Fue durante el debate de los presupuestos generales del estado, el 20 o 21 de julio de 2012. No puedo precisarlo. Hablo de la intervención del representante de Amaiur, el diputado Sabino Cuadra [1]. Hace tiempo, mucho tiempo, que no escuchaba algo así: desde el fondo del alma, desde el sentimiento de justicia más razonable […]
Fue durante el debate de los presupuestos generales del estado, el 20 o 21 de julio de 2012. No puedo precisarlo.
Hablo de la intervención del representante de Amaiur, el diputado Sabino Cuadra [1]. Hace tiempo, mucho tiempo, que no escuchaba algo así: desde el fondo del alma, desde el sentimiento de justicia más razonable que pueda concebirse, desde la rebeldía revolucionaria más sólida, desde la racionalidad más noble y enrojecida.
Tan imprescindible como todo lo esencial. Ni más ni menos y tanto como Marx o Guevara.
Sabino Cuadra, el compañero Sabino Cuadra, tiene además la gentileza, el coraje cívico, el valor político que hay que tener, el cultivo de una tradición que no debe ni puede arrojarse al archivo de los trastos inútiles, de citar a la camarada Dolores Ibárruri, sobre la que -desgraciadamente- empiezan a habitar algunas sombras de olvido.
No en el caso del diputado de Amaiur. Lo expresa con la claridad necesaria: «No pasarán». Ni aquellos que pasaron arrasando, torturando, fusilando, asesinando y arrojando a caminos y cunetas a miles de luchadoras y luchadores republicanos, ni estos -conversos o descendientes de aquellos por línea paterna y/o materna, o afín- que están queriendo hacer de Sefarad, como S. Cuadra apunta con razón y razones, un simple y servil protectorado germano dirigido parcialmente por las doscientas o trescientas familias de siempre y sus fieles represetantes.
Mientras tanto, eso sí, sus Señorías -¿pero de qué Señorías hablan cuando hablan de Señorías?-, especialmente el ministro Montoro, sonríen con la risa y prepotencia del chulo de las élites horteras de playa y yate. ¡Y ése qué dice! ¡Qué sabrá él de nuestros negocios y finalidades! ¡Que le den una buena hostia y que se calle! ¡Que se joda gritarán por dentro al unísono!
Sabino señala en un momento de su intervención que él no es español. Es también mi caso: ni español ni tampoco catalán. «Rojo internacionalista», ubicado en la ciudad de Durruti y Manuel Sacristán, esa es mi identidad, nieto además de un fusilado, de un delincuente, de un inmolado por «Catalunya».
No oculto que si pudiera votar en un referéndum sobre el derecho de autodeterminación de Euskadi -o Catalunya- mi voto probablemente no coincidiría con el del diputado de Amaiur. Sigo pensando y deseando una España federal, republicana, socialista, hermana de todos los pueblos del mundo, que respete y fomente pueblos y culturas. Sin exclusiones.
Pero es igual, pelillos a la mar, no es esencial. Con camaradas como Sabino Cuadra me tomo un café y un agua en señal de amistad y admiración; me manifiesto por las calles de Donostia, Barcelona y Madrid, tres grandes ciudades resistentes donde las haya; me uno en un gran foro cívico antineoliberal de todos -¡todos!- los pueblos de Sefarad y me voy si hace falta al fin del mundo. Donde sea, acompañado de la fuerza, veracidad, racionalidad y honestidad de sus palabras, de sus imprescindibles palabras.
No se las pierdan. Dignifican la política y hacen que la veracidad general del lema del 15M «todos los políticos son unos chorizos» deba ser matizada con urgencia y justicia.
Gracias compañero, gracias. Luis Cernuda hubiera escrito un poema en tu honor después de oírte. Su título más probable: «1936-2012».
Nota:
[1] http://www.nodo50.org/tortuga/Sabino-Cuadra-diputado-de-Amaiur
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