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La producción de soja a gran escala es inevitablemente insustentable

Fuentes: www.portaldelmedioambiente.com

El Modelo de Desarrollo Irresponsable, Insustentable y Antidemocrático en el Paraguay actual’ se titula la declaración que organizaciones paraguayas e internacionales de distintos sectores lanzaron para manifestar su oposición a la producción de soja a gran escala, por considerar que la misma responde claramente a un modelo agroindustrial antidemocrático, excluyente, irresponsable, egoísta y concentrador de […]

El Modelo de Desarrollo Irresponsable, Insustentable y Antidemocrático en el Paraguay actual’ se titula la declaración que organizaciones paraguayas e internacionales de distintos sectores lanzaron para manifestar su oposición a la producción de soja a gran escala, por considerar que la misma responde claramente a un modelo agroindustrial antidemocrático, excluyente, irresponsable, egoísta y concentrador de beneficios.

El documento está firmado por la MCNOC (Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas), la FNC (Federación Nacional Campesina), la ONAC (Organización Nacional Campesina), la CNOCIP (Central Nacional de Organizaciones Campesinas Indígenas y Populares), la CONAMURI (Coordinadora Nacional de Organizaciones de Mujeres Rurales e Indígenas), las organizaciones BASE IS, SOBREVIVENCIA-Amigos de la Tierra Paraguay, todas de Paraguay; las organizaciones internacionales GFC (Coalición Mundial por los Bosques, Global Forest Coalition) y A SEED Europa, y sigue siendo suscripta por otras.

El mismo manifiesta el rechazo de estas organizaciones al modelo económico exportador de materia prima de los monocultivos de soja, basado en el uso masivo de biocidas y tóxicos y en la introducción del peligro de los transgénicos, y el repudio a la realización en el Paraguay de la Segunda Mesa Redonda de Soja Responsable, iniciativa propulsada por corporaciones multinacionales y fundaciones conservacionistas.

«¿Dónde está el cobro de responsabilidad por la contaminación ambiental ya causada por los más de 20 millones de litros de químicos vertidos cada año sólo en territorio paraguayo?; ¿por la destrucción de arroyos, ríos, manantiales y humedales?; ¿por la expulsión de casi cien mil campesinos por año de sus moradas y tierras productivas?; ¿por el asesinato de más de 100 dirigentes campesinos?; ¿por el etnocidio de comunidades y pueblos indígenas?; ¿por la imputación de más de 2.000 campesinos a causa de su legítima resistencia a este sistema predador?», cuestionan en la declaración las organizaciones firmantes, para llegar a la conclusión de que «No hay megaproducción de monocultivos de soja posible sin estos efectos y daños».

El Modelo de Desarrollo Irresponsable, Insustentable y Antidemocrático en el Paraguay actual

El papel de la megaproducción de soja en la destrucción de los territorios del agua, de las comunidades y de los ecosistemas del Paraguay.

Los movimientos indígenas, campesinos, urbanos y organizaciones sociales del Paraguay, así como otros movimientos, grupos y ciudadanos solidarios que se adhieren a esta Declaración, rechazamos el modelo económico exportador de materia prima de los monocultivos de soja, basado en el uso masivo de biocidas y tóxicos, y en la introducción del peligro de los transgénicos. Este modelo es responsable por la expoliación del patrimonio natural y cultural; la expulsión de la población local y la concentración del poder sobre los procesos de decisión en las economías nacionales y sobre los territorios ocupados por la soja, poniendo en grave riesgo la misma soberanía de los Estados nacionales, de sus pueblos y comunidades.

La producción de soja a gran escala es inevitablemente insustentable y responde claramente a un modelo agroindustrial antidemocrático, excluyente; irresponsable, egoísta y concentrador de beneficios. El mismo Presidente de la República del Paraguay, a pesar de no haber tomado acción alguna para modificar esta situación, ha declarado recientemente: «América Latina no necesita esta clase de modelo económico».

