Alberto García-Teresa, joven poeta (Madrid, 1980), filólogo, colaborador de DIAGONAL y activista cultural, denuncia con su segundo poemario, Oxígeno en lata (Baile del Sol), la cosificación del ser humano convertido en consumidor sin sangre ni saliva. Con él hablamos de su poesía.
Los poemas de tu anterior libro, Hay que comerse el mundo a dentelladas, expresaban lo arraigada que está en nuestro tiempo la servidumbre, así como la incapacidad para imaginar un mundo mejor. ¿Oxígeno en lata es una vuelta de tuerca más para señalar la tiranía de un presente que no precisa dictadores con nombre?
Resulta abrumador qué bien se ha ido adaptando el capitalismo para que el sistema se mantenga, como con la aparente dispersión del poder (ya no hay patrones, sólo accionistas, y los directivos de las empresas son también trabajadores; las acciones imperialistas ahora las ordena la ONU; nuestras decisiones las rige la publicidad, etc.). Sus métodos se han perfeccionado, pero el Poder sigue anclado de una manera vertical en quienes manejan el flujo de capitales y poseen los medios de producción.
¿Es el supermercado un tanatorio, como dice una de tus metáforas de Oxígeno en lata?
Si tenemos en cuenta lo que simboliza, dentro del capitalismo de consumo, el supermercado, máximo icono del sistema (práctica suprema del consumismo, con todo perfectamente diseñado para hacer creer que es nuestra libertad la que decide, todo idealmente limpio, ordenado e iluminado, a nuestra disposición con el precio más barato, completamente despersonalizado, todos tan homogéneamente diferentes empujando los carritos), se comprende que así es: por la productividad, para llegar a ellos y mantenerlos, se asesinan, mediante balas, prisión, enfermedades o hambre, personas en países empobrecidos, se arrasa la naturaleza, se precariza la vida de trabajadores/as en regiones industrializadas, y, finalmente, se produce la muerte intelectual de los/as consumidores/as. El supermercado es la última fase de un proceso brutal generador de sufrimiento y muerte sin escrúpulos en busca del máximo beneficio económico.
El poema que abre el libro señalas las elecciones que realizamos para ver o negar la realidad. ¿Una poética de la conciencia crítica arranca de esa toma de postura para decidir qué queremos ver?
Considero que la clave radica en la forma de observar la realidad, que pienso que es uno de los principios de la percepción poética. Una postura crítica parte de cuestionar lo que estamos viendo; preguntarse qué hay debajo de la superficie y por qué se producen esas imágenes. Este sistema funciona gracias a la amnesia y a la invisibilización. Un buen ejemplo son los poblados chabolistas de Madrid: se levantan taludes de tierra para que se no vean desde la carretera, y problema resuelto.
Entre el mirar del consumido y el del consumidor hay un abismo, hecho, sin embargo, en palabras tuyas, de unos centímetros de noche. ¿Es tan estrecha la frontera entre el cemento y el adobe?
Un sistema que necesita producir mucha miseria para generar un poco de riqueza crea por definición abismos, y tiende además a lanzarlos a la periferia (en un sentido amplio), pero funciona también gracias a la estigmatización de la pobreza y de la conciencia obrera (todos/as prefieren ser considerados/as «clase media»). Sin embargo, el número de personas pobres dentro de los países empobrecidos aumenta sin cesar. La actual crisis económica parecía que iba a propiciar una nueva toma de conciencia, pero se está esquivando maravillosamente.
Oxígeno en lata es el resultado de una indagación, la del poeta urbano que busca un ciudadano y encuentra un votante o un espectador. La de quien ya ha visto su cuerpo tasado y suficientemente anestesiado para la producción y no tira la toalla. ¿Hay que seguir entre los tubos de escape buscando la belleza?
La resistencia está cimentada en los actos cotidianos. Nuestra rutina consiste en perpetuar una muerte en vida («ese absurdo acuerdo / por el que renuncias a la vida / para poder tratar de seguir viviendo», que digo) que nos devora y nos deshumaniza. Yo relaciono esa belleza con lo vital, con la alegría (principios para mí de esa sociedad justa, digna y autogestionada por la que se está peleando), y expresiones de ello permanecen y bullen ahí, aunque escondidas. Depende, nuevamente, de cómo posemos la mirada para encontrarlas. Nos insuflará ánimos y razones por las que seguir caminando contracorriente y lograr que se pongan en primer plano.
Un economista no sabe qué hacer con un arco iris./ No entiende el aleteo de una abeja, por qué trinan escandalosamente las gaviotas,/ qué guarda una camada en su madriguera. Antonio Machado nos enseñó que «Todo necio confunde valor y precio», ¿pero es necedad lo que preside la conducta del economista que nos dirige y que denuncias en tu poema?
Desde luego que no. Pero es la única lógica que permite que se sostenga esta maquinaria que busca sólo la utilidad y la rentabilidad de todo lo que nos rodea, y desprecia lo que no es productivo para él. En su dinámica, muchos/as se encierran sin cuestionarse qué papel están jugando dentro de la cadena, y eso afecta a su modo de percibir y vivir la realidad.
¿Qué nombres o títulos de libros han conformado tu poesía?
A grandes rasgos, pensadores/as como Chomsky, Bauman, Mike Davis, Bookchin, Jorge Riechmann, Ursula K. Le Guin (la mejor síntesis de taoísmo y anarquismo); la corriente de la poesía social española de los ’50 y ’60, y la latinoamericana (la más potente); los/as surrealistas; poetas que exploran las posibilidades de la imagen y la metáfora para enunciar nuestra realidad; creadores/as de otras tradiciones como Erich Freid, Claes Andersson, Günter Eich, Lêdo Ivo…
Por otro lado, en las últimas décadas se ha recuperado el papel combativo de la poesía en nuestro Estado; se están poniendo de manifiesto prácticas poéticas de conciencia crítica, abiertamente anticapitalistas, y ese trabajo nos retroalimenta.
D: ¿Cómo valoras tu labor como coordinador de las lecturas públicas de poesía en la librería Traficantes de Sueños de Madrid? R: Muy positivamente. Creo que está sirviendo para sacar a la luz esas voces que apuestan por una poesía que no cede a la hipnosis y permitir su interacción. La cuarta temporada del ciclo está sirviendo para demostrar que existen múltiples senderos que se pueden explorar desde una postura crítica.
OBRAS DE ALBERTO Gª TERESA
‘Las increíbles y suburbanas aventuras de la Brigada Poética’ [plaquette] (Umbrales, 2008).
‘Hay que comerse el mundo a dentelladas’ (Baile del Sol, 2008).
‘Oxígeno en lata’ (Baile del Sol, 2010).