Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
La ciudad de Muslyumovo debe de ser uno de los sitios más tristes del planeta. Los miles de personas que no tienen otra opción que vivir aquí, en las riberas del río Techa no lejos de la frontera sur de Rusia con Kazajstán, son víctimas de un desastre nuclear que comenzó hace más de seis décadas.
Todavía sufren de las consecuencias de vivir junto a la planta nuclear Mayak, y todavía mueren de las enfermedades relacionadas con la radiación que han costado la vida a tantos antes de ellos.
En camino a la planta, construida en los años cuarenta, nuestro equipo se vio obligado a evitar varios puntos de control y a ocultar sus cámaras, finalmente nos las arreglamos con una pequeña cámara montada en el parabrisas.
Con ese equipo llegamos a cien metros de las puertas de la planta.
Es como una ciudad. Hay familias que trabajan y viven aquí. Los adolescentes se persiguen en la nieve al otro lado de la cerca.
Mayak está rodeada de bosques de abedules comunes y los letreros en la carretera advierten a la gente de que no entre al arbolado o recoja los hongos silvestres.
Suministraba a la Unión Soviética cerca de un 40% del plutonio mundial para fabricar armas. La primera bomba atómica del país también se construyó aquí. Entre 1949 y 1951 la planta descargó cientos de toneladas de desechos altamente radioactivos en el cercano río Techa.
Cientos de aldeas se han reasentado desde entonces pero, increíblemente, cuatro permanecen en el área contaminada. Los residentes dicen que no saben por qué nunca los trasladaron.
Muchas personas con las que hablamos dicen que las están utilizando de conejillos de Indias humanos. Hablan de un experimento secreto del gobierno que investiga los efectos de la exposición a la radiación sobre los seres humanos.
Además, el hospital más cercano que puede tratar las diversas enfermedades relacionadas con el cáncer que sufren está en la capital regional de Chelyabinsk, está a unos 50 kilómetros.
Una mujer describió sus visitas:
«Deben de haber probado nuevas drogas con nosotros. Uno vuelve del hospital donde pasó un mes y se enferma durante un mes en casa. No te tratan. Te dañan. No dicen nada».
Algunos vecinos de la antigua aldea Muslyumovo han sido trasladados en los últimos años, pero a un sitio que queda a poca distancia del río contaminado por la radiación. Las mediciones del contador Geiger que hicimos junto al río muestran niveles de radiación 50 veces superiores al nivel que los expertos consideran seguro para seres humanos.
Nuestro conductor, que también sufre enfermedad crónica de radiación, señaló un neumático de coche congelado en el cenagal helado. Dijo que si probábamos nuestro contador Geiger en ese lugar obtendríamos una cifra por lo menos tres veces superior a la que teníamos.
No había barreras o cercas para mantener afuera a la gente. Había huellas de pisadas en la nieve por doquier. Una señal oxidada advertía a la gente de que no entrara o recogiera las bayas.
Sin embargo, a pesar de las advertencias, los pescadores siguen yendo al lugar y en verano, los niños todavía nadan en las aguas tóxicas.
La mayor parte de la gente de la aldea conoce los peligros, pero parece resignada a su suerte. No tienen el dinero necesario para mudarse a un sitio más seguro. Muchos otros parecen ignorar los riesgos. Una mujer dijo:
«Nos ponemos enfermos, muchos sufren cáncer debido a los átomos. No podemos impedir que nuestros niños naden en el río».
El gobierno dio a algunos de los residentes de Muslyumovo la opción de recibir unos 35.000 dólares para buscar otro sitio donde vivir o trasladarlos a otra casa a dos kilómetros del río. Ese programa se acabó.
La mayoría dice que la suma nunca fue suficiente para permitirse una casa más lejana.
También dicen que gran parte del dinero que debía destinarse a la construcción de nuevas casas fue robado por contratistas o funcionarios.
La mayoría de los residentes con los que hablamos se quejan del gas Radón que según ellos surge del suelo hacia sus casas.
«Salimos de la sartén para caer en las brasas», dice un hombre. «Estamos solo a dos kilómetros del río. Todavía estamos en territorio radioactivo. Hay gas Radón radioactivo en las casas. Pensamos que esto se organizó para robar el dinero.»
