Recomiendo:
0

Entrevista a Joaquín Miras Albarrán sobre Praxis política y Estado republicano. Crítica del republicanismo liberal

«La política es fuerza y lucha, si una posición renuncia a organizarse o a adoptar medidas a partir de su capacidad, la representación no representa nada»

Fuentes: Rebelión

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones, Joaquín Miras Albarrán es miembro fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y Estado republicano. Nos habíamos quedado en las citas a pie de página de este apartado. Te decia que me estaba fijando mucho en […]

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones, Joaquín Miras Albarrán es miembro fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y Estado republicano.

Nos habíamos quedado en las citas a pie de página de este apartado. Te decia que me estaba fijando mucho en esas notas. Citas a E.P. Thomson y a La formación de la clase obrera en Inglaterra nada menos. ¿Le conociste personalmente cuando estuvo en España? 

No estuve en ninguna de las conferencias o de las charlas públicas que pronunció Thompson en España. Pero sí leí con mucho detenimiento la obra publicada por él. Y sobre todo, sus cuatro grandes obras publicadas en castellano, la que tú citas, el conjunto de artículos Tradición, revuelta y consciencia de clase, y su continuación Costumbres en común, además de su obra contra el althusserianismo, mordaz, acerada y excelente, magnífica también, Miseria de la teoría. 

 Paco Fernández Buey también hablaba muy bien de ese libro 

Con razón. Posteriormente se editaron en libro otros artículos de él, y su obra sobre William Morris, pero son esas cuatro obras las que fueron fundamentales para mí. La que tú citas es el ejemplo más claro -y más preclaro- de que el ser humano es autocreación de sí mismo. No creación mítica, verbal, imaginaria, giro-lingüística, sino creación práxica, autocreación práxica a partir de la puesta en obra, en común, de actividad nueva, generada por la razón práctica intersubjetivamente elaborada. Y que si el ser humano es ser social-cultural autocreado, también la clase, la clase social, es autocreación, praxis, creación de ethos, por parte de los subalternos, de los explotados. La formación de la clase obrera, más allá de ser una obra historiográfica formidable, escrita, además, de forma bellísima, briosa, como si fuese literatura de creación, además de eso, es un texto de pura teoría política, de filosofía política, sobre lo que es la clase social: sobre la génesis histórica, material, de un sujeto político, de un sujeto social histórico, que es, como toda autocreación humana, autocreación en comunidad, realidad autocreada cuya materia es la actividad, actividad creadora de un vivir, de un ethos, y de un proyecto político orgánico. La capacidad de dar explicación de la génesis de nuevas realidades sociales, donde antes éstas no existían, la explicación de cómo se van autocreando, esto es el gran historicismo. Ese trabajo magistral de Thompson, esa capacidad de presentarnos una realidad social, un sujeto social, en su proceso de génesis, de autogénesis, es impensable, imposible, fuera del marxismo, fuera de la heurística marxista, la que se elabora a la luz de las reflexiones sobre las experiencias revolucionarias, de las reflexiones sobre el emerger, el constituirse de sujetos sociales nuevos, revolucionarios. Esto es la muestra de que el marxismo va más lejos, ve más, comprende mejor que las otras teorías historiográficas, algunas de las cuales, desde luego, proporcionan detalladísimos y muy bellos, excelentes, estudios de momentos del ser humano, de mentalidades, etc. Un marxismo, hay que añadir, como el de Thompson, o como el del grupo de historiadores marxistas británicos de Past and Present, Christopher Hill, Erick Hobsbawm, Rodney Hilton… Lectores de Marx.

Los sujetos de la política son para nosotros, privilegiadamente afirmas, «la totalidad de los sujetos de las clases subalternas». Dos preguntas: ¿quiénes formarían parte de esas clases subalternas en la España del siglo XXI o en países de nuestro entorno?

Como siempre en la historia, la mayoría social, la inmensa mayoría no capitalista, con toda su heterogeneidad de experiencias. Es un «sujeto» no sujeto, es una sociología desorganizada, atomizada, constituida por los explotados, tanto los asalariados manuales como los intelectuales. Tanto los trabajadores por cuenta ajena como los trabajadores por propia cuenta -autónomos-, los parados, los pequeños tenderos, con formación intelectual o sin ella, que se consideran «clases medias», los emigrantes, americanos, magrebíes, pakistaníes, chinos, las mujeres que hacen trabajo doméstico.

