«Hacienda somos todos». ¡Menudo chiste! Analicemos los alrededores de la primera autoridad del Estado, la primera de este régimen en descomposición acelerada, en un nudo esencial -relación padre-hijo- de cuya ejemplaridad social es difícil, muy difícil disentir. El portavoz del sindicatos de Técnicos de Hacienda, José María Mollinedo [JMM], ha recordado recientemente que los datos […]
«Hacienda somos todos». ¡Menudo chiste! Analicemos los alrededores de la primera autoridad del Estado, la primera de este régimen en descomposición acelerada, en un nudo esencial -relación padre-hijo- de cuya ejemplaridad social es difícil, muy difícil disentir.
El portavoz del sindicatos de Técnicos de Hacienda, José María Mollinedo [JMM], ha recordado recientemente que los datos de las liquidaciones tributarias que tuvo que hacer Juan Carlos I «cuando recibió la herencia de su padre tienen que estar registradas en la notaría donde se realizó la escritura de aceptación de la heredad y en la comunidad autónoma donde se liquidó el impuesto. La herencia suiza del rey se gastó en deudas de los Condes de Barcelona» [1].
El portavoz hacendístico ha realizado estas afirmaciones después de conocer que la Casa Real -¡la Casa Real y sus 40… asesores!- dice tener la convicción «de que el impuesto se liquidó pero que no lo puede acreditar con datos documentales de Hacienda.» ¡Qué cosas que pasan en nuestra casa Real, la real casa de doña Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad de Borbón y Grecia y del Duque palmesano! ¡No pueden acreditar los datos!
El responsable de los Técnicos de Hacienda explica, además, que la información, aunque sea de hace 20 años, «no se ha perdido», no se puede haber perdido. ¡Cómo se va a perder! Recuerda que en aquel momento «la información tributaria ya estaba informatizada». Admite que es posible que los papeles «que se entregaban en las oficinas tributarias de la Administración autonómica correspondiente hayan desaparecido». Insiste JMM en que quedaría registrada en el disco duro del sistema. Parece muy razonable su opinión.
Hay además otra fórmula para conocer la liquidación del impuesto de sucesiones: el registro que llevan los notarios. JMM explica -es decir, recuerda cosas tan elementales- que «en la última página de la escritura de aceptación de la herencia tiene que ir una estampilla con un sello en la que se hace figurar el importe que se ha pagado en Hacienda». Apostilló además: «Esto tampoco se pierde, porque el notario tiene obligación de guardarlo». ¡Obligación! ¡Y hablamos de notarios, de gentes del rigor y el compromiso cívico de don Mariano Rajoy! Y, por si faltara algo, esta liquidación «se lleva al Registro de la Propiedad y al banco para poder disponer de los inmuebles y los saldos que se han heredado».
¿Pérdidas pues? ¿Qué pérdidas?
La «explicación» de la Real Casa de que estos datos sólo se le pueden entregar a la persona interesada, que no se le entregan a terceras personas, es refutada por los técnicos de Hacienda: el Monarca puede autorizar a alguien de su confianza para que reclame esa información. Obviamente, «el Jefe del Estado no va a ir a la oficina administrativa [¿Por qué no?] para hacer la cola y pedir la información, pero para eso tiene a su servicio a toda la Casa Real para hacer ese trabajo». Parece obvio: acaso no a toda la Casa Real pero una parte de ella sin duda.
Los técnicos hacendísticos consideran que las explicaciones que se han dado desde Casa Real son «insuficientes, muy pobres y no están sólidamente fundamentadas». Añaden, por si fuera necesario, y en relación con la afirmación de que la herencia sirvió para pagar deudas y obligaciones del hijo del rey destronado por la Segunda República, que las deudas forman parte del monte hereditario, que se reparten entre todos los herederos, que no lo asume en exclusiva sólo uno de ellos (aunque se llame Juan Carlos) y que se descuenta por ser deuda del patrimonio neto. En síntesis: lo que cualquier persona puesta en el tema conoce a la perfección. Añadieron los técnicos de Hacienda un punto tan básico como el siguiente: «Es un supuesto casi de libro y es muy raro que todos los saldos de Suiza coincidan al céntimo con todas las deudas que tenía Don Juan». «Raro» es aquí una forma cortés de decir imposible (afirmación falsa por tanto).
Hay más cosas de la realeza, cambiemos un poco de tercio. Aparece en escena doña Cristina, la no imputada-que-debería-ser-imputada, la del exilio suizo.
Los técnicos de Hacienda, nuevamente en acción, consideran por otra parte que la explicación de la Zarzuela sobre los datos tributarios de la señora Infanta, «echan por tierra toda la explicación que ha dado el Ministerio sobre el error que cometió al adjudicarla 13 fincas que no eran suyas». ¿Por qué? Porque las fuentes de nuestra nunca suficientemente admirada, querida y reverenciada Casa Real han asegurado que en los datos que Hacienda facilitó a la Infanta para hacer sus declaraciones de 2005 y 2006 «no aparecían las fincas que se le han atribuido con posterioridad». JMM, que sabe del tema, que toca realidad con finura, asegura que si esos datos no aparecían es porque se incorporaron a posteriori. Insisto: ¡a posteriori! Ni más ni menos. Y ello, como se claro y acaso no distinto, se contradice con las explicaciones que dio Hacienda.
Nuestros «técnicos» hacendísticos, que cada día que pasa se están convirtiendo en todo un referente social (¿para cuándo el Príncipe de Asturias?), reclaman que el Ministerio de Hacienda dé una explicación contrastable de lo ocurrido. La que dio el secretario de Estado «no sirve». ¿Por qué? Porque este «servidor público» manifestó «que los datos tributarios de las 13 fincas estaban incorporados en 2005 y 2006 en la información tributaria» y no es el caso como se ha apuntado.
JMM da en la diana una vez más y de qué manera: «Si es como dice Casa Real, es urgente la explicación de Hacienda sobre qué autoridad incorporó los datos fiscales erróneos en la información de la Infanta Cristina y en qué momento, porque eso es fundamental». ¡Tan básico como esto! Así, pues, otro tema pendiente. Y van…
Este régimen político, en descomposición acelerada como resulta obvio para cualquier ciudadano que no quiera seguir siendo súbdito, ¿es realmente serio? ¿Vamos a permitir que nos sigan tomando el pelo de esta manera y a estas alturas de nuestras vidas… y de nuestra rabia e indignación acumuladas?
Nota:
Salvador López Arnal es miembro del Front Cívic Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra, director Jordi Mir Garcia)
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