«Compramos tierra del antiguo lugar. Cuando nos mudamos aquí no nos dijeron que era peligroso. Encontraron gas Radón después, cuando las casas ya se habían construido».
La agencia nuclear estatal de Rusia, Rosatom, ha lanzado una investigación debido a las afirmaciones de que el dinero fue robado, pero todavía no se ha anunciado ninguna conclusión.
Los residentes se quejan de que sus nuevas casas están mal aisladas contra el brutal frío invernal que puede llegar a 30 grados bajo cero.
Un hombre dijo:
«No se puede tratar a la gente de esta manera. Después de que sufrimos de la radiación del río nos trasladaron aquí a casas inadecuadas, a esta tierra. La gente está cansada, cansada de luchar»
La mayoría de los niños en esta área sufre alguna enfermedad relacionada con la radiación.
Los síntomas de enfermedad de radiación crónica incluyen infecciones recurrentes, hinchazones, anemia, heridas que no cicatrizan, pérdida del cabello y magulladuras. La exposición a largo plazo a altos niveles de radiación causa defectos de nacimiento y cáncer.
La gente del lugar la llama «la enfermedad del río».
El muchacho de nuestro informe con la hinchazón en el cuello tiene 17 años.
Tiene ocho hermanos y hermanas. Todos sufren de enfermedades relacionadas con la radiación.
Su madre dice que lo llevó al médico local para que revisara su cuello.
Dice que el doctor le dijo que la protuberancia desaparecería. Dice que a su hijo ni siquiera le ofrecieron una biopsia.
Esto, en un lugar en el que la gente ha muerto de cáncer durante décadas. Un área que tiene uno de los niveles más altos de contaminación por radiación del mundo.
Tenemos miedo, las consecuencias son aterradoras. ¿Pero adónde podemos ir?, dijo.
Mucha gente con la que hablamos preguntaba todo el tiempo lo mismo: «¿Por qué no nos han llevado más lejos del río?»
El gobierno dice que reconoce que miles de personas siguen viviendo en la zona contaminada.
Ofrece la miserable suma de unos 4 dólares al mes como compensación. Ofrece aproximadamente 30 dólares al mes para contribuir a los costes médicos.
Tratamos de hablar con trabajadores de la salud del gobierno local.
Esperamos cinco horas para hablar con el médico mencionado en nuestro informe.
Cuando finalmente apareció, parecía embarazado, como si quisiera responder nuestras preguntas pero no pudiera hacerlo.
La conversación que tuvo por teléfono, que filmamos secretamente, es una evidencia de que tal vez hay muchas cosas que el gobierno no quiere que sean conocidas por extraños.
Y luego están los cientos de familias a las que nunca trasladaron. Ni siquiera los 2 kilómetros por la carretera a la nueva aldea.
Encontramos a Ekaterina, de 87 años. Su familia provenía originalmente de Alemania.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Stalin trasladó a miles de alemanes que vivían en Rusia lo más lejos posible de las áreas urbanas.
A Ekaterina y a su familia los llevaron a una de las aldeas cerca de Mayak.
En 1957, cuando una explosión en un tanque de almacenamiento de la planta obligó a evacuar el área ella y su familia volvieron a ser reubicados.
Los llevaron a Muslyumovo, cerca del río contaminado con radiación. Cincuenta años después sigue viviendo allí.
Rompe a llorar cuando preguntamos qué hace para sobrevivir. Dice que nunca pudo tener hijos. Su esposo murió hace años.
Mucha gente ha muerto de cáncer en el área. La gente está permanentemente enferma. Quiero mudarme pero nunca me lo ofrecieron. No comprendo por qué.
Entre 2001 y 2004 hasta 40 millones de metros cúbicos de más lodo radioactivo terminaron en el río Techa. El gobierno lo reconoce como un hecho.
Se inició una investigación criminal.
En 2005, los fiscales actuaron para cambiar al jefe de la planta nuclear Mayak.
Fue condenado, pero poco después recibió el perdón por una amnistía general para conmemorar el centenario del Parlamento ruso.
Fuente: http://blogs.aljazeera.com/
rCR