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la polírica y la guerra de los cuatro elementos una reficción

Fuentes: Rebelión

LA POLÍRICA Y SU GUERRA DE LOS CUATRO ELEMENTOS     Si yo no ardo,si tú no ardes,si nosotros no ardemos,cómo de las tinieblas haremos claridad?   Nazim Hikmet (1902-1963)      Llamo polírica a una manera de hacer política líricamente, es decir, con las vísceras lanzadas al misterio; un actuar social bajo parámetros poéticos […]

LA POLÍRICA Y SU GUERRA DE LOS CUATRO ELEMENTOS

 

 

Si yo no ardo,
si tú no ardes,
si nosotros no ardemos,
cómo de las tinieblas haremos claridad?

 
Nazim Hikmet (1902-1963)
  

 

Llamo polírica a una manera de hacer política líricamente, es decir, con las vísceras lanzadas al misterio; un actuar social bajo parámetros poéticos en donde intuición, imaginación y solidaridad (que es amarnos a nosotros mismos porque nos descubrimos iguales a los otros) serán orientación más consistente que la tradicional noción de lucha por el poder o confrontación de clases. El inmediatismo manipulador de la política beligerante convencional es substituido por acciones para la subjetividad social y el imaginario colectivo; lo habitualmente excluido del contexto político se politiza a través de la polírica, ampliando los límites de la lucha popular, creo. Decía Baudelaire (1821-1867): «La vida sólo tiene un encanto, es el encanto del juego.»

La canalla política y financiera ha reducido la mayor parte de la humanidad a castrados espirituales (iguales sólo en eso a sus victimarios), seres ocupados en la sobrevivencia que han perdido el acceso a lo metafísico y también al disfrute de lo material. Por otro lado, el esquematismo reduccionista de partidos y organizaciones políticas opositoras estropea los intentos de quienes se atreven a luchar.

El anquilosamiento de las dirigencias o burocracias de izquierda, su olvido del hoy en pos de un futuro igualitario, su discreta necesidad de acumular, la inútil cautela, vuelve rígida la más vital confrontación. Escribió Bertolt Brecht (1898-1956): «En general, encuentro que los hombres de nuestra época temen muy poco a la vida mezquina y demasiado a la muerte. Su temor tan grande a la muerte se debe a su constante afán de aferrarse a lo que poseen para no les sea arrebatado.» Luego de millones de años de evolución los terrícolas hemos ido perdiendo, en unos cuantos miles, nuestro ser y nuestro estar. «Pero ya basta de lamentaciones»,dice el inevitable optimista; «No estoy para

*Escritor e historiador literario.

sutilezas -dijo el rabioso-, que no me vengan a chingar el coraje los pájaros con su canto», y la algarabía matinal de los trinos hace odiar alegremente. «Propuestas, compañero», reclama alguien en una inútil asamblea. «Ya déjate de mafufadas», espeta el solemne. Pero alguien piensa: «¿por qué no intentar otros caminos? Y entonces aparece la Guerra de los Cuatro Elementos: Risa-Aire, Llanto-Fuego, Mierda-Tierra y Orines-Agua. Una Reficción (palabra que nace del ayuntamiento de reflexión y ficción).

Desencantado de lo que se conoce de las políticas contestatarias actuales entiendo que ha llegado el tiempo de lo imposible, ante el fracaso de lo posible tengo que creer en los imposibles y entonces habrá que buscar otras maneras de cambiar las cosas. «Sólo más allá de lo posible está lo que no nos engaña, tal como lo posible evidentemente nos engaña,» farfulló Georges Bataille (1897-1962). ¿Por qué no intentarlo, entre otras formas, con la polírica? ¿Qué tal la risa? ¿Qué tal el llanto? ¿Qué tal la mierda? ¿Qué tal los orines? Aire, fuego, tierra, agua, como símbolos lúdicos en la confrontación.

Un gigantesco coro de carcajadas contra el poder vigente; miles de hombres y mujeres de todas las edades riendo a mandíbula batiente, un festivo estruendo para la solemnidad de quienes hoy deciden. Una energía inusual, un sonido que comenzará a carcomer la interioridad de los aparatos de dominación, un desquiciante sonar disolvente. El desprecio y la ironía ciudadana día tras día minarán lo establecido propiciando nuevas condiciones para la lucha social. Un antiquísimo papiro encontrado en algún lugar de Europa decía: «Dios rió, y nacieron los siete dioses que gobiernan al mundo. A la primera carcajada apareció la luz. Se echó a reír por segunda vez, y aparecieron por todas partes las aguas(…)»

En toda ceremonia, en todo acto, en cualquier oportunidad pública o privada, miles de risas en todos los tonos y volúmenes. y habrá que decir que la polírica no excluye la confrontación convencional, más bien la diversifica y amplía. Se podrán organizar multitud de carcajeantes coros con unos cuantos miles de heroicos risueños que aparecerán en cualquier parte. Y habrá muertos sonrientes y fantasmas hilarantes cuya dignidad hará crecer el movimiento de la radicalidad polírica.

