Mariano Bueno vive entre hojas de libros y hojas de plantas y lo que aprende de las segundas lo recopila en las primeras. «Este albaricoque lo tenía por perezoso. Le sembré siendo una ramita, le regué todos sus días, le aboné todas sus noches y aún ya siendo dos veces más alto que yo, nunca […]
Mariano Bueno vive entre hojas de libros y hojas de plantas y lo que aprende de las segundas lo recopila en las primeras.
«Este albaricoque lo tenía por perezoso. Le sembré siendo una ramita, le regué todos sus días, le aboné todas sus noches y aún ya siendo dos veces más alto que yo, nunca me recompensó con sus frutos. No me parecía bien, así que hace unos años me senté frente a él con un hacha en la mano. Dicen que a las plantas hay que hablarles pero te aseguro que tienen también muy buena vista. Desde entonces, pare sin cesar.
«Como aquel experimento -continua Mariano- en el cual plantaron en las mismas condiciones dos matas de calabacines. Desde su nacimiento tuvieron a su lado un poste con un aparato de música en alto. El calabacín uno creció escuchando música clásica, muy armónica y suave, y tanto le gustaba que trepó por el palo enredándose de amor en él. El calabacín dos, también creció, pero como un pulpo tentaculoso sus brotes se alejaron lo máximo del palo que emitía sonidos estridentes y a todo volumen.
«En una universidad de Chile plantaron en dos grandes tiestos semillas de girasoles. En uno de ellos sembraron una sola semilla, en el otro seis semillas. Sus cuidadores analizaban cómo se desarrollaban. El girasol único subió con un tronco fuerte y rígido, siempre cara al Sol, impertérrito. Los seis girasoles en cambio retozaban entre ellos, se entrelazaban en una orgía vegetal, de puros contactos, besos y caricias. Gracias a tal lascivia, cuando llegue una ráfaga de viento – concluye Mariano, éstos seis no caerán.»
Las plantas sin ojos ven, sin orejas oyen, y mirando y escuchando, se enamoran.
Fuente: https://gustavoduch.wordpress.com/2017/06/12/la-vida-secreta-de-las-plantas/