Luego de cientos de años de intentarlo, el ser humano ha logrado alcanzar una buena parte de sus objetivos, los que le nacían de sus ansias intrínsecas de poder. Tener la potestad de decisión sobre el curso de la vida sobre la Tierra. Dominamos el fuego, cambiamos cursos de agua, dominamos la producción de alimentos, […]
Luego de cientos de años de intentarlo, el ser humano ha logrado alcanzar una buena parte de sus objetivos, los que le nacían de sus ansias intrínsecas de poder. Tener la potestad de decisión sobre el curso de la vida sobre la Tierra.
Dominamos el fuego, cambiamos cursos de agua, dominamos la producción de alimentos, sometimos a todo ser vivo, animal o vegetal a nuestro antojo. Inventamos las armas, la rueda, la pólvora. Los barcos nos permitieron llegar mas lejos y los aviones mas rápido. Festejamos cada invento como un logro propio, como algo que nos beneficiaría, pero muchas veces confundimos las razones, los objetivos, no supimos ver el uso que se le daría.
Nos esparcimos como una plaga por todo el globo. Y poco a poco, la vida sobre la Tierra fue quedando en nuestras manos. Logramos decidir a nuestro antojo el lugar que cada especie ocuparía en el que ahora es Nuestro Planeta, así lo empezamos a llamar.
Si una especie nos molestaba la extinguimos, la encerramos en zoológicos o la redujimos a su mínima expresión posible. La que nos servía la hicimos reproducirse hasta lo inimaginable.
Eso queríamos, controlarlo todo. Todo.
Pero el plan, como todo plan, tuvo sus fallas. Prácticamente todo ser vivo que habita este planeta se encuentra a nuestra merced, como en los antiguos circos romanos, solo tenemos que bajar o subir el pulgar.
El problema es en manos de quienes estamos nosotros, los humanos. En quienes estamos delegando el poder de tomar decisiones que nos afectan a todos los seres vivos e incluso que afectarán a los que aun no han nacido.
Se ha establecido en la mayoría de los países un sistema democrático, gobierno del pueblo. Pero poco y nada es lo que realmente decidimos. Los que no se dan cuenta protestan, se indignan, se sienten estafados por las promesas incumplidas. De los que si, unos están desesperanzados, sin fuerzas, sin expectativas, como vencidos. Otros aun tenemos expectativas, ilusiones, sueños y fuerzas para seguir luchando por la existencia, en un mundo herido.
Sabemos que hemos hecho e inventado cosas terribles, que en nuestras manos está la muerte, pero también la vida. Estamos convencidos de que un mundo mejor para todos es posible y que de nosotros depende lograrlo.
Ricardo Natalichio. Director.
Fuente: https://www.ecoportal.net/temas-especiales/la-vida-en-la-tierra-esta-en-manos-de-unos-pocos-humanos/