La Plataforma M-30 No + Coches ha realizado una protesta a las puertas del recinto donde se celebra el «1º Encuentro sobre Energía, Municipios y Cambio Climático» para denunciar la hipocresía del alcalde Ruiz-Gallardón, que aplica políticas reales que favorecen el uso masivo del coche y el aumento de emisiones de gases de efecto invernadero […]
La Plataforma M-30 No + Coches ha realizado una protesta a las puertas del recinto donde se celebra el «1º Encuentro sobre Energía, Municipios y Cambio Climático» para denunciar la hipocresía del alcalde Ruiz-Gallardón, que aplica políticas reales que favorecen el uso masivo del coche y el aumento de emisiones de gases de efecto invernadero mientras trata de pintar de verde una realidad muy oscura con campañas de imagen y autobombo que pagamos todos los ciudadanos.
Tal y como viene denunciando la Plataforma M-30 No + Coches, a la que pertenece Ecologistas en Acción, la ampliación de la M-30 supondrá un aumento del tráfico en esta autovía cercano a los 200.000 automóviles diarios, lo que significa que se arrojarán a la atmósfera 263.000 toneladas más de CO2, un 7% más que las actuales, que ya son desmesuradas.
Pero Gallardón, como le es propio, no parece estar dispuesto a que la realidad le estropee un buen titular. En una nueva vuelta de tuerca en su política de imagen y autobombo, ahora se presenta como anfitrión de Al Gore, intentando aparecer como un paladín de la sostenibilidad y un incansable luchador contra el cambio climático. En efecto, la tala de más de 40.000 árboles, la devastación de decenas de parques y jardines, la conversión del río Manzanares en un vertedero y el hecho de haber logrado que Madrid supere habitualmente, mes tras mes, la tasa máxima de contaminación atmosférica por causa de las obras, con miles de personas afectadas, no representa mal currículo.
Con su habitual cinismo, Ruiz-Gallardón afirma que la ampliación de la M-30 mejorará la fluidez del tráfico y disminuirá la contaminación, para lo que se saca de la manga un misterioso «Estudio de Tráfico» que, como tanta otra información que se le ha requerido, no ha estado nunca disponible para su consulta pública.
Sí sabemos, no obstante, que ese estudio se basa en un supuesto falaz, como es el de que, tras la ampliación, la circulación de la M-30 mantendrá la misma tasa anual de incremento que antes: un 2%.
¿Quién se lo cree? La experiencia demuestra que las cosas no funcionan así: cuando en 1996 se inauguró la M-40, se aseguró que habrían de pasar más de 10 años para que se saturara, pero en pocos meses se convirtió en una de las vías más congestionadas de España, generando enormes problemas de contaminación, de despilfarro energético y de tiempo. No es extraño: es sabido que cada ampliación de viario tiene un importantísimo efecto llamada e induce una gran cantidad de tráfico que en muy poco tiempo acaba saturando la vía y empeorando los problemas que se pretendían solventar.
La ampliación indiscriminada de infraestructuras genera más tráfico y no anula los puntos críticos sino que los traslada -con congestión incrementada- de unos lugares a otros. Por lo tanto, la peor forma posible de luchar contra el cambio climático es acometiendo la ampliación de la M-30, algo que se puede equiparar a apagar un fuego con gasolina.
La Plataforma M-30 No + Coches hubiera deseado explicar a Al Gore de qué manera su anfitrión viene vulnerando todas las normativas ambientales con esta obra, tal y como han determinado tanto el Parlamento como la Comisión Europea. Pero la participación en el «1º encuentro sobre Energía, Municipios y Calentamiento Global» ha estado vetada a las ONG críticas (curiosamente, no ha habido plazas disponibles) mientras que, previo pago de 470 euros, las empresas tenían toda la libertad para participar.
Resulta irónico que Al Gore, que ha criticado las actuaciones de la Administración Bush y de algunas petroleras (en España deberíamos hablar de constructoras) que pretenden «pagar para confundir» («se paga dinero para que los científicos escépticos confundan a la opinión pública», dice), pueda ser utilizado en provecho propio por un Gallardón que utiliza las mismas técnicas que Bush: pagar estudios interesados que confunden a los ciudadanos y les ocultan las consecuencias de sus faraónicas e insostenibles obras.