La mayor parte de la carga de la lucha contra el cambio climático recae en los principales contaminadores -los países ricos de Europa, América del Norte y Asia Oriental-, que son responsables de forma desproporcionada de la causa de la crisis. Algunos gobiernos, instituciones financieras y empresas de estos países han empezado a tomar medidas que deberían haberse tomado hace tiempo. Se han comprometido a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y a aumentar las inversiones en energías renovables como parte de una transición más amplia para abandonar los combustibles fósiles. Es fundamental que muchos de estos actores también se hayan comprometido a desprenderse de proyectos de carbón, petróleo y gas en todo el mundo, incluso en países en vías de desarrollo con gran necesidad de energía.
En agosto de 2021, el vicepresidente nigeriano Yemi Osinbajo lamentó estas desinversiones en la página web de Asuntos Exteriores. «Tras décadas de beneficiarse del petróleo y el gas, un número creciente de países ricos ha prohibido o restringido la inversión pública en combustibles fósiles, incluido el gas natural», escribió. «Una transición mundial para abandonar los combustibles basados en el carbono debe tener en cuenta las diferencias económicas entre países y permitir múltiples vías para alcanzar las emisiones netas cero», argumentó, y concluyó que «la transición no debe producirse a expensas de una energía asequible y fiable para las personas, las ciudades y la industria». En opinión de Osinbajo, los países como el suyo siguen necesitando depender de los combustibles fósiles para acelerar el desarrollo y hacer la transición a largo plazo hacia una economía verde.