hora de empezar a pararla. Se hace más necesario que nunca la construcción de instrumentos de confrontación ideológica capaces de articular el pensamiento diverso de las fuerzas democráticas no sólo para contrarrestar la ofensiva ultraconservadora, sino para conseguir mayores y necesarios avances democráticos. Y no se trata de legislar de «cara a la galería» para luego no hacer nada, sino de empezar a tener la claridad ideológica, la voluntad política y la firmeza necesaria para obligar a que los jueces apliquen las leyes del estado democrático de derecho contra los criminales de la dictadura franquista, contra los que practican el revisionismo histórico y el negacionismo, y contra los defensores del golpismo y del terrorismo de estado franquista.