La expansión de los «desiertos verdes» que son todos los monocultivos como los de soja, pasturas y árboles exóticos, promueve una agricultura con máquinas, sin campesinos, sin gente. Todos los monocultivos son destructores de los ecosistemas en que se instalan; genera pobreza; desempleo; excluyen y expulsan a la población local; dañan la salud de las comunidades y del ambiente; destruyen la diversidad natural y de la producción; envenenan el agua y los suelos productivos y comprometen gravemente la seguridad y la soberanía alimentaria de la población de los países donde se instalan.

La llamada «producción responsable» de soja a gran escala es una falacia, una expresión demagógica usada para esconder los intereses del sector empresarial aliado con las corporaciones transnacionales frente al creciente estado de conciencia ciudadana sobre alternativas económicas nacionales y regionales en decidido proceso de construcción, basadas en la democracia, la participación, la inclusión y la sustentabilidad social, política, económica y ambiental.

En el Paraguay: ¿Dónde está el cobro de responsabilidad por la contaminación ambiental ya causada por los más de 20 millones de litros de químicos vertidos cada año sólo en territorio paraguayo?; ¿por la destrucción de arroyos, ríos, manantiales y humedales?; ¿por la expulsión de casi cien mil campesinos por año de sus moradas y tierras productivas?; ¿por el asesinato de más de 100 dirigentes campesinos?; ¿por el etnocidio de comunidades y pueblos indígenas?; ¿por la imputación de más de 2.000 campesinos a causa de su legítima resistencia a este sistema predador? NO hay megaproducción de monocultivos de soja posible sin estos efectos y daños.

El concepto de «sustentabilidad» aplicado a los monocultivos de soja nos entrampa en un discurso conservacionista y conservador desarrollado recientemente por algunos sectores en Europa, y ahora en la región latinoamericana, frente a las perspectivas de demanda mundial de soja para asegurar forraje a la producción de animales en Europa y China (se espera un aumento del 60% hasta alcanzar unas 300 millones de toneladas por año en el 2020, lo que supondría una ocupación de alrededor 1,5 millones de km2, equivalentes a casi la mitad de la superficie de la Cuenca del Plata, y destruiría otros 220 mil Km2 de bosques y sabanas, además de lo ya destruido).

La iniciativa de la Mesa Redonda de Soja Responsable no cuestiona al modelo agroexportador, a los sistemas de megaproducción dependientes del uso de biocidas ni a las compañías transnacionales productoras de semillas transgénicas y de agroquímicos, como Monsanto, Pioneer, Syngenta, Dupont, y Cargill entre otras. Tampoco cuestiona las operaciones de las Instituciones Financieras Internacionales y Bancos de «Desarrollo» que promueven las economías basadas en los monocultivos; la agroexportación y la insustentabilidad.

El modelo agroexportador, para asegurar su continuidad, ha generado e impulsado procesos de criminalización de la lucha social y se ha ocupado de promover la criminalización de la misma pobreza. El modelo sojero viola sistemáticamente las leyes laborales, las leyes sociales y las leyes ambientales en su implantación. Es opuesto a las conquistas de los derechos humanos fundamentales, especialmente de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales. Es incompatible con un Estado de pleno derecho.

El interés de las naciones y de los pueblos obliga a defender los derechos de las comunidades a una vida sana y soberana, con garantías de plena vigencia de los derechos humanos fundamentales y del pleno ejercicio de soberanía sobre los territorios, sobre los alimentos, sobre la propia cultura y sobre la economía.

Repudiamos la realización en el Paraguay de esta segunda Mesa Redonda de Soja «Responsable» ya que la consideramos una afrenta a las miserias causadas a todo un pueblo.

Firmantes: CNOCIP, CONAMURI, FNC, MAP, MCNOC, ONAC, UNA-PESCA/CNT, ASEED, BASE. IS, CCDA, COALICION MUNDIAL POR LOS BOSQUES, CSER, GRR, SEPA, SOBREVIVENCIA, CSER