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La sombra de Eulen es muy alargada en la política institucional catalana

Fuentes: Rebelión

Eulen no es una empresa dedicada a la sanidad ni a juegos infantiles. Es una multinacional de servicios a empresas (¡a corporaciones!), especializada en limpieza y seguridad. A pesar de ello, arrasa en ámbitos sociales, ajenos para ella, en esta Catalunya que, según la coalición gobernante y partidos afines, desea ejercer su derecho a decidir […]

Eulen no es una empresa dedicada a la sanidad ni a juegos infantiles. Es una multinacional de servicios a empresas (¡a corporaciones!), especializada en limpieza y seguridad. A pesar de ello, arrasa en ámbitos sociales, ajenos para ella, en esta Catalunya que, según la coalición gobernante y partidos afines, desea ejercer su derecho a decidir y prosigue su transición nacional hacia…. Mientras tanto, tras los escenarios iluminados, Eulen dice valer para un cocido, para un barrido (y para cosas mucho más esenciales), y se está imponiendo en concursos públicos con procedimientos sospechosos-altamente-sospechosos.

De entrada, va a «gestionar» -a pesar de la oposición de siete u ocho ayuntamientos de la zona- varios dispensarios médicos del área de l’Escala. Lo declaró satisfecho hace pocos días el máximo (ir)responsable de la Sanidad pública catalana, el fanático y fanatizado neoliberal independentista Boi Ruiz: ¡por fin la sanidad no está en manos de la ciudadanía sino de los grupos de interés! A los hechos se remitía, pudo añadir. Lo anterior a pesar de que el que fuera alcalde de Figueres y hombre fuerte de CDC en la zona, Santi Vila, el actual conseller de Política Territorial, se opuso (aparente o realmente) a esa infame, injusta y nada clara concesión empresarial. No pudo conseguir nada, la suerte estaba echada. Tal vez le hicieran callar la boca si su boca habló con honestidad o presionada por la ciudadanía. En estos asuntos, quien manda es don Boi y con él las patronales privadas de la sanidad, un fuertísimo lobby de la denominada «sociedad civil» catalana emprendedora, uno de los enamoramientos más elogiados por don Andreu Mas-Colell, otro neoliberal sin fisuras.

Pero lo de l’Escala no ha sido el único caso. La sombra de Eulen es ya alargada en la más que corrompida política institucional catalana, una de las comunidades europeas con peor calificación por sus prácticas y funcionamiento políticos. La última que se conoce va de juegos infantiles y afecta al Ayuntamiento de Barcelona, dirigido también por CiU. Xavier Trias es el alcalde, un ex médico que encabeza uno de los «grupos de interés» más neoliberales y anti-sector público de la coalición gobernante.

Los titulares: «Una multinacional para un centro infantil». Barcelona adjudica la gestión del Casal El Drac de Sant Martí a la empresa Eulen». Es una información aportada por Laia Reventós [1]. Resumo sucintamente la historia de este casal:

El Ayuntamiento de Barcelona adjudicó el lunes 4 de febrero a Eulen un casal de Sant Martí, un barrio barcelonés pegado a Sant Adrià del Besós, un centro que hasta ahora gestionaba Encís, una entidad social, no una multinacional que, claro está, tiene el ánimo de lucro como finalidad destacadísima. (Pseudo)argumento de las administraciones: son sectores deficitarios, su privatización los hará rentables. Como el cemento tienen su rostro. ¿Rentable un casal de niños y jóvenes? Ni que decir tiene que el interés de Eulen por un casal de un barrio empobrecido anuncia cosas aún peores.

El Drac funciona desde hace unos 26 años. Atiende a niños y jóvenes del barrio de la Verneda-La Pau y de Sant Adrià de Besòs. Los menores, de 4 a 16 años, realizan actividades gratuitas por las tardes de lunes a viernes. En verano se convierte en el casal d’estiu para «un barrio con riesgo de exclusión social, la renta familiar está por debajo de la media de la ciudad, muy necesitado de proyectos pedagógicos». No hace falta entrar en detalles de su situación en estos momentos. Es uno de los barrios barceloneses donde la renta media ha bajado más, aún más, en estos años de crisis-estafa.

El procedimiento de contratación público está sujeto a varios criterios. Entre ellos, el coste y las características técnicas. Encis, la Fundación Pere Tarrés y el grupo Eulen fueron los tres concursantes finales para el casal. La nueva adjudicataria, Eulen, ganó el concurso sin superar la parte técnica, la que define los servicios a prestar. LR recoge las declaraciones de Laia Grabulosa, portavoz de la confederación Empresarial de la Economía Social en Cataluña: «Nos parece inaceptable que se deje la gestión pública de un centro cívico infantil en manos de una empresa que no ha demostrado la capacidad técnica suficiente para llevar a cabo el servicio. No es una ilegalidad, pero es una mala práctica generalizada en las administraciones». Catalanas en este caso, quiso decir.

