1.- El capitalismo moviliza todas sus fuerzas mediáticas, culturales, económicas y militares para el mantenimiento de la tasa de ganancia y mantener la hegemonía mundial. Los inmensos recursos que necesita los obtiene controlando y golpeando terceros países como en Libia, Irak, Siria, recurriendo a guerras como la que la OTAN lleva a las puertas de Rusia en Ucrania, los intentos por controlar el gas, petróleo y el transporte en el Oriente Medio con la creación del gran Israel exterminando al pueblo palestino, etc.
2.- Frente a las agresiones brutales de la burguesía mundial está el sacrificio y la solidaridad de las poblaciones trabajadoras en sus aspiraciones de libertad y justicia, subrayando especialmente la resistencia armada del pueblo palestino y el frente de países que luchan contra el imperialismo y el sionismo más criminal. Atrás en el tiempo, hay muchos ejemplos que simbolizan la entereza de los pueblos en el combate por alcanzar los derechos que como seres humanos les corresponden. Un caso sencillo, pero de enorme contenido se encuentra en la carta que dirige a su familia un soldado bolchevique que lucha contra los latifundistas rusos y el ejército imperialista que quieren destruir el estado obrero que se construye en Rusia; Otro momento que encarna el ideal de la lucha popular es el llamamiento de Fidel Castro al pueblo cubano para defenderse de la agresión que en 1961 lleva a cabo la reacción internacional, comandada por los norteamericanos contra la revolución cubana. En ambos casos está inscrito el combate por el socialismo, por una sociedad en la que las tierras, las industrias y todas las riquezas sean del pueblo, de las generaciones de trabajadores y trabajadoras son quienes las han creado con su esfuerzo y trabajo.
3.- Nuestro objetivo es el de trasladar a la sociedad estas aspiraciones humanas venciendo el peso ideológico que tienen las clases explotadoras tras siglos y siglos de influencia cultural, marcando con piedra el principio de que: “al esclavo se le obliga o se le enseña a pensar con la cabeza del amo”. Los capitalistas disponen de abundantes y poderosos medios propagandísticos para la manipulación de las clases explotadas y oprimidas, para que acepten de buen grado las actuales relaciones sociales de producción; en nuestro mundo rural, por un lado, los propietarios de la tierra y las industrias de transformación, y por otro, las clases subordinadas, grupos sociales de pequeños propietarios, autónomos y obreros. El mantenimiento de este orden social requiere una actividad política, cultural y mediática que impida a los trabajadores la toma de conciencia de su propia realidad de explotados y oprimidos.
4.- En un ambiente general de pasividad política y sindical de la clase obrera y los sectores populares de nuestra comarca y un adormecimiento de la lucha de clases, el resultado es un empeoramiento de las condiciones laborales en las empresas con pérdida de las conquistas sindicales, abundantes contratos sin prestaciones laborales, no se respetan las jornadas de ocho horas, no se pagan las horas extras; en definitiva, se expolia sin la menor pudicia, al tiempo que las instituciones públicas y privadas entronizan y bendicen la figura del empresario que elevan al trono de triunfador gracias a que se ha enriquecido en pocos años. Las organizaciones políticas de “izquierdas” y los sindicatos del régimen aceptan este estado de cosas mediante la práctica del diálogo y la paz social con la clase dominante. Con esta estrecha colaboración garantizan sus posiciones personales en el entramado sindical y su estabilidad económica personal.
5.- No nos podemos cansar de repetir y pregonar que las tierras, las industrias y todos los bienes que existen en nuestro territorio pertenecen a las clases trabajadoras que son quienes las han creado y, son las más interesadas en que su conservación y aprovechamiento sea racional y esté dirigido al bienestar del pueblo. Este paso exige acabar con la irracionalidad individualista productiva y establecer una planificación ecuánime de las actividades bajo el control de los propios productores agrícolas; el logro de la soberanía orientada a la creación de los suficientes bienes materiales para que nadie sufra carencias alimentarias y las clases trabajadoras dispongan de unas rentas agrarias y salariales dignas.