Un mundo heterogéneo 

Un mundo heterogéneo, pero no más que el mundo heterogéneo que constituye la clase obrera a comienzos del siglo XlX en Inglaterra, para poner como ejemplo a Thompson, desde los cuchilleros metodistas a los obreros de trabajo a domicilio textil y los trabajadores del barro para utensilios domésticos, los zapateros, los aguadores, los afiladores y lañadores, los mineros, los que creían en el inglés libre por nacimiento y los que plantaban árboles de la libertad,… O que el mundo heterogéneo que se homogeneiza mediante las luchas y la praxis y da lugar a la Revolución Francesa. O que los dos mundos sin cuya conexión no hubiese sido posible la Revolución Rusa, obreros y campesinos. A tener en cuenta una cosa sobre la que nos advierte el propio Marx, tal como ya hemos referido, en el capítulo último de su obra clásica: tener propiedad privada no es ser capitalista; el capitalismo no es poseer los medios de producción que permiten trabajar sin estar inmediatamente supeditado a los capitalistas. El capitalismo es un proceso en que el poseedor de los medios de producción los emplea como recursos para comprar una mercancía llamada fuerza de trabajo. Y para ello, necesita liquidar la otra forma de propiedad, dado que mientras esa existe, no hay fuerza de trabajo disponible. Un tendero es, también, un subalterno, aunque él no se quiera concebir como tal y la envidia ajena de los otros subalternos lo hostilice.

La segunda pregunta que te anunciaba: muchas de esas personas, en numerosas ocasiones, están muy alejadas (por razones más que comprensibles en ocasiones) de la acción, de la praxis política. ¿No resulta un poco paradójico entonces? ¿Sujetos de la política que no intervienen en política?

Tienes razón, es una paradoja. En realidad la frase que pronuncias expresa dos. En primer lugar, nos debe hacer reflexionar a quienes hemos estado en la política durante años. Porque algo debemos haber hecho mal.

¿Y qué es lo que hemos hecho mal o muy mal en tu opinión? 

 Dejamos de entender la política como actividad organizada de la gente, para dedicarnos a la política como representación electoral y como acción institucional.

Estabas en la segunda acepción de la frase. Te he interrumpido 

En segundo lugar habla de una cultura de atomización y vida privada, que ha sido el modelo de vida generado por el capitalismo, que ha tenido prestigio. Se abre una nueva época, sin embargo. Poco a poco, desde el 2008, todo va mostrando ser nuevo; y hay que tener esperanza en que se recobre la iniciativa política de los subalternos. Sin ellos, sin todas esas gentes no activas políticamente ahora, no podrá haber una praxis política liberadora, porque los necesitamos, nos necesitamos, todos a todos, si queremos tratar de crear una alternativa de mundo, de cultura de vida. Pero además, y esa es otra parte de la paradoja, no se puede denominar política a una actividad de ingeniería institucional, desarrollada por una minoría, que se elabora al margen de la deliberación e intervención política de la mayoría. Si la mayoría de la gente no es, no son sujetos políticos porque no intervienen en la política, y dejan, además, fuera de deliberación tanto las decisiones sobre el gasto institucional, como la vida cotidiana y su vivir en común, en ese caso, la actividad de gestión institucional, a falta de sujetos sociales que intervengan, eso, no es política. Porque donde no hay actividad de ciudadanos, deliberación, acción en común, no hay ciudadanos, y donde no hay actividad de los polites -es el término griego para «ciudadano»- , no hay política. Es un embeleco. No existen sujetos de política donde los sujetos no intervienen en política y no existe política si los sujetos no intervienen y actúan dando lugar a lo que es política: praxis ciudadana en común, praxis intersubjetiva.

Quiero añadir aquí la opinión de un gran clásico.

Adelante con ella 

«El pueblo inglés piensa ser libre y se engaña: lo es solamente durante la elección de los miembros del parlamento: tan pronto como estos son elegidos, vuelve a ser esclavo, no es nada. El uso que hace de su libertad en los cortos momentos que la disfruta es tal, que bien merece perderla. La idea de los representantes e moderna, nos viene del gobierno feudal, bajo cuyo sistema la especie humana se degrada y el hombre se deshonra. En las antiguas repúblicas y aún en las monarquías jamás el pueblo tuvo representantes». Esta frase puede ser considerada pensamiento de algún protervo ultrarrevolucionario marxista comunista. No. Es de Jean Jacques Rousseau, está en El Contrato social. Sin actividad política constante, no hay política; ni libertad.

