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Violencias sexuales & Conflictos armados

La pornografía de la abyección

Fuentes: https://ctxt.es

Sobre el género de los soldados en lencería.

“Siempre he pensado que mi deber no es únicamente liberarme del opresor sino también liberar a mis opresores de su odio y miedo.” (Mahmoud Khalil, estudiante de doctorado de la Universidad Columbia y prisionero político)

El 7 de octubre de 2023, cinco días después del ataque mortal a bases militares y kibutzims por parte de milicianos de Hamás y otras organizaciones, Israel lanzó una invasión terrestre a la franja de Gaza. Las tropas entraron entre las ruinas que habían dejado los intensos y devastadores bombardeos indiscriminados que comenzaron poco después del ataque y que no han cesado hasta cuando esto se escribe. Desde el comienzo de esta operación los soldados israelíes posteaban con desenfado e insistencia en redes sociales, principalmente Instagram, Tik Tok, Facebook, X y Telegram, selfies e imágenes de la destrucción que iban dejando. A menudo se retrataban o filmaban disparando sus armas y volando edificios o posaban como vencedores encima de las ruinas. Había un énfasis en registrar sus imágenes en el interior de casas de personas que habían huido o habían sido evacuadas o posiblemente habían sido asesinadas. En medio de las ruinas, los soldados posaban con los artículos personales de sus víctimas: muebles, aparatos electrónicos, objetos antiguos, fotos familiares, juguetes infantiles y artículos de cocina. Pronto apareció un curioso leitmotiv, un obsesivo énfasis en exhibir prendas de lencería de las mujeres palestinas. Estas parecían ser consideradas como trofeos, como un preciado botín, particularmente importante y revelador, como si al mostrar ropa interior femenina estuvieran llevando a cabo una especie de violación en ausencia y una humillación no tanto a las anónimas propietarias de esas prendas como a las mujeres árabes en general, a las musulmanas, cristianas o lo que fueran, y de esa forma asestar un golpe cultural y emocional.

Al principio parecía que al exponer ropa interior sexualmente codificada trataban de ridiculizar a una población supuestamente conservadora en la que las mujeres a menudo se cubren en público. Era una forma de denunciar lo que imaginan como la moral oculta y perversa de la mujer y por consiguiente de la familia palestina. Como una manera de mostrar la hipocresía del enemigo e insinuar su impureza, por estar contaminado por el virus liberal occidental. El hecho de que los soldados puedan rebuscar en los armarios y cajones de las mujeres palestinas evidencias de que son “unas putas” (como dicen en algunos de sus videos posteados) es una forma de enfatizar el poder absoluto del colonizador o del esclavista que exige derecho de pernada. Hurgar entre la ropa femenina de la población desplazada y asesinada se ha vuelto una especie de rito de paso para los soldados de este ejército. Asimismo, podemos suponer que imaginan que las mujeres árabes, al igual que ocultan ropa interior sexy, también pueden esconder explosivos debajo de sus vestidos. De tal manera los cuerpos femeninos del enemigo son sexualizados y criminalizados. Escudriñar los cajones de las casas que saquean es una extensión del aparato de seguridad israelí que ha creado sistemas para tener permanente acceso a los cuerpos femeninos y masculinos de los palestinos al imponer inspecciones, revisiones, clasificaciones y manoseos en los numerosos puestos de control. Hacer ostentación del pleno acceso a los espacios de máxima privacidad de los civiles palestinos que tienen las tropas israelíes les sirve como una extraña revancha y una sórdida consolación por no haber podido encontrar a los rehenes tomados por Hamás y otras organizaciones durante los más de dieciséis meses de bombardeos, ocupación y brutal carnicería. Por el otro lado, esta obsesión morbosa también muestra un miedo de la agencia política y sexual de la mujer palestina, como señala la académica en derecho penal internacional Heidi Matthews.

