El Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Zapadores en Valencia vive una semana de pasión y protestas después de que once ciudadanos de Malí fuesen expulsados sin previo aviso y sin darles la posibilidad de solicitar el asilo, como denuncian diversas organizaciones sociales. La expulsión de los malienses provocó que 97 personas iniciaran una […]
El Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Zapadores en Valencia vive una semana de pasión y protestas después de que once ciudadanos de Malí fuesen expulsados sin previo aviso y sin darles la posibilidad de solicitar el asilo, como denuncian diversas organizaciones sociales.
La expulsión de los malienses provocó que 97 personas iniciaran una huelga de hambre, una protesta que a día de hoy continúan siete hombres y cuatro mujeres, según explica por teléfono Gary, un boliviano que lleva en el centro desde hace 19 días. Antes presentaron una queja ante el director del CIE. Sin respuesta.
Gary asegura que la base de la protesta es que «se está vulnerando nuestros derechos gravemente» y pone varios ejemplos. «Normalmente a las 12.30 llega la solicitud de vuelo, luego se contacta con el abogado, pero cuando éste quiere recurrir es demasiado tarde porque el juez ya no está. Los vuelos terminan saliendo esa misma noche, a las 3.00 ó 5.00 de la mañana», denuncia Gary.
A su juicio «los agentes de policía actúan de juez y de verdugos, la Justicia no está de tu parte, las decisiones las toman ellos». Es lo que le pasó a Mario, un ciudadano albanés al que se le notificó su deportación a mediodía y esa misma noche ya estaba volando. La Ley establece que se debe avisar con, al menos, 24 horas de antelación.
Gansy es panameña y también está en el CIE. En conversación telefónica explica por qué está en huelga de hambre. «No están dejando que los recursos que planteamos para evitar la expulsión se decidan, antes de eso ya le buscan vuelo a una», asegura.
Ella lleva diez años en España. La detuvieron en un peaje de la autopista y de allí pasó al CIE. Recuerda que nunca ha tenido tarjeta de residencia, «siempre trabajando en negro», pero ahora tiene un contrato de trabajo como camarera, una promesa laboral y está empadronada. Gansy teme que antes de que se resuelva su caso, lleguen un día y le digan: «coge tus cosas, que te vas». Y termina la conversación, cortada por la policía, con dos preguntas: «¿es esto un negocio? ¿cuánto dan por mandarla a su país a una?».
Los africanos dejan la huelga de hambre
Gary afirma que desde que han empezado las denuncias públicas «han cambiado las condiciones del CIE, lo han limpiado, lo han dejado todo más ordenado…«. Desde el lunes, que empezaron las huelgas de hambre, se han incrementado las expulsiones y cada día son más las personas que salen en libertad. «Los africanos dejaron la huelga después de hablar con el director del CIE. Yo creo que les metió el miedo en el cuerpo», explica Gary.
Los internos del CIE de Zapadores con los que ha podido hablar La Marea califican de «infierno físico y psicológico» el internamiento. Hay personas, por ejemplo varios nigerianos que tras pasar tres meses en el CETI de Melilla llevan 45 días en el CIE.
Un grupo de marroquíes tiene el dinero para pagarse el billete para irse, pero se les niega la deportación. Gary denuncia que «aquí hay un negocio» y asegura que «un compañero rumano tenía un billete de avión pero le obligaron a irse con la empresa que se encarga de las deportaciones». Esta empresa es Air Europa.
También recuerda la situación de los inmigrantes de Malí, que no entendían español, y que al recibir la visita de la policía, el día 14 a las 7.00 de la mañana, pensó que los iban a liberar. No fue así.
Por ahora 11 ciudadanos, todos ellos de Latinoamérica, según explica Gary, continúan con la huelga de hambre. Todavía no ha ido a verlos ningún médico, de los policías sólo reciben un consejo: «esto que hacéis no sirve para nada, es en vano, lo único que tienes que pensar es en irte y volver a empezar la vida en tu país». Él lleva 11 en España, su compañera, diez. Por ahora siguen con la huelga de hambre.