Es la hora de los análisis y de las apuestas para intentar predecir las futuras alianzas en el Principat de Catalunya. Tras la noche electoral y las primeras declaraciones típicas, donde todos se muestran contentos de cara al exterior, los datos pueden comenzar a poner a cada uno en su sitio y abrirles también los […]
Es la hora de los análisis y de las apuestas para intentar predecir las futuras alianzas en el Principat de Catalunya. Tras la noche electoral y las primeras declaraciones típicas, donde todos se muestran contentos de cara al exterior, los datos pueden comenzar a poner a cada uno en su sitio y abrirles también los ojos para ver que esa alegría tiene cuando menos importantes claroscuros.
CiU no puede ocultar su temor a una posible reedición del tripartito que les volvería a situar fuera del Govern. Tras las primeras alegrías, y de puertas adentro, algunos miembros de la coalición han mostrado su enojo por el tono empleado en la campaña electoral, que podría haberles pasado factura y movilizado el voto de ERC. Además son conscientes de que no han logrado sus objetivos y que, en cualquier pacto que realicen, sus demandas no podrán obedecer a la política acostumbrada en tiempos del pujolismo. No obstante, de lograr la presidencia de la Generalitat, aprovechará su mandato para gestionar el Estatut y ésa podría ser además la justificación política si finalmente se decanta por el pacto con el PSOE.
El fracaso de Montilla
El PSC baja y la operación Montilla ha sido un fracaso. Los sectores más españolistas o se han quedado en casa o han votado a Ciutadans. Ha salido debilitado y de formarse nuevamente el tripartito es consciente que sus socios le exigirán más contraprestaciones. Las primeras declaraciones de su candidato, apostando por la reedición de la fórmula de Govern, se han enfriado tras la aparición de José Pepiño Blanco y ahora no está tan claro que «el PSC puede maniobrar libremente». Las decisiones son difíciles, si el PSC se planta ante los deseos de Madrid podría darse una ruptura con el PSOE, pero al mismo tiempo una «PSOEvergencia» (que no sociovergencia) supondría la muerte política del PSC.
Dentro del partido se puede prever tensión. El aparato controlado por Montilla recibirá críticas muy duras de los sectores maragallistas, más todavía a la vista de los buenos resultados obtenidos por los candidatos de este sector.
ERC ha logrado pasar con nota «el examen de resistencia» y cierra cualquier viso de «guerra civil interna». Probablemente su apuesta sea por el tripartito, consciente de que la debilidad del PSC le puede permitir mayores exigencias, y también porque las relaciones con CiU se han alejado más durante la campaña. Además, si percibe que desde Madrid se impulsa el pacto con los conservadores catalanes, la apuesta republicana por el tripartito puede subir enteros. Conscientes en esa foto que es el PSOE el que marca el territorio y obliga al PSC a no reeditar el pacto, quedará en evidencia que los socialistas catalanes no tiene margen de maniobra.
La abstención ha podido castigar más de lo que se dice a los republicanos, lo que puede tener su aspecto positivo, pues significa que ERC ha sido capaz de atraer más votos de los que oficialmente se le atribuyen, al tiempo que tiene cuatro años para recuperar los votos de los que se han quedado en casa. Además el acuerdo «PSOEvergente» les dejaría como el partido principal de la oposición.
ICV son los triunfadores de la noche electoral, pero puede darse la paradoja que con más escaños que hace tres años se quede sin gobierno, lo que supondría un serio revés para la formación de Joan Saura.
Por su parte, el PP se muestra contento por «mantener sus posiciones», a pesar de la bajada de votos y la pérdida de un escaño. Es decir, los populares se alegran de seguir sin pintar nada en el panorama político institucional del Principat.
Ciutadans promete circo
Se equivocan de plano quienes pretenden ver en este fenómeno de la candidatura Ciutadans una simple expresión de la extrema derecha. La ciudadanía del Principat concibe esa apuesta de manera más detallada, es la representación articulada de la política lerrouxista, de una acción ligada al espectáculo. Basada en la demagogia, promete «mucho circo» y abanderará en ese contexto una agresión lingüística y contra la simbología nacional catalana.
Sus votos provienen del sector más españolista del PSC. Montilla ha sido incapaz de atar al sector de su partido que debería haberle votado, y algunos vendrían del PP, que no dudó en radicalizar su discurso españolista (es sintomático que los tres escaños de Barcelona se correspondan con la pérdida de esos dos partidos), y se da la circunstancia que ha sido la alta abstención de la ciudadanía del país la que ha posibilitado su acceso al Parlament. Los tres escaños les permitirán durante los próximos años seguir articulando su mensaje españolista y mantener una cierta unidad interna (la presencia de diferentes estrellas mediáticas podía haber convertido la experiencia en «una jaula de grillos»). Si de cara a las próximas elecciones muestran estos resultados como su techo electoral difícilmente podrían repetir su presencia institucional.
El 1 de diciembre es la fecha límite para nombrar al candidato a president. Ayer fue día de ejecutivas, presididas todas ellas por «la prudencia», y a partir del lunes comenzarán las reuniones entre partidos de manera oficial, y así, en el plazo de unos quince días podemos tener sobre la mesa el pacto definitivo.
Si hace tres años sólo existía la llave de ERC y una sola puerta para abrir, en esta ocasión está la puerta trasera de las «PSOEvergencia». Si se materializa el pacto de la Moncloa entre Zapatero y Mas, el panorama político puede sufrir importantes transformaciones en los próximos años.
De momento se confirma la fotografía política e institucional del Principat, con una izquierda nacional articulada en torno a ERC, la derecha nacional y autonomista que representa CiU y un PSC que puede acabar fragmentado, con los votos más catalanistas decantándose hacia ERC (en comarcas sobre todo) y con el sector más españolista apostando por Ciutadans. Por su parte, la izquierda independentista y rupturista tiene un importante reto para articular y unificar su discurso en torno a un proyecto común que le permita superar los errores del pasado y asentar su presencia.
Abrazo al PNV
A la hora de definir finalmente una u otra opción, no conviene olvidar la importancia de la decisión final del PSOE en Madrid. Los dirigentes de ese partido pueden buscar una centralidad de su imagen a través de pactos con CiU y el PNV, lo que les facilitaría un posible triunfo en las próximas elecciones generales en el Estado español. Si se confirma la apuesta por devolver a CiU su apoyo en Madrid (los convergentes gobernarían en solitario con apoyo parlamentario del PSC y con Montilla camino tal vez hacia la presidencia del Senado español), el abrazo con el PNV sería el siguiente paso.
Es evidente que estas maniobras repercuten tanto sobre el modelo estatal como sobre el futuro del pueblo vasco o catalán. Las próximas citas electorales (municipales y generales en el Estado español) son otro factor que pesará en las decisiones socialistas, ya que cualquier acuerdo ahora puede verse seriamente alterado en función de los resultados de las diferentes fuerzas políticas en esas citas venideras. –
* Txente Rekondo: Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)