Después de exhibir y decorar sus tanques y material con estas prendas, siguió que los soldados se las ponían, ya fuera encima de sus uniformes o bien en vez de su ropa militar. Esta práctica, que los soldados israelíes han repetido entre burlona y orgullosamente, en busca de extender su plataforma de seguidores, alcanzar la fama mediática y quizá estimularse sexualmente, también se lleva a cabo en sus incursiones en Cisjordania, como parte de la Operación Iron Wall. Acciones como estas y su documentación no parecen ser motivo de sanciones o castigos por los mandos del ejército, ya que nadie, que se sepa, ha sido penalizado por ellas. A lo más que han llegado es a declarar que son actitudes inapropiadas para los soldados y que habrá una investigación. Lo cual anuncia que no habrá consecuencias disciplinarias para los que postean estas imágenes. Conociendo la atención que la hasbará (propaganda israelí) pone a todas las expresiones que tienen que ver con la imagen de Israel y las implacables campañas que lanzan para ocultar, denunciar y acusar de antisemitismo todo contenido o mensaje que contradiga su mensaje, es claro que la difusión de esta colección de imágenes les parece aceptable para la promoción de las acciones militares y las políticas sionistas.

Estas fotos y videos de pantomimas sexualizadas, grotescas y ridículas en medio de la destrucción de decenas de miles de vidas se han viralizado, atrayendo millones de vistas, likes y reblogs. La enorme abundancia de estas imágenes apunta, como han anotado varios comentaristas, a la aparición de una peculiar variante militarizada del género de lencería, que fusiona violencia extrema, humor, sexualización, travestismo, limpieza étnica y genocidio. Es difícil decir que sea un tipo novedoso de representación del enemigo en tiempos de guerra, sin embargo no hay duda de que sus alcances, estilo y proliferación no tienen precedentes. Ciertas imágenes de la invasión de Afganistán e Irak tomadas y posteadas por soldados estadounidenses en sus comunicaciones personales, en redes como 4Chan y en algunas páginas en línea como la efímera ThatsFuckedUp.com, que mostraban el abuso de cadáveres o civiles siendo torturados, podrían ser antecedentes de este género debido a ciertas insinuaciones eróticas (como un hombre amarrado y con la cara cubierta con unas bragas, o pirámides de hombres desnudos).

Las espantosas imágenes de la humillación sexual que se llevaba a cabo en la prisión de Abu Ghraib fueron publicadas el 28 de abril de 2004 por la cadena televisiva CBS y por Seymour Hersh en la revista The New Yorker. Estas fotos que mostraban soldados estadounidenses sonriendo junto a los prisioneros que torturaban eran documentación clandestina para su “uso personal” que no tenían intención de hacer públicas. Al darse a conocer las fotos dieron lugar a investigaciones, sentencias y un escándalo. En cambio, el género de la lencería de Gaza y Cisjordania pone en evidencia la impunidad de sus autores al tiempo en que estas representaciones están disponibles para cualquiera con acceso a internet. En las discusiones en línea muchos han tratado de defender estas imágenes al presentarlas como resultado de simples momentos de relajamiento de la disciplina del “ejército más moral del mundo”, de la “institución militar más feminista y tolerante del planeta” y de los soldados de la nación que supuestamente desea liberar a las mujeres y a la comunidad queer de la opresión machista islámica. Cualquiera que fuera más allá en su crítica era tachado de antisemita, como siempre. En uno de los poquísimos artículos al respecto de estas imágenes publicados en un medio importante, Yoana Gonenescribe en Haaretz: “Cientos de hombres que aprendieron el año pasado que es divertido usar la sexualidad y la ropa interior de mujeres indefensas para humillarlas en público no lo olvidarán de repente al quitarse el uniforme. Y una sociedad que guarda silencio ante estas escenas repugnantes no es una buena sociedad para las mujeres”.

Este género es simplemente una extensión onanista de la pornografía de la venganza disfrazada de pornografía de la vergüenza que invoca la ilusión de que el hogar palestino es una especie de harem doméstico al que desean mostrar destruido, descompuesto y derrotado. La ausencia de mujeres en las imágenes nos habla de la eliminación de la mujer palestina, de su exterminio. Podemos también pensar en este género como una variante de género pornográfico snuff, en el cual supuestamente se asesinaba mujeres en actos sexuales que eran grabados para ser luego distribuidos como material masturbatorio y objetos de culto.

Podemos pensar que crear estas imágenes es una moda entre los soldados que mutuamente se copian sus posteos, deseando superarlos con imágenes cada vez más provocadoras y tóxicas, pero en buena medida lo que reflejan es la normalización del odio en contra de los palestinos entre la sociedad israelí. Algo que no tiene que ver con el gobierno de extrema derecha de Benjamín Netanyahu ni con su coalición de fanáticos mesiánicos expansionistas y racistas a quienes se ha querido atribuir el salvajismo de esta campaña desquiciada. Los autores de estas imágenes son diversos, algunos de ellos ciudadanos con doble nacionalidad que también son estadounidenses, franceses o británicos, supuestamente criados en sociedades democráticas e igualitarias en términos de identidad racial y de género.

