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Las crisis son también oportunidades (I)

Fuentes: SEMlac

Enfocada en combatir la desigualdad, la pobreza y la injusticia en varios países, la confederación de organizaciones Oxfam Internacional se declara y define feminista.

Así lo reafirma a SEMlac su representante en Cuba, Elena Gentili, para quien está claro que no puede haber justicia social, climática ni económica si no hay justicia de género. «Únicamente a partir de garantizar los derechos de las mujeres, es posible trabajar en esos objetivos de forma consciente», precisa.

Cuando se acerca el momento en que Oxfam finalice su programa en Cuba, en este mes de marzo, y tras una presencia de 27 años en la nación caribeña, Gentili reconoce que esa permanencia no es posible simplificarla en apoyos a diversos proyectos, pues se trata realmente de haber acompañado las transformaciones del país.

Justo cuando Oxfam decide cerrar su programa en la isla, contaba con el portafolio más amplio de los últimos 15 años en la nación caribeña, con alrededor de 50 copartes en una cantidad similar de municipios y una intensa historia de colaboración.

¿Hacia dónde ha dirigido Oxfam sus proyectos en Cuba durante 27 años?

Oxfam llegó a Cuba en plena crisis económica, política y social, a la que se le llamó «periodo especial en tiempos de paz».

Luego de empezar en los noventa con iniciativas de agroecología y de seguridad alimentaria, de conjunto con la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), y acciones en La Habana junto al Centro Memorial Martin Luther King y otras copartes históricas, Oxfam se fue enfocando en la ayuda humanitaria, la gestión para reducir riesgos de desastres, la cooperación Sur-Sur para visibilizar las articulaciones con organizaciones y redes de mujeres y feministas que hemos colocado en el centro, así como la coordinación de actores a diferentes niveles.

En un contexto regional, hemos apoyado intercambios de experiencias, proyectos e iniciativas multipaíses, así como la participación de representantes de organizaciones socias cubanas en redes internacionales, sobre todo en Centroamérica y la zona del Caribe. Hemos contribuido a fomentar espacios de diálogo; a crear redes a nivel nacional, pero también regional o continental.

A partir de los años 2000, se incorpora a la agenda justicia de género y derechos humanos, cambio climático y desarrollo local agrícola, con enfoque de reconversión productiva.

En lugar de trabajar independientemente desastres, cambio climático, seguridad alimentaria, derecho de las mujeres, a partir de 2017, de conjunto con copartes y aliadas estratégicas, comienza un único programa bajo el concepto integrador de desarrollo resiliente, con énfasis en la influencia, una apuesta central por los derechos de las mujeres y la justicia de género, la intercooperación, la transformación agroecológica y gobernanza local, la soberanía alimentaria y la gestión inclusiva de riesgos de desastres. El programa se enfoca en contribuir al cambio de imaginarios, políticas, prácticas y actitudes; a que cubanas y cubanos sean menos vulnerables a los desastres y a los efectos del cambio climático. Ha sido un proceso de construcción con organizaciones e instituciones nacionales, acompañado de la posibilidad de monitorear y sacar aprendizajes de una manera más participativa.

Desde el valor feminista y de justicia de género, igualmente se elaboró y fortaleció como eje de trabajo el liderazgo transformador de las mujeres, con una apuesta por el desarrollo de localidades seguras y equitativas, con mujeres empoderadas y con mayor liderazgo, también en iniciativas económicas.

De la producción agrícola y la seguridad alimentaria se transitó a un concepto superior de soberanía alimentaria, que implica igualmente una visión feminista, pues soberanía también significa justicia social en toda la cadena de producción, transformación y consumo de productos alimentarios, lo que se integra perfectamente en la concepción de resiliencia hacia donde quería y quiere ir el programa. Aquí se inserta el acompañamiento al Movimiento Agroecológico de Campesino a Campesino (MACaC), liderado por la ANAP. La agricultura ha sido el sector con el cual comenzó el trabajo de la organización en la isla y ha estado en el centro de su quehacer siempre. Esta presencia florece en las diferentes regiones del país, porque ahora mismo el mapa de presencia está bastante diseminado desde occidente hasta el centro y el oriente.