Encis y la Fundación PT obtuvieron 13,25 y 9 puntos respectivamente en el apartado técnico sobre un total de 16; Eulen se quedó en 6,25. ¡De escándalo! Otros puntos, con peso en la calificación final, se obtienen con la oferta económica. Las propuestas: Encís, 90.992 euros; la Fundación, 89.280 euros, Eulen 86.286 euros. La diferencia entre la más cara y la más barata: 4.706 euros, menos que el sobresueldo de Xavier Crespo, el ex alcalde de Lloret, por formar parte como vicepresidente de una comisión que se ha constituido recientemente en el Parlament. En un alarde de cinismo imaginativo, el portavoz del Ayuntamiento niega que haya primado el coste. «Hemos valorado la suma de todos los aspectos, unos cuantificables [la oferta económica, representan el 67% del total] y otros, juicios de valor». ¿Cómo ha valorado el Ayuntamiento esos juicios de valor? ¿Con qué valores? ¿Saben los responsables del consistorio barcelonés que, cómo nos enseñó don Antonio Machado, sólo los necios confunden valor y precio?

En la mayoría de concursos, recuerda Laia Raventós, sobre todo en obras públicas, «si no se obtiene el 60% de la puntuación en la parte técnica no se puede concurrir». En este caso, donde lo que está en juego es un proyecto pedagógico, Eulen, la multinacional de limpieza poco limpia, obtuvo el 39%. ¿Entonces? Además, prosigue LR, con «El Drac se da la paradoja de que la oferta más cara y peor valorada técnicamente ha sido la elegida, porque la ley de contratos del sector público obliga a evaluar antes del IVA». Al ser una sociedad mercantil, que pretende mercantilizarlo todo, Eulen debe añadir el IVA (no en los casos de sociedades no lucrativas como Encís y la Fundación). Lo que repercute obviamente en el importe del contrato final, adjudicado por ello en 94.915 euros, la oferta más cara.

Francesc Carmona, el portavoz del grupo ICV-EUiA en Sant Martí, que ha declarado que exigirá explicaciones en marzo, en el próximo pleno del distrito (¿no es algo tarde?) ha señalado un nudo esencial de la situación: «Estamos muy sorprendidos. Hasta ahora las adjudicaciones se daban a entidades sin ánimo de lucro que llevan años sobre el terreno con un proyecto pedagógico de proximidad. Es muy extraño que una compañía que no se dedica a ello la obtenga». De hecho, las entidades del tercer sector denunciaron el pasado lunes las «malas prácticas» de la administración en los concursos: priman el factor económico por encima de cualquier otro [2].

Todo es, pues, extraño, muy extraño. ¿Y si hubiera algo más? ¿Y si las decisiones tomadas tuvieran alguna «racionalidad complementaria»? ¿Sólo fanatismo privatizador como el que mantuvo y practicó Ernest Maragall, el de la Nova Ezquerra Catalana (¡ay qué risa tía Felisa!), en la conselleria de Educación? ¿Y si también hubieran sobres no vacíos o afines? ¿No son legión los casos de corrupciones empresariales en la política institucional catalana hasta el punto de que el mismísimo secretario general de Convergència, por no hablar de Unió, y portavoz parlamentario de la coalición, se va afectado? ¿No se habla estos días de prácticas monetarias muy extrañas practicadas por la familia del ex president intocable Jordi Pujol? ¿No es muy raro que una multinacional, no catalana por cierto, ejerza su creciente y mercantil sombra en servicios asociados a la administración pública catalana en momentos en que se habla de derecho a decidir y de un nuevo Estado o incluso de un Estado nuevo? ¿Nuevo con esos ropajes, con estos abonos, con estos procedimientos, con esas prácticas? ¿No cabe pensar que hay gato y euros encerrados en la relación Eulen-administraciones catalanas y en el interés de aquella por casales de barrio?

Algo huele mal, muy mal, y no es en Dinamarca. No es necesario ser un mal pensado para abonar esta sospecha.

Notas:

[1] http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/02/03/catalunya/1359922281_881572.html

[2] El Drac no es el único caso. LR informa en su artículo de otras prácticas.

Salvador López Arnal es miembro del Front Cívic de Catalunya Somos Mayoría

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.