44 días en huelga, unos mineros encerrados en el fondo de las minas, otros defendiéndose de las acometidas de los violentos del estado, otros caminando hasta Madrid. 44 días a la vista de los pueblos y ciudades por donde pasaban, luchando en las carreteras y calles para defender su medio de vida, 44 días metidos […]
44 días en huelga, unos mineros encerrados en el fondo de las minas, otros defendiéndose de las acometidas de los violentos del estado, otros caminando hasta Madrid. 44 días a la vista de los pueblos y ciudades por donde pasaban, luchando en las carreteras y calles para defender su medio de vida, 44 días metidos en la piedra. Y llegaron a Madrid. El gobierno había mandado a la guardia civil que cortase la carretera de A Coruña dirección entrada a la capital, y a las 7 de la tarde desde Pozuelo no dejaban entrar, habían cortado la autopista ¿quién corta las autopistas y por qué?. ¡Cuánto miedo tienen a los mineros en lucha! ¡Cuánto miedo tienen a la solidaridad de la clase obrera con los mineros!
Una multitud inmedible llegada de todo Madrid abarrotaba la zona de Moncloa, la calle Princesa, con banderas rojas, republicanas, pancartas solidarias y reivindicativas, cantos del «Santa Barbara bendita», himno de los mineros. Hay que anotar aquí que de los cientos de viviendas de militares que bordean la calle Princesa, tan solo se asomó una cabeza por una ventana de la última planta, para esconderse de inmediato; todas las luces permanecían apagadas, muchas ventanas tenían las persianas bajadas, tienen miedo a la clase obrera, tienen miedo a los mineros. La escena recordaba lo sucedido en Viena en 1917, cuando la clase obrera se enteró que había triunfado la Revolución Socialista en Rusia, en el mundo se anunciaba el cambio más importante para la Humanidad, los trabajadores ocupaban el poder, los obreros que vivían en los alrededores de la ciudad burguesa por antonomasia, fueron saliendo de las fábricas, los tajos, las casas humildes, los barrios y se fueron juntando miles, miles, para entrar en la ciudad mostrándose orgullosos por lo conseguido. A su paso los burgueses cerraban rápidamente ventanas y puertas para observarlos tras las cortinas y persianas. ¡Cuánto miedo tienen a los mineros en lucha! ¡Cuánto miedo tienen a la solidaridad con los mineros! La multitud congregada desde Moncloa se empezó a mover a las 11 y cuarto de la noche, a las 12 todavía no había terminado de salir del punto de arranque. Cuando llegaron los mineros tenían por delante miles y miles de personas, por decenas de miles, quizás por cientos de miles y los cánticos, las consignas, los aplausos a su paso lo llenaban todo. Se les abrió un pasillo por el que entraron, la gente se les echaba encima y gritaba de emoción ¿Madrid obrero está con los mineros!, en la mirada de mineros y mineras había un esfuerzo de contención que en muchos dejaba ver el brillo que da el sentir emocionado que causa ver a una multitud en apoyo de la mejor causa, y mineros y mineras todo sencillez y orgullo. ¿Qué pasaría por su interior en ese momento? ¿Sabrían que la Reconquista ha empezado en Asturies, León, Palencia, Teruel, Ciudad real,… Por eso la clase obrera congregada gritaba ¡Si se puede! ¡Sí se puede! ¡Sí se puede!
La vieja y la nueva clase obrera es protagonista. Los mineros vienen a construir la galería en la que podamos meternos, su generosidad, su solidaridad, su humildad tiene la medida de la clase obrera
Su presencia hoy en Moncloa no es para hacer un espectáculo sino para defender la vida que les quiere quitar el gobierno, y nos enseñan a luchar. El problema laboral tiene hoy un carácter social, y empieza a ser un problema político en la calle, que es el problema en su máxima expresión. Los mineros nos traen organización, firmeza, preparación, nos dan ejemplo; si hay movimientos adormecidos, moribundos, sin perspectivas, es el momento del aprendizaje, de la renovación, de la unidad que conecte los problemas y los eleve, puesto que es en ese campo, en lo alto del Estado donde el enemigo de clase decide porque no encuentra oponente, allí hay que dar la batalla. Y ya que el gobierno de los banqueros solo nos produce pérdidas, se debe exigir su dimisión ¡Dimisión!
Nos asiste toda la razón y el momento es oportuno. Madrid obrero siente los 44 días de encierro. Su presencia, su influencia es el comienzo de la Reconquista obrera.
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