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Las alianzas a la carta de CiU y sus pactos antisociales con el PP y ERC

Fuentes: Rebelión

Parece increíble. Pero es verdad. No fue EUiA, ni ICV, ni tan siquiera la CUP, sino Ciutadans -¡Ciutadans!- quienes presentaron en el pleno del pasado jueves del Parlament catalán una moción que pedía que antes de cerrar plazas en la escuela pública -que es lo que está ocurriendo en estos momentos y lo que va […]

Parece increíble. Pero es verdad.

No fue EUiA, ni ICV, ni tan siquiera la CUP, sino Ciutadans -¡Ciutadans!- quienes presentaron en el pleno del pasado jueves del Parlament catalán una moción que pedía que antes de cerrar plazas en la escuela pública -que es lo que está ocurriendo en estos momentos y lo que va a ocurrir en los próximos cursos- y reducir las becas comedor «se pasara la tijera a los conciertos» con las escuelas concertadas privadas de élite.

Más sensato, justo, razonable e incluso pedagógico, imposible. Ni que decir tiene que CiU se opuso -sus vástagos y los de sus amistades suelen ir a estos centros de inculcación ideológica e instrucción elitista-, con la inestimable ayuda del PP, esa fuerza política que llaman «españolista e impresentable» y que dicen odiar a muerte, y con la que, añaden siempre que pueden, es imposible ponerse de acuerdo en nada. ¿En nada? ¡Menuda cara, doña Joana!

Fue, eso sí, la única votación en la que CiU no encontró la colaboración entusiasta de ERC. En lo demás, en todo lo demás, no hubo problemas. Del dicho al hecho, han recordado con acierto M. Roger y C Blanchar [1], hay mucho trecho. Esquerra, por si fuera necesario -sin serlo: basta recordar su historia reciente-, lo demostró el mismo jueves. «Tras cargar contra el Gobierno de Artur Mas por el recorte a los funcionarios -740 millones de euros, el mismo importe que el año pasado-«, un partido que dice ser republicano y de izquierdas «dio un giro de 180 grados en su argumentación y bendijo el tijeretazo en el Parlament».

Giro de 180 grados o incluso de 270: los autodenominados «republicanos se jactaron cuando firmaron el acuerdo de dar un giro social a los nacionalistas; luego amenazaron con rechazar las cuentas si había un recorte sin pactar. Pero al final, bendijeron los recortes de CiU». Quien manda, manda, y el objetivo de ERC, digan lo que digan los demás, que diría el cantante preferido de doña Carmen Polo de Franco, e incluso ellos mismos por la boca pequeña, es ante todo y prácticamente por encima de todo el proceso independentista. No tan sólo el ejercicio del «dret a decidir».

Fue el diputado Sergi Sabrià quien defendió la decisión de su partido de «izquierdas». ¿Con qué argumentos? Con la narratividad, como dicen ahora, a la que nos tienen acostumbrados desde hace unos añitos: los hachazos sociales son inevitables por el duro panorama económico y por la irresponsabilidad del Gobierno central (de «Madrid» suelen apuntar). No «manipulo». Con sus propias palabras: «El Estado español nos tiene sometidos a una situación de ahogo y asfixia… Buscamos evitar que los injustos ajustes en ningún caso sean ideológicos, sino los absolutamente imprescindibles para evitar el definitivo colapso de la Generalitat». ¡Absolutamente imprescindibles! Quin riure, fan molt riure!

Y no fue sólo en este caso. Votaron los «republicanos de izquierda» en la misma sesión, junto a la federación conservadora y neoliberal, «para tumbar una moción que exigía mantener abiertas las escuelas can Montllor de Terrassa y Xarau de Cerdanyola del Vallès» (incluso Helena Solà, la representante de ERC en Cerdanyola, escribió en su Twitter que «no entendía la votación de su partido» [2]). Esquerra, uno de los partidos que más batalló la pasada legislatura contra el cierre de colegios, justificó su voto, muy al estilo convergente, por el aumento del gasto que supone la construcción de nuevos edificios. ¿Cómo si no se pueden hacer las cosas? Pues con barracones, a eso parecen abocarnos. Como en gloriosos tiempos pasados y con el voto y apoyo (con mala conciencia) de Esquerra.

Y, además, con recochineo por si faltara algún ingrediente. ERC y CiU (¡cuya dirección política y de negocios debe estar partiéndose de risa viendo el comportamiento de estos jóvenes «republicanos» heterodoxos!) presentaron un documento de tres folios elaborado por un «grupo de trabajo de la función pública constituido en virtud del Acuerdo por la transición nacional y para garantizar la estabilidad parlamentaria». ¡Toma el frasco don Paco! Se afirma en el acuerdo que no se eliminará la mal denominada «paga doble» a quienes cobren menos del 1,5 veces el salario mínimo (los trabajadores que ganen menos de 13.551 euros anuales). Pero resulta, observan oportunamente Roger y Blanchar, «que si se miran las tablas salariales de funcionarios e interinos, no hay nadie que cobre menos que esa cantidad, ni siquiera los subalternos». Los salarios menores son de 13.752 o 13.836 euros. Por lo demás, el pacto en cuestión, dentro del acuerdo por la transición nacional, «no hace ninguna referencia al recorte de jornada y sueldo de un 15% impuesto a 6.700 interinos» en la anterior legislatura. Ni una coma. ¿Para qué si lo que importa es la «transición nacional»?

Los sindicatos han hablado de «fraude social» tras las votaciones y acuerdos de ERC. No exageran. ¿Se decía algo de estos recortes-hachazos, de estos apoyos políticos, de estas ayudas ultraconservadoras, de estas manipulaciones, en el programa con el que se presentó a las últimas elecciones el partido que dice ser republicano de izquierdas e independentista? ¡Si Lluís Companys levantara la cabeza volvería a su tumba indignado!

¿Qué país pretenden construir? ¿Alguien puede confiar en el ejercicio del «dret a decidir» conducido por fuerzas con este currículo?

 

PS: Hay algo más. La consellera Rigau descarta construir nuevas escuelas en los próximos diez años. ¡Diez, como han leído! ¿Cómo se revolverá el estudiado y confirmado aumento de alumnos? Apretando, juntando y construyendo módulos. Como en los viejos tiempos también. Eso sí, SUNION y los jesuitas de Caspe, dos de las escuelas privadas concertadas de élite, no pasarán estrecheces ni habitarán en proximidades modulares. Las familias de estos centros tienen un alma muy pero que muy delicada y sus hijos son más exquisitos. Así lo expresó en su idea en el anterior conseller de Educación, con Ernest Maragall, líder, así se autodefine, de la «nova Ezquerra catalana». ¡Para morirse de risa… y de indigestión!

 

Notas:

[1] http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/03/14/catalunya/1363256759_156946.html

[2] Ivanna Vallespín, «Rigau descarta construir nuevas escuelas en los próximos diez años». El País, 15 de marzo de 2013, p. 4 (edición Cataluña).

 

 

 

Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; director Jordi Mir Garcia)