Hace unas semanas analizábamos los récords en el incremento de la temperatura terrestre y oceánica, con la ola de calor que golpeaba al hemisferio norte, con sus sequías e incendios que cruzaban el globo, y el invierno cálido en el sur. Decíamos entonces que el agua hierve y desaparece sobre la tierra; pero, en este enloquecimiento del clima producido por el Capitaloceno, regresa furiosamente en formidables tormentas, diluvios, huracanes e inundaciones (Seoane y Taddei, 2023). En los primeros días de septiembre hemos visto y padecido trágicamente una vez más esta realidad.
Así, la llamada tormenta Daniel descargó con furia sus aguas sobre Bulgaria, Turquía y particularmente Grecia, superando en ciertas regiones los 1.000 litros de agua caída por metro cuadrado en un día, acumulando en dos días el promedio de lluvia de varios años, y convirtiéndose en el evento más extremo del que se tenga registros en ese país. A su paso, el temporal dejó más de una docena de fallecidos, desplazados forzosos, destrucción de pueblos y cultivos, y más de 70 mil hectáreas anegadas que algunos estiman pueden incluso terminar convirtiéndose en nuevos lagos permanentes.
No se trató de un fenómeno natural, por si hiciera falta recordarlo. Como reconocen los especialistas, es la elevación de la temperatura de los mares lo que transforma a las precipitaciones normales en fenómenos tan violentos, es la progresión del cambio climático, resultado del capitalismo fósil, la creadora de estos “monstruos meteorológicos”.
Como sabemos, tras azotar a Grecia y otros países, la borrasca Daniel transformada en Medicane -huracán del Mediterráneo- golpeó con especial intensidad el noreste de Libia, en la costa africana. La intensidad de la tormenta provocó además el colapso de dos presas situadas en el cauce del río Derna, arrasando la ciudad del mismo nombre y cobrándose alrededor de 20 mil fallecidos y desaparecidos. La magnitud de una catástrofe humanitaria.
Nuevamente, las diferencias en víctimas y destrucción entre los sucedido en Grecia y en Libia no se explican solamente por la intensificación de la tormenta al cruzar el Mediterráneo sino que exiben de modo ostensible las dimensiones colonial y social de la crisis climática. Un país y un pueblo arrasados por la intervención estadounidense y europea bajo las banderas de la OTAN y asolados por la pauperización y la desigualación social no sólo estaban menos preparados para afrontar la catástrofe sino que carecieron de recursos, instituciones, organización social popular para prever el desastre y, por ejemplo, desalojar a pueblos enteros como si se hizo en Grecia.
Pero estas tormentas que castigaron al hemisferio norte, también se hicieron sentir en el Sur. Así, en los días pasados, las calles y las estaciones del metro de Hong Kong quedaron inundadas tras, otra vez, las peores lluvias jamás registradas en la ex – colonia británica. Y, por las mismas fechas, el Estado de Rio Grande do Sul, en Brasil, sufrió un ciclón extra-tropical que golpeó más de 80 municipios dejando decenas de muertos y desaparecidos y miles de desplazados, tratándose del tercer ciclón de este tipo que azota al Estado en los últimos tres meses atizados por la llegada del fenómeno de El Niño y potenciados por la crisis climática.
Un reciente informe de la Oficina regional de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) ha señalado que, entre 2000 y 2020, los desastres mal llamados “naturales” (contabilizados 1534 entre huracanes, terremotos, sequías, inundaciones, deslizamientos de tierras, erupciones, etc.) afectaron a 3 de cada 10 habitantes (más de 190 millones de personas) de América Latina y el Caribe, considerada así la segunda región en el mundo más propensa a este tipo de calamidades (OCHA, 2023). Y las previsiones, reiteradas una vez más en estas semanas en el informe técnico First Global Stocktake de Naciones Unidas, sobre la creciente imposibilidad de limitar el incremento de la temperatura media global a los 1,5°C previstos en el Acuerdo de Paris permiten estimar un aumento en número e intensidad de estos golpes de la crisis climática (CMNUCC, 2023)
Lejos de naturalizarlos o de estimular la resignación o la resiliencia individual o familiar, estas catástrofes tienen responsabilidades concretas, la de un sistema basado en el crecimiento infinito de la ganancia de unos pocos, en la matriz de energías fósiles histórica y estructuralmente integrada al desarrollo del capitalismo, en un puñado de enormes corporaciones trasnacionales y Estados centrales que se enriquecen y defienden esta forma social, en el 10% más rico de la población mundial que es responsable de la emisión del 50% del dióxido de carbono, en la dimensión colonial que traslada los costos de sostener este modo de vida imperial al Sur del mundo.
