Las empresas de ciencias de la vida Monsanto, Syngenta, Bayer, Pioneer, etc. sostuvieron durante años que los alimentos genéticamente modificados (GM) eran la siguiente gran revolución científica y tecnológica en el campo de la agricultura, así como la única forma barata y eficiente de alimentar a la creciente población de un mundo que se reduce.
Se pintó a las organizaciones no gubernamentales (ONG), entre ellas la mía, la Fundación de Tendencias Económicas, como las villanas de ese drama agrícola, se las acusó de obstruir el avance científico y tecnológico debido a su oposición a los alimentos GM.
En lo que constituye una vuelta de tuerca irónica, ahora hay nuevas tecnologías que hacen que la unión de genes y las plantas transgénicas pasen a ser obsoletas y se conviertan en un serio impedimento para el progreso científico.
La nueva frontera se llama genómica y la nueva tecnología agrícola recibe el nombre de Selección Asistida por Marcadores (SAM). La nueva tecnología ofrece un método nuevo y sofisticado de aceleración del desarrollo clásico. Un creciente número de científicos considera que la SAM que ya se está incorporando al mercado terminará por reemplazar a los alimentos GM.
Los científicos mapean y secuencian el genoma de las principales especies vegetales y utilizan lo que descubren en la creación de una nueva forma de hacer avanzar la tecnología agrícola. En lugar de usar las técnicas de unión molecular para transferir un gen de una especie no emparentada al genoma de una planta alimenticia de modo tal de aumentar su rendimiento, la resistencia a las pestes o mejorar su nivel nutritivo, los científicos utilizan ahora la Selección Asistida por Marcadores para detectar características deseadas en otras variedades, o en especies emparentadas silvestres de una planta alimenticia específica. Luego cruzan esas plantas con las variedades comerciales existentes a los efectos de lograr un mejoramiento. Con la SAM, el desarrollo de nuevas variedades permanece siempre dentro de una especie, lo que reduce mucho el riesgo de daño ecológico y de posibles efectos nocivos para la salud que suele asociarse a las plantas GM.
Un creciente número de los investigadores que trabajan en laboratorios comerciales o en los sectores gubernamental o académico optan por la SAM como alternativa a la tecnología de unión de genes en el desarrollo y ampliación de las plantas alimenticias existentes.
Por medio de la SAM, los investigadores holandeses desarrollaron una nueva variedad de lechuga resistente a un áfido que provoca un crecimiento reducido y anormal en los campos de lechuga de California y Europa. Los investigadores del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos utilizaron la SAM para desarrollar una variedad de arroz de exterior suave pero que tiene un interior que permanece firme luego del procesamiento. Científicos de Gran Bretaña e India usaron la SAM para desarrollar un mijo perlado tolerante a la sequía y resistente al moho. La planta se introdujo en el mercado indio en 2005. Hasta Syngenta, una de las principales empresas agrarias del mundo, empezó a alejarse de la tecnología GM y a prestar más atención a la SAM. Los investigadores de Syngenta desarrollaron una variedad de trigo con mayor resistencia a la fusariosis. Wally Beversdorf, ex vicepresidente de investigación vegetal de Syngenta, admitió que, si bien la empresa sigue utilizando la tecnología GM, en la actualidad «la selección asistida por marcadores es la primera opción» de la compañía.
Mientras la SAM emerge como una tecnología agrícola nueva, prometedora y de amplia aplicación, los límites de la tecnología transgénica se hacen cada vez más evidentes. La mayor parte de las plantas transgénicas que se introdujeron en el campo manifiesta sólo dos características: resistencia a las pestes y compatibilidad con herbicidas, y se basa en la expresión de un solo gen, lo cual dista de ser la arrolladora revolución agrícola que habían anunciado las empresas de ciencias de la vida al comienzo de la era de los organismos genéticamente modificados (OGM).
La SAM se encuentra en las primeras etapas de desarrollo, pero tiene grandes posibilidades como alternativa a las plantas genéticamente modificadas mediante la utilización de la unión de genes dentro de y entre espe cies. Los investigadores hacen hincapié en que todavía queda mucho por hacer en lo que respecta a entender la coreografía, por ejemplo, entre marcadores genéticos individuales y factores ecológicos y grupos genéticos complejos, todo lo cual afecta el desarrollo de la planta.
Los científicos no lograrán avanzar mucho en lo relativo a características como el rendimiento intrínseco y la tolerancia a la sequía, que tienen gran importancia en la agricultura, hasta que no superen las barreras que obstaculizan el trabajo con grupos de genes.
Pero también hay que advertir que la SAM tiene valor en la medida en que se la use como parte de una estrategia agroecológica más amplia, que integre la introducción de nuevas plantas con la debida atención a los demás factores que determinan la sustentabilidad de la agricultura.