El Ministerio del Interior ha autorizado por escrito y por primera vez el uso en el Cuerpo Nacional de Policía (CNP) de pulverizadores de gases tóxicos, más conocidos como aerosoles antivioladores o de defensa personal. Desde ahora, podrán tener estas armas -que se han venido utilizando en el cuerpo de manera alegal, sin cobertura normativa […]
El Ministerio del Interior ha autorizado por escrito y por primera vez el uso en el Cuerpo Nacional de Policía (CNP) de pulverizadores de gases tóxicos, más conocidos como aerosoles antivioladores o de defensa personal. Desde ahora, podrán tener estas armas -que se han venido utilizando en el cuerpo de manera alegal, sin cobertura normativa alguna y sin que figuren en la dotación oficial- «las unidades que lo precisen». La policía reconoce que no hay un protocolo que determine cuáles son los límites y en qué situaciones utilizar estos botes. Es más, documentos oficiales avisan de que no habrá cursillo para los agentes porque con leer las instrucciones del bote es suficiente.
El CNP, en una respuesta al mayoritario Sindicato Unificado de Policía (SUP), reconoció que «el Cuerpo Nacional de Policía ha adquirido en ocasiones sprays de gas con los que se ha dotado a determinadas unidades que lo precisaban».
El Reglamento de Armas de 1993 prohíbe el uso de «sprays de defensa personal y todas aquellas armas que despidan gases o aerosoles», salvo las autorizadas por el Ministerio de Sanidad y que cualquier ciudadano mayor de edad puede comprar en una armería. Portavoces oficiales de la Dirección General de la Policía se limitaron a insistir en que los sprays están autorizados por Sanidad y que se adaptan al Reglamento de Armas vigente.
Según revelaron fuentes policiales, los aerosoles entregados en diferentes jefaturas están compuestos por gases tóxicos a base de capsaicina, un potente alcaloide obtenido de la guindilla y los chiles. Los botes, que tienen un precio cercano a nueve euros por unidad, están diseñados para provocar «sensación de extrema quemadura en los ojos, lagrimación abundante, cierre involuntario de los ojos, irritación en las mucosas nasales, tos y opresión en el pecho». En teoría, los efectos duran 20 minutos, durante los cuales la víctima queda «incapacitada para ejercer ninguna acción controlada».
Insuficiencia respiratoria
El Instituto Nacional de Toxicología ya ha alertado en varios informes, derivados de la actuación de las fuerzas de seguridad, sobre la peligrosidad de estos sprays, incluso de los botes homologados. Según los especialistas del Ministerio de Justicia, «en algunos sujetos, especialmente tras la exposición intensa, se ha descrito la aparición de sintomatología cardíaca, como taquicardia e hipertensión», así como «sintomatología respiratoria de mayor importancia con laringoespasmo, edema pulmonar y broncoespasmo, que conducen a la insuficiencia respiratoria».
El secretario general del SUP, José Manuel Sánchez Fornet, dice que «el ciudadano puede sufrir graves daños y el policía puede verse en la más absoluta indefensión por el uso de un arma que no está reglamentada».