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La voz del pueblo en la calle reclamando justicia social les da miedo

Fuentes: Rebelión

Los que nos venden y algunos que parecen no entender la realidad difunden, han difundido, la idea de que la actuación de los gobiernos contra los trabajadores y trabajadoras es por temor a cosas peores y que eso les hace claudicar. Sin embargo el pueblo trabajador sabe que semejantes afirmaciones no son verdad; sabemos quién […]


Los que nos venden y algunos que parecen no entender la realidad difunden, han difundido, la idea de que la actuación de los gobiernos contra los trabajadores y trabajadoras es por temor a cosas peores y que eso les hace claudicar. Sin embargo el pueblo trabajador sabe que semejantes afirmaciones no son verdad; sabemos quién financia a ese gobierno y a es-e-os partido, puesto que es uno solo con dos caras: defensores de los intereses y la conciencia política y social que tiene como punto de partida la división social mediante la propiedad privada de los medios de producción y la plusvalía que genera la fuerza de trabajo, esos son, mercenarios de los grupos financieros y las multinacionales.

Puede que el gobierno del Banco de Santander, del BBV y los demás, cambie algo para que todo siga igual, que cambien la forma, pero no cambiarán el fondo. Aunque para empezar los pregoneros del gobierno, esa primera fila de trincheras para defender lo establecido, esos que hablan durante todo el día sin dejar que su lugar lo ocupe la palabra crítica que esta en la calle, ya cargan con desprecio contra las reivindicaciones populares: en Radio Nacional (¿o es nacional con dos z cruzadas?) los mercenarios del gobierno (¿O son del sistema?) se llenaban la boca diciendo que los manifestantes concentrados en la Puerta del Sol de Madrid «son antisistema», «esos se ponen contra el rey, contra la iglesia, contra el ejército, contra los bancos, y debían saber que hace falta una sociedad organizada, todos hemos sido jóvenes, y es que no saben que nuestra constitución es como todas las de Europa», «yo aplaudo la decisión de la Delegación del gobierno de echarlos de la Puerta del Sol, eso no se puede consentir de ninguna manera», «es que con estos jóvenes…»

Sí, oírles hablar en la intimidad recuerda al del bigote, el presidente de Fa(lange) Es(pañola). Esto no es entreguismo, esto es confesionalidad. Esto no es una actitud temerosa y claudicante, es la actitud del cancerbero, es la disposición soberbia del vigilante del principio capitalista del mantenimiento de su orden establecido, de lo que debe de ser, según los intereses de los banqueros. Los intervinientes en la «tertulia ¿? en Radio Nacional (con dos z cruzadas), guardaespaldas de tales ladrones sociales, tienen como especialidad procurar la distracción de la gente que pueda verse en conflicto con el sistema que ellos defiende abandonando todo rastro de conciencia; pero si les falla su verborrea, si no cala su propaganda que repiten un día tras otro, si esos que ellos dan por oyentes no se adormecen y salen a la calle a pedir justicia, entonces pasan a la segunda fase: el desprecio, el insulto y los graznidos de felicitación por las medidas violentas tomadas por sus jefes gubernamentales. Fíjense que unos y otros hablan de «salvar el sistema financiero», y los que están al mando, los que tienen capacidad de decidir, esos a los que estos defienden, roban los bienes sociales «para salvar el sistema».

¿Por qué quieren asustar sus cancerberos desde las emisoras y periódicos a los oyentes diciendo que los manifestantes «son antisistema»? Porque forman parte del sistema corrupto, de democracia de falsa representación, de capacidad de decisión en manos de los banqueros, monarcas, curas y demás que no están dispuestos a dejar de enriquecerse, y lo mismo les da si con su sistema han dejado a cinco millones de trabajadores en paro, como si con su sistema han echado a 300.000 mil familias de sus casas por no poder pagar las hipotecas bancarias, o, si su sistema ha dejado hasta ahora el 43% de los jóvenes en paro, si las jubilaciones en su mayor parte se encuentran en los límites de la pobreza, si su sistema es el de los recortes salariales, el del aumento de la edad de jubilación, el del aumento de la pobreza… ¿seguimos?, da igual, su sistema no puede ser cambiado y quien proteste es un «antisistema». Estos cancerberos nos quieren llevar a «la hora Argentina», al «corralito», un golpe de Estado de los banqueros con su gobierno a la cabeza, ¿o ya lo están dando y lo que hacen es preparar «la hora Argentina»?. Aún nos llevan ventaja, pero lo que se concentra en la Puerta del Sol, en las Plazas de muchas ciudades del Estado español, la voz popular, les da miedo, por eso sus mercenarios han recibido la consigna y la siguen al pie de la letra: desacreditar a quienes pedimos justicia. Así sabemos cuál es su trabajo. Nadie puede creerse que el gobierno claudica ante los banqueros, que tiene miedo a lo que pueda pasarnos, puesto que es el gobierno vendido por ellos, que les sirve y que tiene a su espalda la otra cara del mismo partido, el partido de los banqueros, de la propiedad privada de los medios de producción.

Pero ¿cuál es el otro sistema?, ¿el «antisistema» de este sistema?: el antisistema financiero, que es el de la justicia social, el del derecho a la igualdad, el derecho a producir cambios, el derecho a una constitución sin privilegios, el de la persecución del fraude fiscal y la corrupción, el del fortalecimiento de los servicios públicos, enseñanza, sanidad, transporte, el de la defensa de sectores estratégicos, aeropuertos, agua, luz, gas, petróleo, y capaz de poner la energía fuera del alcance de las multinacionales nucleares, el derecho al trabajo, a la vivienda, al estudio,… no hay más que escuchar las reivindicaciones, y cumplir con ellas requiere el cambio de sistema de los ladrones explotadores por el «antisistema», el de igualdad, democracia y justicia, una República de progreso social.

Ramón Pedregal Casanova es autor de «Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios», edita Fundación Domingo Malagón y Asociación Foro por la Memoria ([email protected])

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.