El nuevo libro de Gopegui transita entre el thriller informático y el retrato realista de la socialdemocracia actual
En una reciente entrevista realizada a Belén Gopegui se le preguntaba por el posible peligro de descuidar el carácter puramente literario de una obra al convertir en primordial intentar transmitir una mirada ideológica, a lo que la escritora respondía que ese «handicap» no se le aplicaba nunca al que escribe desde un punto de vista reflexivo, sentimental o de cualquier otra índole.
Precisamente «Acceso no autorizado» hace trizas esa teoría que preconiza el peligro del resultado final de una novela por centrarse demasiado en el mensaje político. De hecho la nueva novela de la autora madrileña puede ser leída, y disfrutada, desde diferentes planos, en los que evidentemente hay una clara visión política pero que consigue un resultado global perfecto.
Estamos ante un libro con aspecto de thriller informático pero que en su interior se encuentra una reflexión sobre la forma de abordar la vida, la deriva de la política, en este caso la degradación de la socialdemocracia y de todo el sistema capitalista, y donde los nuevos medios tecnológicos alcanzan un papel importante y que pese a lo novedoso y a lo reciente de su implantación no dejan de ser un elemento más de interacción social, y por lo tanto, como ha sucedido a lo largo de la historia, pueden ser utilizados de formas muy diversas.
Son varias historias (que acabarán por cruzarse) las que forman «Acceso no autorizado». Tiene su punto de curiosidad la forma en que se encontrarán a ojos del lector ya que las dos líneas argumentales centrales empiezan a ser contadas en momentos temporales diferentes. Con el transcurrir de las páginas acabarán por unirse y así descubrir el nexo que tienen en común.
El eje de la narración lo cumple el personaje de una vicepresidenta que se encuentra una noche por sorpresa con un «invitado» en su ordenador personal. El miedo inicial al desconocer cuáles son sus intenciones y quién se puede esconder tras él, irá mutando con el paso del tiempo hasta convertirse en confesor y «compinche». Junto a ella está la problemática de un joven hacker, obligado a hacer un trabajo de espionaje, y su amigo abogado que le echa una mano tras estar alejado muchos años del mundo de la informática. Pronto estas dos historias, y sus ramificaciones, acabarán por ser una sola.
Todo ello está escrito con una narración fluida y sobria pero adornada en muchos momentos con elementos más líricos y/o reflexivos que en la mayoría de las ocasiones vienen motivados por los pensamientos de los personajes que suelen estar relacionados con la sensación de que sus vidas han dado un paso atrás, o mejor dicho nunca se han decidido a darlo hacia delante, ya sea en los aspectos personales/sentimentales o políticos.
El libro «juega» a moverse en diferentes estilos y es una característica que acaba por convertirse en toda una cualidad. El ambiente de intriga, tanto en lo concerniente a los temas informáticos como a los políticos, se entrelaza con lo que básicamente es un análisis del desmoronamiento ideológico del PSOE. Para ello utiliza nombres y acontecimientos reales (Felipe González, caso GAL, congreso en el que el partido se separa del marxismo..) junto con tramas y personajes ficticios que por otro lado no es complicado encontrar su espejo en la realidad.
El semblante de todos los personajes, incluidos los secundarios que tienen un peso importante en la narración y será otro logro del libro, se estructura en un proceso que ha derivado desde el compromiso, cada uno en su espectro vital, hasta el actual acomodamiento, que debido a las tramas en las que se ven inmersos les empuja a salir de ese estado y arriesgar. Hecho visible sobre todo en el personaje de la vicepresidenta, que precisamente prepara un plan pasa salir de esa «realpolitik» en la que está sumergida ella y su partido y que despertará el verdadero rostro de los poderes fácticos y hasta donde pueden llegar para imponer su criterio.
Belén Gopegui vuelve a interaccionar lo individual y lo colectivo formando un «todo» en el que por medio del thriller de ficción y grandes dosis de realidad, muestra al sistema político actual como una fortaleza inexpugnable, metáfora utilizada también por Ismail Kadaré en «El palacio de los sueños», que a pesar de eso tiene sus grietas, al igual que le sucede a las vidas de todos los personajes, y que sólo a base de intentar derribarla se demostrará su verdadera imbatibilidad.
Fuente: http://www.tercerainformacion.