Pero, si me permites, para captar mejor. ¿Y si la cosa estuviera diseñada, abonada, estructurada, como quieras decirlo, por las clases hegemónicas, con muchos medios a su alcance, también con muchas experiencias acumuladas de mando en plaza, para impedir esa participación, para impedir la actividad política constante de los subalternos? No hablo de la suya por supuesto. ¿No se trataría entonces de una tarea imposible la que tú apuntas como condición sine qua non? Puestos en ello, se podría argumentar tal vez:, mejor una política institucional -que no es política en el sentido pleno del término- que, cuanto menos, haga algo, resista un poco, proteja a la gente más desfavorecida en lo más básico. O eso o la nada o, si lo prefieres, o eso o la lucidez quimérica, muy interesante pero poco práctica. 

 En ese caso, nada se puede lograr. La política es fuerza, y lucha a partir de esa fuerza. Si una posición renuncia a organizarse, y/o renuncia a adoptar las únicas medidas que puede adoptar a partir de su capacidad de hacer, la representación no representa a nada, no tiene capacidad coercitiva de negociar, de amenazar. El mejor ejemplo es el caso griego; ya puede más del 60 por ciento de la población decir que no quiere algo, que el poder del capital, Bruselas, lo machacará. Es el ejemplo griego, y nosotros podemos ser el siguiente.

Pongamos aún otro ejemplo

Adelante 

El siguiente: que en una ciudad hay un monolito o pagoda en expiación de la bomba orsini lanzada por un anarquista contra el emperador, su divinidad Hiro Hito, comendador de los creyentes; y que la pagoda, en cuya fachada se ve esculpido cómo el mal entrega la bomba al obrero anarquista, está en construcción. Pongamos que ese monumento sea famoso y que lo visiten cada año un par de millones de turistas, que se concentran, ellos y sus autocares, en un entorno de una docena de manzanas -que allí se llamarían lotos…-. Pongamos que el vecindario se queja a su ayuntamiento y espera que sea la honorable shogún del ayuntamiento la que les resuelva la cosa. Y que el ayuntamiento quiere meter eso en cintura. Pero el ramo de la hostelería que tiene en esa pagoda una atracción que trae muchos clientes, amenaza con no pagar impuestos municipales… Pongamos que la ciudad se llama…Venezia, y no existe Batman…Mal lo tienen los venecianos…

Pero, tras esta broma, sí me gustaría que sometiéramos a consideración, un poco más en detalle, el ejemplo que tú imaginas a título de pregunta retórica. Porque ese ejemplo construido «per impossibile», es sin embargo, asumible por el tipo de análisis social propuesto por el pensamiento posmoderno: el del panóptico, o el mito de la sociedad totalitaria, donde nada podría ser hecho. La sociedad sería un sistema estructural funcional retroalimentado: mejor dicho, un sistema funcional autoinformado y retroalimentado. Pero ahí la experiencia, ni tan siquiera la de la clase dominante, tendría cabida, porque no existiría…

¿Qué no existiría? 

No existiría la subjetividad que es la que autogenera experiencia, dado que, de existir, incluso subjetividades burguesas de los que mandan podrían cambiar de bando, con toda su experiencia, con todo su saber, por buen corazón o por pérdida de estatus y ruina. Por eso debemos suprimir en ese modelo autosostenido todo elemento referencial a la subjetividad y la experiencia. Declarar que eso son «narrativas». Ese sistema tendría como fundamento átomos individuados; como mucho, multitudes negrianas, protestatarias a veces y reintegrables a la función por parte del sistema.

Pero estos modelos no tienen nada que ver con lo que explica la historia. En general, toda la historia y, en particular, la historia social que es la que explica adecuadamente las luchas y las transformaciones sociales.

