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Las mujeres, motores de las revueltas árabes

Fuentes: RTVE

Desde el inicio de las protestas, las mujeres han participado activamente. Una de las caras más visibles de la revolución yemení, premio Nobel de la Paz

El pasado 20 de diciembre miles de egipcias tomaron las calles de El Cairo. «La revolución que robaron los militares, las mujeres la recuperarán», corearon en repulsa a la violencia empleada por las fuerzas de seguridad contra los manifestantes de la plaza Tahrir.

La imagen de una chica golpeada en el suelo, a la que la policía militar arrancó algunas de sus prendas y dejó en ropa interior, atacó la dignidad de las mujeres y desencadenó, entre otros motivos, un grito unánime de protesta contra la Junta Militar, que dirige el país desde la caída de Mubarak.

La periodista Shahira Amin, quien renunció a su cargo como jefa adjunta de la televisión estatal Nille TV, estuvo allí. «Lo que quedó claro en esa marcha es que las mujeres queremos decidir nuestro destino«. Las egipcias alzaron la voz con lemas como «somos una línea roja» e incluso, fueron más allá y pidieron la dimisión del máximo responsable de la cúpula militar, el mariscal Tantawi.

Amin, célebre presentadora de noticias y ganadora del premio Julio Anguita Parrado (2012), decidió abandonar su cargo en un ejercicio de honestidad. «No podía cubrir las manifestaciones de forma imparcial -cuenta a RTVE.es- de esta manera, si continuaba con mi trabajo, sentía que traicionaba al movimiento popular y a sus demandas democráticas». Ahora trabaja como freelance y produce su propio programa semanal.

Las mujeres han tenido un papel muy relevante en los levantamientos populares de la llamada ‘Primavera Árabe’. En Egipto, las trabajadoras de la fábrica textil de la localidad de Mahalla (la más grande del país) convocaron una huelga al grito de «Aquí estamos las mujeres, ¿dónde están los hombres?»

La activista Asmaa Mahfuz también es un rostro visible de la revolución egipcia. Esta joven realizó una grabación en la que hacía un llamamiento a los ciudadanos a tomar las calles. El vídeo corrió como la pólvora por las redes sociales.

«Yo soy mujer, y voy a ir a la plaza Tahrir el 25 de enero. Si tú eres un hombre, ven conmigo. Si queremos vivir con dignidad tenemos que exigir nuestros derechos. Algunos dicen que las mujeres no deben protestar, que sepan que también tenemos honor», decía Mahfuz.

«La Primavera Árabe no hubiera podido desarrollarse sin las mujeres»

Las revueltas árabes han servido para desterrar prejuicios existentes en Occidente sobre estas sociedades a las que se consideraba condenadas al despotismo. Hemos visto cómo sus ciudadanos se manifestaban pacíficamente por empleos dignos, mayores libertades y el fin de autoritarismos de décadas.

Unas protestas en las que las mujeres han estado muy presentes. Madres con sus hijas, ancianas y jóvenes, de la ciudad y de campo, con y sin velo, se unieron en una misma lucha que, según la activista iraquí Bahira Abdulatif, «comparte las mismas reivindicaciones que los hombres, aunque ellas demandan, además, igualdad de oportunidades. La Primavera Árabe no hubiera podido desarrollarse sin la participación femenina«.

«Creo que es vergonzoso que, a estas alturas, los medios de comunicación occidentales sigan reiterando estos estereotipos nefastos de las mujeres árabes y musulmanas como personas sumisas, sin voz ni voto. Lo único que hacen es consagrar la ignorancia e incluso el miedo hacia el otro», comenta Bahira.

La investigadora y consultora internacional en género y desarrollo, Ewa Strzelecka, defiende que «desde el principio de las revueltas, han tomado el liderazgo y han participado activamente en todo el proceso de las movilizaciones». Este año, el premio Nobel de la Paz fue otorgado a tres mujeres, entre ellas la activista yemení Tawwakol Karman.

