«Las víctimas del robo de bebés tenemos ya puestas nuestras denuncias. Naciones Unidas, el Parlamento Europeo y la Justicia argentina nos apoyan. Los únicos que no nos han hecho caso son el Estado español y su Gobierno», afirma Soledad Luque, hermana de un niño robado y presidenta de la asociación Todos los Niños Robados son […]
«Las víctimas del robo de bebés tenemos ya puestas nuestras denuncias. Naciones Unidas, el Parlamento Europeo y la Justicia argentina nos apoyan. Los únicos que no nos han hecho caso son el Estado español y su Gobierno», afirma Soledad Luque, hermana de un niño robado y presidenta de la asociación Todos los Niños Robados son También Mis Niños.
Luque ha coordinado en la Universidad Carlos III de Madrid unas jornadas, el 24 y 25 de octubre, sobre el robo de bebés, junto al Instituto de Género de esta universidad. En ellas se ha dado voz a personas de la judicatura, la historia, la sociología, la investigación y el periodismo, además de a las víctimas del robo de niños.
Para el catedrático de Historia Contemporánea Ángel Bahamonde, el rapto de bebés está aún por investigar desde el punto de vista histórico porque «ni los investigadores en este país hemos podido acudir a los archivos hasta hace poco», aclara. «Ellos [los golpistas] tenían miedo de que pudiéramos descubrir su propia memoria y maltrataron toda la documentación. Esto nos lleva al silencio de la Transición, sobre todo a partir de 1982, cuando el PSOE gana las elecciones. Entonces parecía que ‘estos temas era mejor no tocarlos’ y tuvimos que esperar a la Ley de la Memoria Histórica [2007] para poder preservar esa memoria», explica Bahamonde. Sobre esa falta de información, Luque abunda en que la cifra oficial que conocemos como cierta es la que se ha documentado hasta 1952: 30.000 niños robados. Pero no existen cifras cuantificadas de bebés robados en maternidades públicas y privadas desde los años 50 a los 90, entrada la democracia, porque el Estado no ha cumplido con su obligación de investigar. Aunque todo apunta a que son miles los casos de bebés que fueron entregados a otros padres y mantienen identidades biológicas falsas.
Hombres y mujeres «infrahumanos»
En este sentido, Bahamonde recuerda que el origen del robo de niños arranca en el franquismo porque «la naturaleza criminal del régimen» consideraba a los hombres y mujeres, también a los niños de los vencidos, como «seres infrahumanos». Por su parte, la historiadora Mirta Núñez recuerda que la Iglesia fue la colaboradora en el «adoctrinamiento y el robo de bebés». Incluso muchos colegios religiosos «fueron habilitados como cárceles» donde se cometieron estos crímenes. Y es precisamente la Iglesia la que mantiene cerrados sus archivos a las víctimas, como recuerda el sociólogo Francisco González de Tena, autor de Nos encargamos de todo. Robo y tráfico de bebés en España. González de Tena afirma que «aquí ha habido una estructura de historicidio, una forma de anular la parte de la historia que no gusta a determinados estamentos de la sociedad, precisamente los más poderosos».
Las jornadas también han profundizado en el desprecio hacia las mujeres. «El Estado se apropió de la matriz de las mujeres, donde los médicos eran también colaboradores de estos crímenes: Gregorio Marañón, López Ibor, Vallejo-Nájera…», explica Aránzazu Borrachero, profesora y experta en género. Ella argumenta también que un aparato propagandístico elaboró un ideario que se recoge de forma muy clara en la película Raza (1940 y 1950), que retrata «al ciudadano de la nueva España«.
Pero el robo de niños siguió en democracia. A un número muy elevado de mujeres también les dijeron que su hijo o hija había muerto. Al móvil ideológico le siguió después el económico. En muchos casos, los mismos médicos franquistas, ligados al Opus Dei, continuaron con las mismas prácticas en democracia, las mismas órdenes religiosas y la complicidad de abogados, notarios, curas, comadronas, empresas funerarias… Ése fue el caso de Cristina Moracho, hoy vicepresidenta de la asociación Adelante Bebés Robados. «Fuimos sus vacas parideras«, afirma. Su caso ha estado presente en estas jornadas de la Carlos III. «Mi hijo nació en casa en 1984. Vi a mi hijo y fui yo quien cortó el cordón umbilical y lo até con hilo de coser». Después fue trasladada al Clínico de Madrid «y ya no lo vi más». Le dijeron que se había muerto y ya se lo habían llevado al cementerio. Ella tenía 17 años. Asegura que se lo robaron.
Personas que buscan
El periodista Paco Lobatón, responsable del programa de TVE Quién sabe dónde (1992-1998), aseguró en el encuentro: «Entonces emergían historias de desaparecidos, y de repente surgió una legión de buscadores, mujeres y hombres». Ninguna de las denuncias -más de 2.000- ha prosperado. Sólo una, en el Juzgado 46 de Madrid, podría sentar en breve en el banquillo al ginecólogo Eduardo Vela.
Sobre la impunidad, el fiscal Carlos Castresana recuerda que la sustracción de menores ya era un delito tipificado desde 1944, y lamenta el devenir de la Justicia en España. Señala que a las dos disposiciones de la Fiscalía General del Estado emitidas sobre el robo de niños le falta una investigación del propio Estado. «La primera, en 2012, habla de una denuncia colectiva de miles de casos, y en ocho días resuelve que ‘no eran hechos conexos’. Es imposible determinar si lo son o no sin una investigación detenida, de mucho más de ocho días», dice.
El robo de niños no ha prescrito
Castresana aclara también que el robo de bebés no ha prescrito porque «la detención ilegal es un delito de sustracción» y no prescribe hasta que el menor no aparezca, porque el delito se sigue produciendo. «Tampoco son hechos amnistiables», afirma el fiscal.
Por su parte, Luque concluye que «las víctimas y la sociedad necesitamos conocer la verdad. Nuestra meta debe ser que sea tipificado como crimen contra la humanidad y que sea el Estado el que se haga cargo de procurar la justicia y la verdad».