Igualmente, Oxfam ha tenido que ver con la respuesta a desastres, huracanes, el tornado de La Habana en 2019 y, hoy día, la pandemia, por la necesidad de responder a las emergencias de forma muy inmediata, priorizando el apoyo a comunidades y personas más expuestas a vulnerabilidades –entre ellas las mujeres–, con enfoque de resiliencia y sostenibilidad, Asimismo, contribuye a la resiliencia de las comunidades con igualdad de género, para que estén mejor preparadas ante la posible llegada de huracanes y los efectos del cambio climático, que sean capaces de recuperarse con mayor rapidez y responder en caso de que la contingencia desborde la capacidad de los actores locales.

Además de ser una organización internacional de desarrollo, que trabaja para poner fin a las injusticias generadas por la pobreza, inspirada en los derechos, comprometida con la lucha contra la desigualdad y promotora de la justicia de género; Oxfam no se limita en su trabajo humanitario en Cuba al momento de necesidad, emergencia o desastre, sino que va a la construcción colectiva de respuestas resilientes con la comunidad, actores sociales y autoridades locales. Como valor añadido, promovemos el monitoreo y evaluación mediante la participación colectiva e inclusiva, el diseño e implementación de sistemas participativos de seguimiento, evaluación, aprendizajes, rendición de cuenta social y la formación de Brigadas Comunitarias de Monitoreo y Aprendizaje, integradas en su mayoría por mujeres.

¿Qué ha representado promover el liderazgo transformador de las mujeres en materia de oportunidades para las cubanas?

Partimos de la voluntad y carácter feminista de Oxfam como un valor fundamental que debe implementarse en acciones concretas. Es parte del ADN de la organización.

Pese a una política y un sistema mucho más justos socialmente respecto a otros contextos donde Oxfam trabaja -y lo hace en 67 países-, Cuba a la vez tiene situaciones de vulnerabilidad y desigualdades. Mientras los derechos formales de las mujeres están en su mayoría reconocidos, se mantiene una cultura muy patriarcal y machista.

Una organización como Oxfam –humanitaria, de desarrollo, a favor del cambio y un futuro libre de injusticias; que apuesta por una sociedad más justa, inclusiva, sostenible y resiliente– no puede trabajar en el sector de la agricultura y no darse cuenta, por ejemplo, de que todavía existen relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres en los procesos y espacios de toma de decisión de las cooperativas y su funcionamiento.

Tampoco podemos dar respuesta a desastres y huracanes sin considerar que, al final, las más expuestas en situaciones de emergencia son las mujeres, las niñas y las personas mayores. Las desigualdades existentes y potenciales nos llevan a abordar el desarrollo resiliente con acentuado enfoque en justicia de género y derechos de las mujeres, también en Cuba.

Desde los años 2000 se ha venido trabajando la violencia contra las mujeres, tema que ha cobrado fuerza y ganado visibilidad con la Campaña Evoluciona (2018-2022) y la investigación de 2017 «Imaginarios juveniles sobre la violencia hacia las mujeres», realizada por el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), en alianza con el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), que aportó la línea base para la campaña nacional por la no violencia hacia las mujeres.

Le llamamos liderazgo transformador de las mujeres a la puesta en práctica de una visión de la justicia social por personas que se transforman a sí mismas, de manera individual y colectiva; que utilizan su poder, recursos y habilidades en estructuras y procesos inclusivos y no opresivos, en una dinámica diferente de poder que apuesta por la equidad y propicia que los procesos de empoderamiento de las mujeres sean sostenibles.

Para poder sistematizar y visibilizar los aportes de ellas en todos los sectores, Oxfam ha acompañado a varias organizaciones copartes desde la investigación social, el empoderamiento económico, la transversalización de género, el desarrollo de procesos comunicativos y campañas para transformar imaginarios sociales y promover sus liderazgos transformadores.

