Administración, empresarios, Seguridad Social, mutuas… todos ellos alarmados por el aumento del número de trabajadores que causan baja y, cada vez con mayor duración, por enfermedad común. Un problema realmente grave si, como apuntan algunos datos, hay más de 32.000 trabajadores de baja al día en Euskadi. Curiosamente, todas estas instituciones olvidan la solución más […]
Administración, empresarios, Seguridad Social, mutuas… todos ellos alarmados por el aumento del número de trabajadores que causan baja y, cada vez con mayor duración, por enfermedad común. Un problema realmente grave si, como apuntan algunos datos, hay más de 32.000 trabajadores de baja al día en Euskadi.
Curiosamente, todas estas instituciones olvidan la solución más barata y socialmente más rentable de este problema: investigar las causas de esa incapacidad temporal, promover medidas preventivas en origen de las enfermedades.
Las empresas contratan «en silencio» con las mutuas la gestión de la contingencia común; algunas lo consideran insuficiente y llegan a contratar el servicio de detectives para presionar al trabajador enfermo aún a costa de atacar su intimidad, sin preocuparles demasiado su curación. Se acusa a los trabajadores de fraude a la Seguridad Social o al médico de la Sanidad pública de dar bajas con excesiva alegría, ignorando que en la mayoría de los sectores las prestaciones económicas por enfermedad común dejan al trabajador, por la pérdida salarial y coste de tratamientos, en situaciones de pobreza o con enormes dificultades para vivir dignamente. Este control adquiere especial virulencia en las personas más desprotegidas: emigrantes y mujeres, llegando las mutuas al extremo de suspender su prestación económica con cualquier excusa.
Afortunadamente, la campaña de la Agencia Europea de Seguridad y Salud «Aligera la carga» para prevenir las lesiones musculoesqueléticas hace hincapié en un problema que otras instituciones quieren ignorar y ocultar. Según datos de la Agencia, los trastornos musculoesqueléticos (TME) son la principal causa de absentismo laboral en Europa. Sus índices no dejan de crecer, fruto de un desgaste en la salud, producido por movimientos repetitivos, sobreesfuerzos, malas posturas e intensos ritmos de trabajo. Suponen un coste del 1,6% del PIB, generando sufrimiento y pérdida de ingresos a los trabajadores, aumento de costes de la Seguridad Social y pérdidas de competitividad en las empresas.
El 27% de los trabajadores europeos se queja de dolor de la parte alta de la espalda, el 12% en brazos y un 7% en las muñecas, el 23% de dolores musculares imputables al trabajo. En el Estado español un tercio de los accidentes de trabajo y el 90% de las enfermedades profesionales tienen causa en dichas lesiones (sin la actitud beligerante de las mutuas y la pasividad de la Sanidad los datos serían más aún más alarmantes).
A casi 11 años de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, que obliga al empresario realizar una evaluación de los riesgos que no se pueden evitar, revisar las condiciones de trabajo tras una enfermedad profesional, adoptando sencillas medidas de prevención con la participación de los trabajadores y sus representantes sindicales, el incumplimiento patronal y la pasividad administrativa es un escándalo.
Algunas grandes empresas, especialmente del sector del automóvil, han introducido innovaciones ergonómicas en las cadenas de montaje, con ciertas mejoras que han ido acompañadas de aumentos de productividad, pero aún queda mucho que mejorar. En la gran mayoría de las empresas es la asignatura pendiente, al igual que sucede con los riesgos higiénicos, los psicosociales o una vigilancia de la salud adecuada.
Hacer visibles las enfermedades generadas por sobreesfuerzos, movimientos repetitivos, malas posturas o intensos ritmos de trabajo, especialmente en los sectores con empleo femenino, es indispensable para que la prevención avance en las empresas. Mientras estas lesiones continúen abordándose como problemas individuales sin relación con el puesto de trabajo, ni se haga visible el sufrimiento colectivo derivado de la organización del trabajo, el absentismo y las enfermedades seguirán aumentando y con ello sus costes humanos, económicos y sociales.
*Jesús Uzkudun Illarramendi es responsable de Salud Laboral de CCOO Euskadi