Bogotá, durante esta semana, es la sede del Encuentro Internacional de Forestería Urbana organizado por la FAO, que reúne a expertos internacionales con el objetivo de construir alianzas que permitan apoyar el fortalecimiento de capacidades en países en desarrollo y en países en transición para optimizar el papel de bosques y árboles para ciudades saludables.
Las ciudades en el mundo enfrentan diversos problemas que van desde los conflictos sociales y la pobreza, hasta la degradación del suelo, la contaminación del aire y de los recursos hídricos, debido a la constante expansión urbana que causa una alteración permanente de los ciclos naturales en los ecosistemas y en consecuencia, una disminución de la biodiversidad. Todos estos factores potencian la inestabilidad ambiental, incidiendo negativamente en el bienestar de los ciudadanos en países en desarrollo o en vías de desarrollo.
Es importante reconocer que muchas de las ciudades modernas son el resultado del crecimiento espontáneo y desmedido a lo largo de siglos. Cuando se fundaron y a lo largo de un cierto tiempo, éstas han sido equilibradas y sostenibles. Pero en la medida que el crecimiento ha continuado sin control, han dejado de ser adecuadas y manejables. Un ámbito preocupante de este fenómeno ha sido el abastecimiento de agua. Las ciudades siempre se erigieron a la vera de los ríos para poder disponer del líquido vital para sus habitantes. Pero si éstos se incrementan de manera exagerada, es muy probable que la fuente de agua original resulte insuficiente para abastecer de agua a todos sus habitantes y las autoridades se enfrentarán a la necesidad de ubicar otras fuentes alternativas más lejanas y de costoso acceso.
Cuando una ciudad crece sin ninguna planificación y de forma indiscriminada, es frecuente observar la invasión de cerros y áreas forestales, que en muchos casos no cuentan con suelos aptos para la construcción de viviendas. Se causan así daños irreparables al medio ambiente y se pone en riesgo a las familias que luego habitan los lugares allí construidos. Estos impactos, además, se extienden hacia zonas amortiguadoras de lo urbano, las áreas periurbanas y rurales. Sin embargo, dichos efectos negativos parecen, en su mayoría, invisibles para muchos planificadores del desarrollo urbanístico.
Este fenómeno, muy frecuente en los países en desarrollo, es agravado por la gran cantidad de personas que a diario se ven obligadas a trasladarse a las ciudades, desplazadas por la carencia de servicios públicos elementales, el hambre y la violencia. Cada día son más las extensiones de tierra aledaña a las ciudades que son deforestadas e invadidas, provocando erosión en los suelos y deslizamientos de tierra inesperados y masivos que provocan lamentables desastres. La inseguridad en la tenencia de la tierra, la pobreza y la falta de interés y compromiso de las instituciones, impiden en ocasiones, conservar y restaurar los sistemas arbóreos de una manera armoniosa y con una perspectiva de largo plazo.
En ciudades que han sufrido migraciones explosivas, donde en muy pocos años las poblaciones se han multiplicado varias veces (Lima, por ejemplo, capital del Perú, multiplicó su población 7 veces en apenas 50 años), no tienen la posibilidad de brindar los servicios fundamentales a los nuevos vecinos -agua, desagües, electricidad, gas, recolección de residuos- y éstos deben pagar costos altísimos para abastecerse de los mismos. Así por ejemplo, para cocinar -actividad que debe realizarse a diario- requieren de gas o leña, pues el costo de la electricidad siempre es prohibitivo para las poblaciones más pobres. Si el gas resulta muy caro, buscarán proveerse de leña de su entorno, incrementando severamente los daños ambientales por la destrucción de los bosques periurbanos.
En contraste con esta situación se destacan los permanentes esfuerzos que hoy en día hacen los Gobiernos de algunas ciudades del mundo que apuestan al desafío de darle a los árboles y a los bosques un lugar prioritario en el desarrollo urbano. Los espacios verdes sirven para la recreación, embellecen la ciudad y mejoran la calidad del aire que respiran sus habitantes. Ciudades ubicadas en ambientes áridos suelen sufrir varias tormentas de polvo a lo largo del año y requieren de la protección de barreras rompevientos tanto en lo interno como en su perímetro para evitar graves daños a la salud de sus habitantes por el polvo en suspensión provocado por dichas tormentas.
Los árboles, además, ahorran la energía necesaria para la refrigeración y la calefacción porque reducen las temperaturas extremas y protegen a las ciudades de los fuertes vientos. Contribuyen también a la disminución de la erosión del suelo, el mejoramiento en la calidad del agua, el incremento del hábitat y la fauna silvestre y amortigua los ruidos. Por el contrario, la reducción de árboles en las ciudades y sus zonas circundantes, puede conducir a pérdidas de infraestructuras y de vidas humanas como consecuencia de deslaves y avalanchas.
Es por esto que la FAO promueve la optimización del uso de los árboles y de los bosques, en pro de ciudades y sus entornos verdes y saludables, diseñadas y administradas en armonía con su identidad socioeconómica particular, su paisaje y su contexto ecosistémico. En Colombia, por ejemplo, colaboramos con Gobiernos Municipales en el manejo adecuado de las cuencas hidrográficas que surten a sus respectivos acueductos.
El arreglo planificado y ordenado de especies arbóreas maderables, no maderables, frutales, arbustos y espacios verdes dentro del contexto urbano y periurbano, se debe prever, incorporando en el ejercicio tanto parámetros biofísicos, ecológicos, como indicadores sociales. También se deben explorar los posibles beneficios en la provisión de productos forestales para generar empleo en las comunidades y para abaratar el costo de la energía en los segmentos más pobres.
Las ciudades verdes y saludables deben comenzar a dejar de ser una utopía de los ciudadanos de los países en vías de desarrollo para pasar a ser una prioridad en los planes de desarrollo y ordenamiento de las grandes urbes.
Luis Manuel Castello, Representante FAO en Colombia