En la casa de Guillermo Cabrera Infante en Londres hay desolación. «Yo no quiero pleitos. No quiero un centavo. Pero entrar en ese hospital es morirse, y yo lo que quiero evitar es que a más personas les ocurra lo mismo», afirma Miriam Gómez desde el número 53 de Gloucester Road, la famosa dirección que […]
En la casa de Guillermo Cabrera Infante en Londres hay desolación. «Yo no quiero pleitos. No quiero un centavo. Pero entrar en ese hospital es morirse, y yo lo que quiero evitar es que a más personas les ocurra lo mismo», afirma Miriam Gómez desde el número 53 de Gloucester Road, la famosa dirección que servía de lugar de encuentro para los intelectuales hispanos que pasaban por Londres.
La viuda del escritor, que falleció el pasado lunes por la noche de una septicemia, acusa al hospital Chelsea and Westminster de causarle una infección de estafilococo dorado que finalmente acabó con su vida. Su segunda hija, Carola Ash, añade que ésta es la segunda vez que el escritor se infecta del llamado estafilococo dorado resistente a la meticilina (MRSA, en sus siglas en inglés).El escándalo del MRSA lleva meses ocupando las primeras páginas de este país, donde mueren 5.000 personas al año por el mismo mal que Guillermo Cabrera Infante.
Según el relato de la viuda y la hija, el escritor, de 75 años, sufrió una caída en el baño de su casa el pasado 3 de febrero que le ocasionó una fractura de cadera. Aunque el matrimonio posee uno de los mejores seguros médicos privados del Reino Unido (el BUPA), el escritor cubano fue trasladado al Chelsea and Westminster, un hospital público, por la ambulancia que fue a recogerlo. Este hospital es el más cercano a su domicilio. Dos días más tarde, fue intervenido quirúrgicamente.
Tras una mejoría, «empezó a dejar de comer y a sentirse mal», señala Gómez, quien describe el estado de las habitaciones como terrorífico: sangre en las cortinas, excrementos en el suelo del baño, y un equipo médico sin guantes ni mascarillas. «A la semana aproximadamente me dijeron que se iba a morir, y que si yo no quería que lo tuvieran entubado tenía que firmar un documento.Yo les dije que no quería que mantuvieran su vida artificialmente, pero que exigía un certificado explicando las causas de su muerte porque era un escritor muy conocido y los periodistas iban a querer saber de qué había fallecido», continúa Gómez.
«Se fueron y al poco regresaron diciendo que lo iban a trasladar al hospital Charing Cross». En este segundo centro, también perteneciente a la Seguridad Social (NHS, en sus siglas en inglés), fue donde falleció el escritor. «Cuando llegamos vi que ponían un cartel en la puerta, y cuando me asomé a verlo, ponía estafilococo. Guillermo murió intoxicado. ¿Se imagina toda la gente que pudo contagiar a su vez Guillermo?», señala Gómez, quien ayer regresó a su domicilio tras dejar el cadáver del escritor en el hospital.
La familia quiere incinerar al escritor durante el día de hoy, pero la funeraria les ha comunicado que los trámites se retrasarán hasta este viernes. A la ceremonia asistirán las dos hijas del escritor, Ana y Carola, los maridos de éstas y sus seis nietos, según informa Guadalupe Hernández. Cabrera Infante estuvo casado con la madre de sus hijas entre 1953 y 1961. Ese mismo año, el escritor volvió a contraer matrimonio con la actriz Miriam Gómez, su inseparable compañera hasta el lunes. «Murió sin patria pero sin amo», señala Gómez parafraseando a José Martí. Su hija Carola añade que el escritor no pudo ver cumplido su sueño de ir a Cuba antes de morir, pero que sus cenizas serán guardadas en Londres, a la espera de que «puedan regresar a una Cuba libre».
Mientras tanto, el Chelsea and Westminster explicó ayer a este periódico que iniciará una investigación sobre las acusaciones formuladas por la viuda. «Nos gustaría ofrecer nuestras más sinceras condolencias a la familia de Guillermo Cabrera Infante. Podemos confirmar que estuvo ingresado en nuestro hospital, pero no podemos discutir sus detalles médicos. Sentimos mucho que la señora Gómez no esté contenta con el cuidado recibido por su marido, y deseamos discutir con ella los pormenores».