Sacar provecho del caos de una pandemia y enriquecerse inflando precios mientras moría gente es uno de los actos corruptos más despreciables que podemos imaginar.
Soy de esos ilusos que pensaba que lo de ser corrupto se había complicado en España. Nuevas normativas de transparencia, portales de contratación más detallados y obligatorios, nuevos partidos que rompen esa duradera connivencia del bipartidismo y el silencio por sus corruptelas o nuevas legislaciones en torno a la contratación pública dificultan el mamoneo de la corrupción typical spanish.
También han proliferado un montón de medios de comunicación digitales y un montón de buenos y buenas periodistas que se zambullen en esos arduos portales de transparencia, en pdfs que no dejan buscar palabras, en tablas de excel llenas de fallos o en pilas de documentos para vigilar a la administración pública. Para estar encima de quienes manejan el dinero de todos. Parecía que los corruptos, a los que sus corruptelas les había costado una moción de censura, se lo estaban pensando dos veces y se estaban dedicando al robo legal que es bajar los impuestos a los tuyos, a los ricos. Parecía que la corrupción burda y descarada podría empezar a ser cosa del pasado.
Pero claro, iluso de mí, no había contado con una pandemia y los “contratos de emergencia”. Y, sobre todo, no había contado con la tremenda rapiña de aquellos que vieron en el caos de la pandemia una oportunidad para enriquecerse.
A la primera que pudieron, lo hicieron. Lo llevan en los
genes. Hermanos, primos, exnovios, empresas de amigos, cualquier tipo
de sociedad es buena si eres familia del PP. En cuanto se abrió la veda
de los contratos de emergencia, los comisionistas salieron a cazar. Los
corruptores levantaron los teléfonos y los corruptos contestaron con
alegría. Unos inflaron precios y los otros firmaron conformes. El “todo
vale” que reinaba por el caos y el miedo al desabastecimiento fue la
excusa perfecta. Los contratos de emergencia se podían dar a dedo, sin
control de precios, sin presentar concurso público, sin que otras
empresas pudieran presentar sus ofertas y concurrir a la licitación.
Exactamente lo contrario a lo que promueve ese liberalismo que defiende
siempre la presidenta de la Comunidad de Madrid. La contratación pública
volvió a ser el salvaje oeste por unos meses y allí estaban los de
siempre para hacer lo que se les da muy bien. Sin ningún tipo de reparo.
Mira que hay gente asquerosa en este mundo, a patadas, pero todavía me cuesta ponerme en la mente de alguien que, en medio de una pandemia mundial y con miles de personas muriendo, lo primero que se le ocurre es empezar a buscar en su lista de contactos para ver cómo pueden llegar a un político o una administración pública para enriquecerse aprovechando la coyuntura. Hay que tener muy pocos escrúpulos. ¿Qué clase de persona son? Es realmente vomitivo.
Miles de personas muriendo, muchas de ellas totalmente
solas y aisladas sin poder pasar esos momentos con sus familiares. Miles
de negocios cerrando la persiana e implorando por ayudas públicas.
Hospitales abarrotados de enfermos y personal sanitario jugándose
literalmente la vida. Y cuatro pijos comprándose un yate con el dinero
que han conseguido inflando contratos de productos básicos y necesarios
durante la pandemia. Productos que salvaban vidas y que se pagaron a
precios desorbitados para que unos desalmados se compraran un Ferrari.
Cómo se puede estar tan separado de la realidad, del entorno y de la
gente que lo ha pasado tan mal para estar pensando en el rolex que te
vas a comprar esquilmando dinero público aprovechando el caos de la
pandemia. Cómo se puede ser tan rastrero como para aprovechar la
desesperación y el dolor en el que estábamos todos sumidos en aquel
momento para robar dinero público que debería haber sido utilizado para
comprar muchas más mascarillas o tests. “Nunca sabremos cuántas vidas
salvaron esas mascarillas”, decía Isabel Díaz Ayuso en una de sus ya
clásicas (y efectivas viendo la reacción de sus fans/votantes) huidas
hacia delante. Pues sí que lo podemos saber. Salvaron una tercera parte
de las vidas que se hubieran salvado si se hubieran comprado el triple
de mascarillas con el mismo dinero. Salvaron menos vidas que el número
de mascarillas totales que se podrían haber comprado si los 280.000
euros que se llevó su hermano se hubieran gastado en comprar más
mascarillas. Si nos basamos en esa afirmación de Ayuso y hacemos esa
regla de tres, la comisión que se llevó su hermano evitó que se salvaran
más vidas. Algo que no es poca broma en una de las regiones de Europa
donde la mortalidad se incrementó más respecto a años anteriores, según
datos de Eurostat.
Y qué impune te tienes que sentir para sacarte una comisión de la administración pública que preside tu hermana en medio de una pandemia que se estaba llevando a miles de personas mayores en residencias de ancianos. Te debes creer Dios o algo parecido. O igual simplemente sabes que la sociedad está tan anestesiada y acostumbrada a la corrupción del partido de tu hermana que te da igual todo. Pesa más una comisión que su conciencia.
Y todo esto en una semana en la que el Partido Popular recibe la tercera sentencia, esta vez de la Audiencia Nacional, por lucrarse con la trama corrupta Gürtel. “Ni la leí ni me preocupa”, declaró Feijóo al ser preguntado por dicha sentencia. Pero cómo te va a preocupar, rapazinho. Si en tu partido el que se preocupa por la corrupción es el que acaba defenestrado. Si la preocupación de otro por lo que hacía alguien del PP con el dinero público fue el que te facilitó el puesto que ostentas ahora. Yo tampoco me preocuparía si fuera del PP. Sus votantes están totalmente anestesiados con la corrupción. Si no se preocuparon con la primera sentencia de la Gürtel, con las de la Púnica, con la financiación ilegal del PP, con los favorcitos de Bárcenas a empresarios a cambios de maletines de billetes que se transformaban en sobres, ¿se van a preocupar por una tercera sentencia?
Tengo la impresión de que, por desgracia, esto es el principio. En los próximos meses es bastante probable que descubramos que la rapiña y la sangre fría para robar mientras miles de personas morían fue algo extendido. Que el uso de los contratos de emergencia durante la pandemia fue utilizado por más de un hermano y por más de un par de pijos. Puede que descubramos “comisionistas” de distintos colores y familiares de distintos partidos (mientras acabo de escribir estas líneas, leo que tres cargos de los ministerios de Sanidad y Hacienda están siendo investigados por motivos muy similares con las compras de emergencia). Puede que descubramos que esa corrupción está ahí, esperando la primera oportunidad para volver a la rapiña de siempre.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/corrupcion/almeida-ayuso-la-rapina-de-siempre