Una de las debilidades identificadas en el trabajo de promoción de los derechos de las mujeres es la falta de datos sistematizados de sus aportes en los diferentes sectores. Mediante la investigación social y campañas como la de Género y Medio Ambiente «Soy todas», desarrollada en el Proyecto de Sostenibilidad Alimentaria en los Municipios (PROSAM) –financiado por el Gobierno de Canadá y liderado por el Instituto de Suelos, con acompañamiento de CARE y Oxfam–, la idea ha sido precisamente visibilizar y sistematizar la contribución de las campesinas en el sistema de la agricultura. «Soy todas», lanzada hace exactamente un año, el 8 de marzo 2021, combina espacios virtuales y presenciales, visibiliza el rol protagónico de las mujeres a partir de sus aprendizajes técnicos y su empoderamiento personal, permite mostrar sus prácticas en la gestión de los sistemas agrícolas, así como el apoyo de técnicas y directivas en el desarrollo de otras mujeres que se inician como productoras.

Promovemos la socialización de información sobre derechos y autonomía económica de las mujeres, facilitando acceso a empleo y recursos, apoyando la creación y mejora de condiciones de trabajo, el incremento de ingresos y el fortalecimiento de capacidades para la producción y comercialización de alimentos en espacios rurales.

Las propias mujeres pueden no estar conscientes de sus aportes o no les dan el valor que realmente tienen, aunque son muy concretos. Es un tema de reconocimiento, autoestima y empoderamiento que les permite, por un lado, promover oportunidades económicas y de transformación social participativa de sus entornos; pero, sobre todo, personal, individual, para entrar en un diálogo constructivo con los diversos actores, sus familias y comunidades y promover el bienestar colectivo, reduciendo también el riesgo de que se produzcan situaciones de violencia.

Si no tenemos conciencia del poder real que tenemos como mujeres, es aún más difícil romper las dinámicas que no nos permiten disfrutar y aprovechar de nuestras potencialidades, porque quedan invisibles también a nuestros ojos, tal vez demasiados sobrecargados de deberes y labores para poder hacerlo.

Cuando la cotidianidad es trabajar la tierra, sacar cuentas, buscar comida y cuidar el hogar, a las personas mayores, niños y niñas, no es tan sencillo visivilizarse y reconocerse como agente de cambio.

Por ello el rol de la comunicación y visibilización de testimonios de mujeres líderes y la construcción de agendas locales con liderazgo de mujeres son claves para posicionar sus derechos y sensibilizar sobre los condicionamientos sociales de la vulnerabilidad.

Hablamos de proyectos que ayudan de facto a mujeres y comunidades a fortalecer dinámicas de justicia social y de género, más orientadas a deconstruir la cultura patriarcal de la sociedad.

Con la pandemia, ¿hacia qué temas y espacios han enfocado su trabajo?

En análisis de conjunto con copartes y donantes, pudimos reajustar las iniciativas del programa en función de la covid-19.

Por una parte, hemos apoyado la respuesta a la enfermedad con equipamientos de protección y reactivos para los laboratorios de la Defensa Civil, el diagnóstico de la enfermedad y la protección del personal de salud.

A la par, contribuimos a garantizar la salvaguarda de las comunidades más vulnerables, la producción local de alimentos, el sistema de cadenas a ese nivel con liderazgo de las mujeres y una participación aún más enfocada en las que mantienen los patios familiares y están en situaciones de mayor vulnerabilidad en áreas urbanas y rurales, fortaleciendo además los sistemas de cuidado.

Estos casi dos años han sido atípicos por el impacto de la covid-19, que nos ha exigido reajustar planes, dialogar con donantes para rediseñar actividades, aprovechar mejor las nuevas tecnologías y reorientar esfuerzos para apoyar las prioridades de Cuba en la respuesta a la pandemia y conectar los planes de acción de los proyectos con la respuesta a los impactos de la covid-19, justamente para abordar las brechas de género que se reforzaron: el empoderamiento económico, social y político de las mujeres; la prevención de las violencias de género contra las mujeres y las niñas; la gestión inclusiva para la reducción de riesgos de desastres; la ruta de los cuidados y los fundamentalismos religiosos y su impacto transversal en los derechos de las mujeres.

Otra apuesta ha estado dirigida hacia una gestión local concertada y con mayor equidad, para la salvaguarda de las comunidades y personas más expuestas a vulnerabilidades. La producción local de alimentos, con bases agroecológicas y potenciando iniciativas colectivas de mujeres productoras, se ha colocado con centralidad en el plan de respuesta de la organización a la covid, en coordinación con nuestras copartes y autoridades locales.