6.- En el caso del Proyecto de los Regadíos de Tierra de Barros, el debate conservador y reaccionario de las organizaciones políticas presentes en el parlamento extremeño da cuenta de los intereses elitistas que persigue un proyecto del que se viene hablando desde hace décadas. El PP, el PSOE y VOX, se enredan en una polémica chapucera que evita la discusión de las cuestiones de fondo: la falta de agua en los pantanos de la comarca por los efectos del cambio climático, y las razones comerciales por las que la UE y el Estado Español ponen tantas trabas a la financiación y aprobación definitiva del proyecto. La derecha y el PSOE se culpabilizan de la no ejecución de un plan que beneficiaría especialmente a los grandes capitalistas agrarios de la comarca. Además, ni el PSOE ni el reformismo socialdemócrata tienen en cuenta las demandas obreras y populares en este asunto concreto, y mucho menos en la ya olvidada, pero necesaria reforma agraria. La lucha de clases queda empantanada y oculta, debilitando y desmoralizando a los trabajadores con el envalentonamiento político e ideológico de las derechas. Los sectores reformistas rechazan los regadíos por la sequía que afecta de modo importante al pantano de Alange, embalse desde el que saldrían básicamente la mayor parte de las aguas para riego.
7.- La realización de este Proyecto requiere de importantes inversiones económicas, según parece unos 300 millones de euros. La intervención del Estado y la Comunidad Autónoma asegurarían las 2/3 del total, y los agricultores el 1/3 restante. Según los expertos la implantación del riego es un fenómeno que incrementa la producción de viñas y olivos, y sobre todo aumenta la cuenta de resultados de los grandes agricultores que forman parte del bloque dominante extremeño. La prensa regional informa y vaticina activamente que el proyecto mejoraría el nivel de vida y el progreso de la comarca. Con pronósticos, predicciones y mensajes agoreros que por desgracia los conocemos suficientemente en la región, nos dicen que los obreros agrícolas encontrarían más empleos durante la instalación de las redes de transportes y en las nuevas áreas de regadíos, y los agricultores mejorarían sus cosechas y rentas agrarias. La teoría del derrame ocupa páginas periodísticas, con gran alborozo editan que si los dueños de los medios de producción engordan sus ganancias y las cosas les va bien, parte de esa riqueza generada llegará hasta los bolsillos de la clase obrera y del pueblo. Sin embargo, la realidad no se cansa de demostrar que el engorde de los bolsillos empresariales no se traduce en mejores salarios ni mejores condiciones de vida para la clase obrera. En sociedades edificadas sobre el lucro y la propiedad privada de los medios de producción no desparecerán las desigualdades sociales, la precariedad y la explotación laboral.
8.- En un estado capitalista las mejoras que proporcionan las nuevas técnicas e nuevas infraestructuras se concentran sólo en unos pocos. Para que el beneficio llegue a toda la población trabajadora, se requiere otro tipo de estado; es decir, un estado cuyo poder y control esté en manos de las clases trabajadoras. La histórica consigna de “La tierra es para quien la trabaja” sigue presente en nuestros días, como el hecho de que las industrias, las viviendas y las riquezas pertenecen a quien las ha creado con su trabajo, son de la población trabajadora; aún en nuestros días, sigue vigente el contenido de la carta que dirige el soldado bolchevique a su familia o el llamamiento de Fidel Castro a la defensa de la revolución cubana; pero para lograr estos objetivos, las tareas son duras y difíciles, sigue siendo imprescindible que nos empeñemos en trabajar por la movilización y organización, elementos imprescindibles para tener una fuerza política capaz de poner en pie una Reforma Agraria, tomando el control sobre la tierra y sobre los medios de producción (abonos, semillas, maquinarias, dinero, etc.), eliminando las grandes propiedades y redistribuyéndolas entre los agricultores u organizaciones de trabajadores, con una planificación y organización racional de la producción y distribución que supere la anarquía y desorientación de la sociedad capitalista.
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