¿Qué se puede pensar de soldados que se regodean al pasearse vistiendo la ropa interior de mujeres desplazadas violentamente o asesinadas recientemente? ¿Qué se puede esperar de quien convierte bragas, brasieres y negligés de las víctimas en souvenirs de un genocidio? Este pillaje no es muy distinto de lo que hacían los nazis con la ropa y accesorios que robaban a las prisioneras de los campos de concentración que enviaban a las cámaras de gases y luego a los incineradores.

Las imágenes de estos performancecosplay o juego de disfraces de la impudicia documentan crímenes de guerra, ya que el saqueo está prohibido por las leyes que rigen los conflictos y en el caso de territorios bajo ocupación (Gaza se sigue considerado territorio ocupado a pesar de que Israel haya “salido” de ahí en 2005, ya que mantiene el control de las “fronteras” el acceso al agua, electricidad y patrulla incesantemente con drones, aviones e incursiones mortales) el ejército debe proteger la dignidad, derechos, propiedad, bienes, convicciones, costumbres e integridad del pueblo. Esto sabemos que nunca ha sido una prioridad del ejército israelí. Los posteos del género de lencería violan el artículo 27 de la Cuarta Convención de Ginebra que trata de la protección de civiles en tiempo de guerra. Pero tras este genocidio podemos confiablemente asegurar que dicho documento es hoy letra muerta.

Por otro lado, resulta una muestra increíble de hipocresía que las misma organizaciones israelíes y occidentales que acusaban a los organismos internacionales y a los grupos feministas por no denunciar la violencia sexualizada de Hamás en su ataque del 7 de octubre, no hayan dicho nada de esta violencia sexualizada de la cual hay cientos de evidencias. De la misma manera, estos grupos han mantenido un silencio cómplice al respecto de las atrocidades sexuales que han sido documentadas por la ONU y que se vienen cometiendo contra los detenidos palestinos en las cárceles y campos de concentración israelíes, especialmente en Sde Teiman en el desierto del Negev. Seguramente los mismos que celebran el género de la lencería festejaron la insurrección popular en la que participaron miembros del Knesset en contra de las autoridades que detuvieron a diez soldados acusados de violar masivamente a un prisionero palestino al que dejaron herido de gravedad, el 29 de julio de 2024. Las personalidades, organizaciones y grupos feministas que han alzado la voz en la defensa de las mujeres iraníes (algunas de ellas cortándose mechones de cabello en solidaridad) permanecen ahora en silencio ante esta “fetichización orientalista con un giro genocida”, como ha descrito este fenómeno la columnista de Al JazeeraBelén Fernández.

Estas sesiones de foto en medio de una masacre, hambruna y destrucción generalizada tan sólo vienen a enfatizar la deshumanización de que son objeto los palestinos y a exponer la extrema crueldad de esta operación. Lamentablemente, no es previsible que estas imágenes ni las de miles de niños, mujeres y hombres despedazados, incinerados, aplastados o cazados por diversión por francotiradores y drones puedan cambiar la actitud de los líderes de las potencias mundiales en su complicidad con el genocidio al brindar apoyo material, armamentístico, monetario, logístico y diplomático a Israel en esta nueva Nakba. Aparentemente nada podrá evitar que se cumpla la fantasía de Donald Trump, Netanyahu y sus aliados de expulsar a los palestinos a otros países o exterminarlos para levantar en esas ruinas una Riviera del Medio Oriente con hoteles de lujo, clubes y casinos. Sin embargo, entre el abundante acervo de monstruosas imágenes del horror de esta carnicería habrá un lugar especial para el género de lencería, y estos documentos ofrecerán a los antropólogos, filósofos, juristas, psicólogos y sociólogos del futuro una ventana privilegiada a las obsesiones y perversiones de los responsables y de quienes permitieron que tuviera lugar esta gigantesca atrocidad del poder expansionista y colonial israelí.

Fuente: https://ctxt.es/es/20250301/Politica/48866/naief-yehya-pornografia-gaza-lenceria-soldados-israelies.htm