También la socialización de experiencias como el movimiento campesino a campesino, iniciativa que ha sido clave en América Latina y en África, como ejemplo de construcción de resiliencia y lucha contra la pobreza.
Las condiciones de aislamiento incrementan las posibilidades de violencia.

De un lado, hemos trabajado en identificar y desmontar los imaginarios que sostienen a esas violencias, mediante la campaña Evoluciona en las redes, investigaciones, publicaciones e iniciativas de comunicación; al mismo tiempo, se ha facilitado información y equipos de protección a espacios de dos municipios de La Habana, de conjunto con la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), con una labor de sensibilización e incidencia sobre el tema de los cuidados, la protección de las personas cuidadoras, sus conocimientos y posibilidades de ejercer su trabajo para que sea reconocido también económicamente, pues el que dedican las mujeres al cuidado se calcula en alrededor de 25 horas semanales, es muy poco reconocido y remunerado.

Entre 2019 y 2021 se ha impulsado la apertura de una agenda de cuidados, en diálogo con iniciativas regionales y el grupo de derechos de las mujeres de Oxfam en Latinoamérica. Cuatro estudios incluidos en el volumen Los cuidados en la ruta hacia la equidad en Cuba (2021) se adelantaron a la crisis de cuidados acrecentada por la pandemia en el país.

El abordaje de los cuidados, como una de las estrategias de enfrentamiento a la covid-19, incluye un componente de gestión de riesgos vinculado al trabajo de personas cuidadoras y de organizaciones locales de mujeres en los servicios de apoyo que brindan las Casas de Orientación de la Mujer y la Familia. Además, se proporcionaron medios de protección a personas cuidadoras, activistas y brigadistas de la FMC, así como formación e información para el manejo de riesgos asociados a la covid-19 desde un enfoque integral de los cuidados.

Ha sido una acción integradora de la respuesta humanitaria ante una situación de crisis, enfocada en las mujeres, su participación y en garantizar su presencia no como víctimas, sino como sujetas y actoras en las soluciones.

La articulación de diferentes actores como la FMC, el periodismo, el activismo, las instituciones locales, cooperativas agropecuarias y de diversos sectores, para la concertación colectiva, puede garantizar que se concrete esa articulación en el día a día.

Con el propósito de fortalecer la autonomía económica de las mujeres y la prevención y atención de las violencias machistas en contexto de covid-19, apoyamos con medios de protección, equipamientos, insumos y formación para la reactivación económica de dos cooperativas habaneras lideradas por mujeres. También a especialistas de los servicios de atención a mujeres en situación de violencia, para reforzar su labor de prevención y atención directa a las víctimas de violencias basadas en género.

Igualmente para contribuir a la prevención de la covid-19, en los municipios de Matanzas, Cárdenas, Santiago de Cuba y Baracoa se apoyó con medios de protección y equipamiento a los laboratorios del Estado Mayor de la Defensa Civil y centros sanitarios en su labor de detección y tratamiento de la enfermedad, además de facilitarles medios de protección, kits de higiene y formación en los enfoques de inclusión y género a organizaciones locales y medios de comunicación, para su trabajo de sensibilización y protección de comunidades y personas vulnerables. Otras acciones de sensibilización se dirigieron a organizaciones locales y comunidades, mediante la campaña «PONTE ALERTA ante COVID», para la prevención y protección de riesgos asociados a la pandemia.

En estos años de pandemia, Oxfam también apoyó una investigación que alerta sobre los retrocesos en materia social y el conservadurismo que representan los fundamentalismos religiosos, cuyas expresiones en Cuba pueden poner en peligro los avances alcanzados, por ejemplo, en justicia de género y de cara a la ampliación de los derechos en el proceso de actualización del Código de las Familias y otras leyes.

Las situaciones de crisis son también oportunidades, abren la posibilidad de cambiar, diversificar y actualizar discursos, conceptos, hacia un cambio cultural y de imaginarios que deriva luego en acciones como leyes, planes estratégicos y herramientas, sin las cuales las mujeres continúan viviendo en condiciones desiguales.