Y luego se incorpora también al llanto, un llanto transfigurado, propio para la liberación pues no sólo se llora por impotencia o debilidad, también se llora de plenitud y rabia. Miles llorando a moco tendido en mil estratégicos lugares y al unísono. Hombres y mujeres, viejos y niños, llorando a pulmón batiente, con el gusto de escucharse sonar, enfrentando con lágrimas la fatalidad globalizadora del insaciable capitalismo. El llanto no como lamentación sino como ritual propiciatorio en donde el coraje y no el aplastamiento haga brotar las lágrimas; también los lloros como estridente maldición para los gandallas. Borbotones de saludables lágrimas, agua indignada regando los territorios, líquido fuego achicharrando la tranquilidad de los cuarteles, y las oficinas y los hogares del poder. Marejadas promisorias, funestos presagios.

Con sólo unas decenas de nuevos combatientes actuando en los pequeños lugares, con sólo unas centenas de nuevos combatientes actuando en los lugares medianos, con sólo unos miles de nuevos combatientes actuando en los grandes lugares, carcajadas y llantos metamorfosearán la realidad objetiva y subjetiva de la sociedad. Y habrá escuadrones suicidas de lloradores y reidores que recurrirán no sólo a la imaginación, sino también a la tecnología más avanzada para sonar en los lugares más recónditos del poder político, económico y cultural. En sus momentos más íntimos: miles de carcajadas; en las circunstancias más inesperadas: cataratas de lloro; en sus capillas privadas: sonorísimos llantos; en sus alcobas y en sus bibliotecas: risas estruendosas.

Cada ceremonial polírico, grande o pequeño, será una importante acción que movilizará energías inimaginables, individual y colectivamente. Hay que señalar que carcajadas y llantos deben mantenerse separados, pues si llegaran a mezclarse habría riesgo de histeria. Risas o lloros como espirituales actos de apertura a lo desconocido en pos de un cambio social e interior. Resignificación axiológica. Trastocamiento del poder establecido con las energías más básicas y desideologizadas. Ángeles y demonios reunidos armoniosamente volarán y brincarán entre magníficos y singulares coros, verdaderas trompetas que derrumbarán murallas; un inusitado acto de alquimia en el crisol de las calles que transmutará el oro en plomo. Reficción polírica.

Entonces la subversión de los valores establecidos por el dinero vendrá del tuétano a la piel, y víctimas y victimarios entenderán lo prescindible de ultrajar y padecer; la clase humana podrá vislumbrar que es mejor aferrarse a otros menesteres y no a abusar o a ser explotado, pues a fin de cuentas como dice Job (21:26) débiles y poderosos «juntamente yacerán en el sepulcro,y a uno y a otro lo recubrirán los gusanos,» (los gusanos, eso que Ambrose Bierce (1842-1914) llama. «Producto terminado del cual somos la materia prima.») Si los intentos de transformar el mundo en beneficio de la especie humana hasta hoy sólo han servido para encumbrar a los más criminales y estúpidos, habría que intentar con lo desconocido; si lo posible ha fracasado habrá que voltear hacia lo imposible. Cuando ya no se puede estar peor, intentar nuevas maneras de cambiar es en sí mismo una mejoría. Lo que ya resulta inadmisible es la reiteración de estrategias inútiles. ¿Quién resiste diez mil carcajadas, a todo volumen, a cualquier hora y en cualquier lugar? ¿Quién soporta diez mil llantos, a todo volumen, a cualquier hora y en cualquier lugar? A la locura que destruye habrá que enfrentar una locura constructiva. ¿Qué guardaespaldas libra de un sueño?

Ya para la fase climática de la Guerra de los Cuatro Elementos, dos o tres meses después del inicio de la confrontación polírica nacional, cuando soldados y judiciales se hayan cansado de asesinar carcajadas y ametrallar lágrimas, y funcionarios y banqueros hayan intentado inútilmente no escuchar, se pasará a la fase dos, es decir al uso de los deshechos orgánicos. Quienes nada tienen, tienen mierda-tierra y orines-agua.

 

CONVOCATORIA

Se llama a todos los patriotas, hombres y mujeres, ancianos y niños, a que el próximo domingo se reúnan a las doce horas en torno a cada uno de los palacios municipales, de gobierno y nacionales, llevando una bolsa frágil con excremento personal y fresco que en un acto solemne y silencioso será lanzada simultáneamente contra todos los palacios del país. Esta simbólica respuesta popular deberá concientizar instantáneamente de su error a todos aquellos que persisten en seguir medrando a costa del prójimo. La mutación alquímico-excrementicia de los recintos del poder instaurará una nueva forma de relación social.

Como base importante de esta movilización, que habrá de durar el tiempo necesario (según cálculos de la Academia ningún régimen político o sistema económico puede resistir más de tres semanas políricas), se integrarán equipos (decenas, centenas o miles, según los objetivos) que de lunes a sábado cubrirán de excrementos politizados instituciones bancarias, cuarteles y comandancias, hoteles de cinco estrellas, rerstaurantes de lujo, centros comerciales exclusivos, domicilios particulares de gandallas, etc. Lo mismo habrá de hacerse con los orines-agua, sólo que en acciones no simultáneas, como en el caso de la diferenciación risa/llanto.

