No es una broma, dejamos atrás las fechas de finales de diciembre. Les parecerá increíble pero es verdad. No es tampoco ninguna información, recientemente descubierta, sobre alguna tropelía del franquismo en la Universidad. La Universidad Autónoma de Barcelona, la de Bosch i Gimperà, la que a principios de los setenta supuso en Catalunya una esperanza […]
No es una broma, dejamos atrás las fechas de finales de diciembre. Les parecerá increíble pero es verdad. No es tampoco ninguna información, recientemente descubierta, sobre alguna tropelía del franquismo en la Universidad.
La Universidad Autónoma de Barcelona, la de Bosch i Gimperà, la que a principios de los setenta supuso en Catalunya una esperanza de renovación democrática universitaria acogiendo en su seno a combativos y competentes universitarios de izquierda, la gran hispanista Giulia Adinolfi entre ellos, la UAB, decía, ha rechazado el nombramiento de doctores honoris causa de Josep Fontana y Jordi Nadal -¡de Josep Fontana y Jordi Nadal!-, discípulos ambos, como es sabido, del gran historiador Vicenç Vives.
No hace falta que les explique con detalle la historia de ambos procesos. Es tema marginal; Jordi Maluquer y Borja de Riquer, por ejemplo, están en el inicio de estos nombramientos. Las explicaciones de las «autoridades» académicas trazan un amplio arco que va desde las gastadas y conocidas excusas formales y burocráticas hasta la estupidez más evidente. Según se comenta, si bien el departamento de Historia Moderna y Contemporánea apoyó masivamente el nombramiento de Josep Fontana (52 votos a favor, una abstención, un voto en contra), departamento del que él mismo fue profesor, los llamados «minnesotes» del departamento de Economía e Historia Económica han querido, y han conseguido, hacerle la cama a Jordi Nadal [1]. Otras voces señalan tenebrosos asuntos como la falta de catalanidad de los aspirantes (¡de risa tía Felisa!) y, en el caso de Josep Fontana, su conocida -y admirada por muchos- adscripción marxista. Como en los buenos tiempos: ¡rojos no!
Según Muriel Casals, del Omnium cultural y miembro del departamento opositor, detrás de la decisión hay una consideración compartida por la mayoría de economistas de su departamento: la economía no es una ciencia social, es una ciencia matemática; la perspectiva histórica no cuenta en la temática un grano de sal. Jordi Nadal debe ser para ellos algún intruso jupiterino.
Según algunas voces críticas, está, por una parte, el negativo peso de la incorporación de las nuevas generaciones de profesores y, además, la neta influencia del ex rector Carles Solà, ex candidato de Solidaridad Catalana, la formación de Josep Laporta [2]. Nadal y Fontana son vistos, por estos sectores, vivir para ver, como representantes… ¡de un «marxismo españolista»! Como suena.
Ni que decir tiene que la mayoría de los premios honoran ante todo a la institución que premia más que a la persona premiada. En el caso del doctorado honoris causa a Jordi Nadal y Josep Fontana es innecesario decir a quien hubiera honrado la concesión del reconocimiento. Su denegación, el lado oscuro dialéctico de la situación, sitúa a la institución, o más concretamente, a los responsables de este desaguisado, de este infame acto de sectarismo y barbarie político-cultural, en la historia universal de infamia. Una ubicación adecuada, como el guante elástico de una mano enorme, para estos miembros del mundo académico de tanta altura de miras y de saber y comportamiento cívico tan profundos que, sin duda, merecen una respuesta firme del mundo universitario informado y del estudiantado crítico.
PS: Por si fallase la memoria sobre temas de catalanidad: a finales de los años cincuenta, cuando hablar en catalán en el ámbito público era asunto de alta y arriesgada tensión o cuanto menos de menosprecio, un grupo de jóvenes intelectuales publicó una revista en catalán, clandestina desde luego. Quaderns de cultura catalana era su nombre; el alma de la misma era Josep Fontana, un historiador, un maestro, del que tantos y tantos ciudadanos catalanes no hemos dejado de aprender durante décadas, y la organización en la que militaban era el PSUC, el partido de los comunistas catalanes, el partido de Joan Comorera, Gregorio López Raimundo, Teresa Pàmies y Manuel Vázquez Montalbán.
Nota:
[1] Andreu Mayayo, «Més enllà del ridícul, la Santa Inquisició». Ibidem, p. 5.
[2] Glòria Ayuso, Público, 5 de febrero de 2011, p. 7 (edició catalana).
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.