Sobre el mito del totalitarismo ha escrito bien Moshe Lewin. Él afirma que no ha habido nunca ninguna sociedad totalitaria. Por supuesto esto no gusta a los que hablan de la historia de la URSS para elaborar pensamiento de propaganda. Lewin, que dice que la URSS era una sociedad de clases, explica también que siempre la gente reconoce sus intereses, reconoce a los suyos y encuentra formas de luchar, de coordinarse, de protestar. Que quien niega esto es que hace, si hace algo de historia, historia política, de príncipes y jefes, e ignora la sociedad. Nos recuerda que una sociedad totalitaria, sistema autoinformado retroalimentado, no puede implotar y desaparecer. Siempre en todas partes la gente se expresa, murmura, boicotea al poderoso, actúa en contra…

Vale, vale. Señalas a continuación que se han ensanchado el objeto de la política, que ahora es la «totalidad cultural». ¿Qué significa esta categoría para ti? Más en general: cuando en el marxismo de inspiración hegeliana se habla de totalidades, ¿a qué refiere esta noción?

Totalidad es la denominación que se da a entidades que poseen organicidad, entidades cuyas partes o subsecciones están integradas, subsumidas bajo un proyecto que hegemoniza el conjunto, ahorma los elementos constituyentes. Es término privilegiadamente usado para tratar de la sociedad humana. La sociedad, que no es un objeto, no es cosa, no es instituciones inamovibles. La sociedad, la totalidad social, es la actividad que va siendo generada por la interacción en proceso, en movimiento, de la totalidad de las subjetividades constituyentes, junto con el saber hacer necesario para esa actividad, también constantemente creado, por esas mismas subjetividades en común. A esta forma verdadera de entender lo que es la sociedad humana, sociedad como intersubjetividad humana, como totalidad de subjetividades humanas en praxis común, es a lo que Hegel le denomina «verdad real» o «verdad efectiva» -«Wirklichkeit»-. A la interpretación de la sociedad humana que resulta de entendernos a nosotros mismos como sujeto diferenciado y enfrente de la sociedad, sujeto que la observa como si ella, la sociedad, fuera una cosa que no tiene que ver con nuestra actividad, o sea según el «entendimiento», a esa interpretación de la realidad, que es objetivante, le llama Hegel, «Realität», «realidad». O sea, y referido, por ejemplo, a la democracia: es Realität decir: «existe una democracia», o sea, pensar la democracia como cosa, institución, ley. Es Wirklichkeit, verdad real -allí donde se diese- denominar democracia a la comunidad de intersubjetividades, socialmente relacionadas como iguales, entre las que yo soy coparte activa participante, que están puestas a la acción de deliberar sobre su sociedad y de ejecutar práxicamente lo deliberado, y a ese su proceso activo de creación y de destrucción, de creación de nuevo ethos democrático, de creación de costumbres materiales de vida, nuevas, democráticas; de destrucción de viejo ethos capitalista. Esa es la «verdadera realidad» o «realidad efectiva». Bueno, ahora ya se puede entender qué es para un hegeliano la totalidad.

Pues eso, qué es, repito la pregunta 

Es esa praxis productora de mundo que está en constante proceso de generación por parte de una comunidad de intersubjetividades. Toda sociedad, sea o no democrática, es eso, no es sino ese proceso intersubjetivo de praxis y de creación intersubjetiva de nuevo saber hacer. La Totalidad, esto es, la actividad total, posee coherencia, al menos durante un tiempo, hasta que el proyecto caduca, entra en decadencia como consecuencia de su desarrollo. Entonces, las subjetividades que lo generan y lo padecen, comienzan a desdoblarse respecto de su propia forma de hacer en común mediante la que ellos mismos producen y reproducen, crean, ese mundo que las haces sufrir. Ese desdoblamiento subjetivo mediante el que niegan su vivir en su consciencia, convierte en arena las bases antes sólidas como cemento sobre las que se asienta todo orden social, pues todo orden social -Realität-, es un fetiche, dado que no es sino la ordenación que nosotros le vamos dando a nuestro hacer en común mientras lo estamos creando -Wirklichkeit-. Precisamente porque nosotros somos los creadores en comunidad de la actividad que objetiva nuestro mundo social, precisamente por eso, podemos revolucionarlo.

Antes de adelantar un poco más en mi respuesta a tu pregunta, quiero dejar claro un punto.

De acuerdo pero tomemos un descanso si no te importa. Continuamos en breve 

Vale, vale… pero que conste que estaba lanzado.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.