Pero la urgencia de una efectiva y justa transición socioecológica plantea también a los movimientos y sectores populares el desafío de afrontar colectivamente las gravosas consecuencias que la progresión de la crisis climática descarga ya y descargará aún más sobre sus vidas. La importancia de estas construcciones colectivas, políticas, comunitarias apareció allí en Brasil con el Movimiento Sin Tierra proveyendo comida a los castigados por las inundaciones como emergió también cuando la pandemia de COVID – 19 y la crisis social en toda la región.
Todos los expertos y organismos internacionales afirman que frente a la catástrofe climática los sistemas de alerta y respuesta temprana y preventiva son una herramienta indispensable. Pero eso mismo es lo que estuvo ausente frente a las lluvias e inundaciones en el sur de Brasil, y en tantos lugares de Nuestro Sur, donde “buena parte de las muertes podría haber sido evitada si los gestores públicos tomasen en cuenta los alertas científicos y metereológicos que ya apuntaban sobre la magnitud de las lluvias…fueron por lo menos cinco días de avisos previos…sin contar los alertas emitidos por entidades ambientalistas desde el primer ciclón del año” (Maldonado, 2023) Esa es la historia que se repite en todos los territorios y que se oculta bajo la naturalización de la crisis.
La llegada al Sur del mundo y, particularmente, a América Latina y el Caribe del fenómeno meteorológico de El Niño –de un Súper Niño como algunos estiman- en este contexto de aceleración de la crisis climática resulta la alerta más urgente. Valga recordar que el último fenómeno fuerte y prolongado de El Niño entre 2014 y 2016 afectó a millones de personas en todo el mundo, incluyendo África, América Central, Sudamérica, Australia, el sudeste de Asia y las islas del Pacífico con lluvias y tormentas intensas por encima del promedio con sus consecuentes inundaciones y olas de calor y sequías que puso al 2016 entre los años más cálidos registrados. En América Latina, el 2015 bajo las olas de calor y la falta de lluvias trajo sequías, importantes en Sudamérica con la conocida experiencia de la escasez de agua y energía en la región de San Pablo, Brasil; así como el 2016 trajo precipitaciones intensas e inundaciones.
Enfrentamos la urgencia de desarrollar una estrategia popular -basada y que potencie la organización de los sujetos subalternos- frente a los golpes que trae el despliegue del cambio climático, una de las dimensiones más significativas de la policrisis actual, o para ser más exactos, de la crisis de la civilización del capital (Prashad, 2023; Seoane, 2023)
Bibliografía
CMNUCC (ConvenciónMarco de las Naciones Unidas sobre elCambio Climático) 2023 Summary report following the third meeting of the technical dialogue of the first global stocktake under the Paris Agreement. Disponible en https://unfccc.int/topics/global-stocktake/components-of-the-gst/technical-dialogue-of-the-first-global-stocktake#Relevant-documents
Maldonado, Emiliano 2023 “O que mais precisa acontecer para que seja declarada Emergência Climática no RS?”. Disponible en https://www.brasildefators.com.br/2023/09/08/o-que-mais-precisa-acontecer-para-que-seja-declarada-emergencia-climatica-no-rio-grande-do-sul
OCHA (Oficina de las Naciones Unidas de Coordinación de Asuntos Humanitarios) 2023. Panorama de los desastres en América Latina y el Caribe 2000 – 2022. Disponible en https://www.unocha.org/publications/report/world/panorama-de-los-desastres-en-america-latina-y-el-caribe-2000-2022
Prashad, Vijay 2023 Bajo la policrisis está el singular dilema de la humanidad llamado capitalismo. Boletín N° 37. Disponible en https://thetricontinental.org/es/newsletterissue/policrisis-y-capitalismo/
Seoane, José 2023 “¿Un mundo en crisis o la crisis de este mundo” en Seoane, J. (comp.) Neoliberalismo [Capitalismo] catastrófico. Imágenes de la última ola neoliberal y las alternativas en Nuestra América. Disponible en https://edicionesluxemburg.blogspot.com/
Seoane, José y Taddei, Emilio 2023 “El agua hierve y desaparece, los diluvios y las inundaciones llegan”. Disponible en https://rebelion.org/el-agua-hierve-y-desaparece-los-diluvios-y-las-inundaciones-llegan/
José Seoane. Sociólogo e investigador del Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (IEALC, Fac. de Cs. Sociales, UBA) y del Instituto Tricontinental de Investigación Social.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.