«Con este nombramiento se destacó no sólo a la primera mujer árabe y la única persona de nacionalidad yemení con un premio Nobel, sino que también se dio simbólicamente el reconocimiento internacional al liderazgo de las mujeres en la ‘Primavera Árabe», matiza Strzelecka.

Sin embargo, cientos de mujeres han sufrido (y siguen sufriendo) encarcelamientos, torturas y persecuciones, como señala Abdulatif: «La lista de mujeres asesinadas en estas revoluciones es larga. Personas como la egipcia Rania Fuad, que murió asfixiada por los gases lacrimógenos cuando trataba de curar a los heridos».

Sin justicia de género, un año después

A pesar de su destacada participación en las protestas, organismos internacionales concluyen que poco se ha avanzado en la conquista de sus derechos. En un reciente informe, Amnistía Internacional (AI) hace un recorrido por la situación de las mujeres, un año después del estallido de las revueltas.

Así, en Egipto, AI afirma que «siguen estando discriminadas, tanto en la ley como en la práctica, y nada se ha hecho para garantizar su participación equitativa en la toma de decisiones».

De hecho, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas descartó en julio la idea de poner en marcha un sistema de cuotas para las mujeres en la ley electoral y en su lugar estableció el requisito de que cada partido político tuviera al menos una mujer en su lista de candidatos, pero sin exigir que se las incluya en los primeros puestos. Tampoco ha aumentado la representación femenina en los sindicatos y otras organizaciones.

En Libia los datos tampoco invitan al optimismo, y es que el Consejo Nacional de Transición Libio (CNT), según datos de Amnistía Internacional, contaba con dos mujeres entre sus 61 miembros de designación pública, y de los 27 integrantes del nuevo gobierno sólo dos son mujeres. Además, el líder del CNT manifestó su apoyo a la poligamia.

En Bahréin «organizaron marchas sólo de mujeres y también se unieron a los hombres en otras protestas», pero la situación sigue igual; y en Siria «tuvieron un papel principal en los debates y el activismo, parte del cual quedó registrado en las redes sociales», destaca AI.

Aunque también se han registrado avances. Prueba de ello es Yemen, uno de los países más desiguales en términos de género: «Antes de la revolución era impensable ver a una mujer soltera y joven de ‘buena familia’ participando en alguna actividad compartida con los hombres. Más aún, era completamente inimaginable que las mujeres pudiesen acampar en las calles y las plazas públicas para manifestarse, y ahora son las verdaderas protagonistas», asegura la investigadora en el terreno Ewa Strzelecka.

También Túnez, donde una mujer, Maya Yibri, es la secretaria general del Partido Democrático Progresista, quinta fuerza política del país, y la representación femenina en la escena política es mayor que en el resto de la región. La bloguera tunecina Lina Ben asegura que «después de la revolución, están muy concienciadas en la defensa de sus libertades».

Ser mujer en Arabia Saudí

Sin duda, uno de los peores países para las mujeres es Arabia Saudí, donde las prohibiciones a las que se enfrentan llegan, incluso, a no permitirles conducir. Human Ritghts Watch denuncia que «las saudíes no pueden vivir como personas autónomas, ya que deben obtener autorización de un tutor masculino para llevar a cabo actividades cotidianas, como trabajar, viajar o contraer matrimonio».

En otros lugares como en Irak, sin embargo, se ha retrocedido en materia de derechos. «Antes de la ocupación el país era laico y teníamos una de las legislaciones más avanzadas de los países árabes. Y ahora, nos encontramos con varias dictaduras de corte sectario. Han cambiado los libros de texto, las pautas sociales y culturales. Miles de mujeres han dejado Irak y otras han sido asesinadas, encarceladas, violadas», relata Bahira.

A pesar de los obstáculos, las mujeres árabes continúan su lucha para lograr su emancipación. Y, como escribió la cineasta egipcia Amal Ramsis, «no se puede hablar de revolución sin que la justicia social sea real para todas y para todos«.

Fuente: http://www.rtve.es/noticias/20120308/mujeres-arabes-motores-revueltas/505577.shtml