Para los dorados bombardeos líquidos se usarán similares tácticas, frágiles bolsas que estallarán gozosas contra las fachadas; tal evento deberá realizarse por las tardes (el sol multiplicará el olor, la penumbra prolongará la humedad) Las mañanas serán de caca, las tardes, de orines. El método consiste en la independencia de cada uno de los cuatro elementos y en su ejecución progresiva, pues si mezclados producirían confusión e histeria, diferenciados multiplicarán sus efectos liberadores.

Las más profundas convicciones de la insurgencia civil se habrán de materializar en los deshechos orgánicos de los ciudadanos más dignos, para corroer las insultantes costumbres del poder establecido. Condición única para el triunfo de esta histórica batalla será la participación de uno o dos por ciento de las poblaciones, en realidad unas decenas de miles por cada lugar. Es importante aclarar que las campañas políricas no requieren líderes ni profetas, con una clara orientación y un inteligente uso de los medios masivos de comunicación bastará. Por supuesto, se podrán realizar magníficos videos.

Todos los hombres y las mujeres tenemos boca para hablar y reír ferozmente, todos tenemos ojos para mirar y llorar lúcidamente, todos tenemos culo para cagar creativamente y orificio para orinar organizadamente. Lo que antes sólo eran actos ocultos e individuales se socializan, lo que antes sólo servía para justificar la existencia de los pañuelos desechables y las cañerías hoy será una poderosa arma en el combate por la humanización de lo humano. Ante la impunidad del poder económico, político y cultural, la rabia de nuestros deshechos orgánicos, de nuestras lágrimas, de nuestras carcajadas.

¡MORIR ES NADA CUANDO POR LA PATRIA SE RÍE!

¡MORIR ES NADA CUANDO POR LA PATRIA SE LLORA!

¡MORIR ES NADA CUANDO POR LA PATRIA SE CAGA!

¡MORIR ES NADA CUANDO POR LA PATRIA SE MEA!

¡VIVA LA GUERRA DE LOS CUATRO ELEMENTOS!

¡UN FANTASMA RECORRE EL MUNDO: LA POLÍRICA!

¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES:

REID, LLORAD, CAGAD Y MEAD!

¡ESTA MIERDA SÍ SE VE!

¡REFICCIONEMOS!

¡ETCÉTERA!

 

Frente a lo excesivo de la realidad que hoy padecemos, los excesos de los ofendidos y la transformación de sus inoperantes maneras de oponerse es una exigencia ética. Hoy la desmesura ya no se matiza, se intensifica. Todas las cárceles serían insuficientes para encerrar a los ciudadanos políricamente organizados, que con el uso de armas no mortíferas disparan a lo material y a lo inmaterial.

¿A prisión por el delito de carcajearse a mandíbula batiente en la vía pública? ¿Condenados por llorar a moco tendido en las plazas mayores? «Miles de detenidos por arrojar toneladas de mierda sobre los palacios de gobierno». «Cambió el color de la fachada de palacio nacional, cincuenta mil litros de orines fueron la causa». «Se infartó la madre del señor banquero por el estruendo de un llanto gigantesco». «Enloquece un juez por efecto de las carcajadas de cinco mil manifestantes frente al tribunal».

Los combatientes políricos no tendrán que portar armas prohibidas, ni deberán afiliarse a ningún partido, ni profesar una religión, ni asistir a asambleas o usar un determinado color en sus ropas. La militancia polírica sólo implica: a) la abolición del temor a la muerte, b) el repudio a la acumulación, c) la intensa entrega al presente, y d) el amor a la creatividad. La violencia polírica es una violencia pacifista, el futuro armonioso se dará por añadidura. Por ahora, más importante es saber lo que no se quiere, que saber lo que se quiere. Escribía San Agustín: «Sé que mido el tiempo, pero no mido el futuro, porque no existe aún; ni el presente, porque no tiene extensión; ni tampoco el pasado, porque no existe ya. Entonces ¿qué es lo que mido?»

Cuando no se lucha por el poder, el espontáneo deseo de cambiar puede ser suficiente dirección; la aplicación de la Guerra de los Cuatro Elementos modifica lo individual sin anularlo, y como en el caso de las protestas convencionales, más bien lo amplía. La resignificación de la risa y el llanto, la mierda y los orines, transfigura la subjetividad de los participantes y los sumerge en un delirio ético que llena de inagotables energías para la confrontación con lo injusto; el ritual de la risa y las lágrimas, como el de preparar los proyectiles para los bombardeos excrementicios, impulsa la más profunda transformación social y llevará a estados de conciencia inéditos; todo ello otorga a la reficcional actividad polírica estatus de arquetipo de la subversión colectiva. «La plenitud no requiere de la perfección, sino de la totalidad,» dijo Karl Gustav Jung (1875-1961); la polírica os hará libres, o algo así, digo yo. Atención a la chispa, cuidado con la gota: nada es insignificante.

México, 2005